DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 698, de 07/11/2006
CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 2006 VIII Legislatura Núm. 698
EDUCACIÓN Y CIENCIA
PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. ÁNGEL MARTÍNEZ SANJUÁN
Sesión núm. 50
celebrada el martes, 7 de noviembre de 2006
ORDEN DEL DÍA:
Celebración de las siguientes comparecencias, con motivo de la tramitación
del proyecto de ley orgánica por la que se modifica la ley orgánica
6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades (Número de expediente
121/000101.) ... (Página 2)
-Del señor presidente del Consejo Económico y Social (Peña Pinto). (Número
de expediente 212/001436.) ... (Página 2)
-Del señor presidente del Colegio Oficial de Geólogos (Suárez Ordóñez).
(Número de expediente 219/000726.) ... (Página 7)
-Del señor catedrático de la Universidad Complutense de Madrid (Pérez
Díaz). (Número de expediente 219/000727.) ... (Página 16)
-Del señor catedrático de la Universidad de León (Sosa Wagner). (Número de
expediente 219/000728.) ... (Página 23)
-Del señor catedrático de la Universidad de Granada y miembro del Consejo
de Coordinación Universitaria (Pedraza Muriel). (Número de expediente
219/000729.) ... (Página 31)
-Del señor director de Escuelas Empresariales de Zaragoza (Zulaica
Palacios). (Número de expediente 219/000730.) ... (Página 41)
-Del señor profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña (Jarauta
Bragulat). (Número de expediente 219/000731.) ... (Página 52)
Se abre la sesión a las diez y cinco minutos de la mañana.
CELEBRACIÓN DE LAS SIGUIENTES COMPARECENCIAS, CON MOTIVO DE LA TRAMITACIÓN
DEL PROYECTO DE LEY ORGÁNICA POR LA QUE SE MODIFICA LA LEY ORGÁNICA
6/2001, DE 21 DE DICIEMBRE, DE UNIVERSIDADES. (Número de expediente
121/000101.):
-DEL SEÑOR PRESIDENTE DEL CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL (PEÑA PINTO). (Número
de expediente 212/001436.)
El señor PRESIDENTE: Señorías, comenzamos la sesión de la Comisión de
Educación y Ciencia para continuar las comparecencias de personalidades
del mundo académico, económico y social solicitadas por esta Comisión,
con el fin de que nos den su opinión y puedan responder a las
intervenciones y demandas de los grupos parlamentarios en relación con la
tramitación del proyecto de ley orgánica de modificación de la Ley de
Universidades del año 2001. Hoy comparece en primer lugar don Marcos Peña
Pinto, presidente del Consejo Económico y Social, para darnos su opinión
en relación con este proyecto de ley y con cuestiones concordantes que
los grupos parlamentarios plantearán sobre el mismo tema. Quiero anunciar
a los portavoces de los grupos parlamentarios -también lo haré a los
comparecientes- que vamos a intentar agilizar, dentro de lo posible, el
trámite de esta mañana porque viendo la experiencia de ayer tarde y,
computando el tiempo utilizado en la tarde de ayer en relación con las
comparecencias de esta mañana, si todo fuera igual, probablemente
empalmaríamos la sesión de la mañana con la de la tarde. Sería deseable
terminar un poco antes para reponer fuerzas antes de empezar la sesión de
la tarde.
Señor Peña, le doy la palabra para que haga una primera intervención, si
quiere hacerla, no con ánimo conminatorio, según mis palabras, para que
usted hable poco, sino que hable lo que tenga que hablar dentro de unos
términos temporales razonables.
El señor PRESIDENTE DEL CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL (Peña Pinto): Señoras y
señores diputados, es para mí un honor comparecer ante ustedes como
presidente del Consejo Económico y Social y no solamente un honor
personal; es un honor institucional porque represento al CES y a las
organizaciones allí presentes y expreso por tanto el honor de esas
organizaciones por esta comparecencia. Como ustedes saben, el CES expresa
su opinión cuando el Gobierno va a adoptar una medida que afecte a los
intereses socioeconómicos allí representados. Antes, por tanto, de que
esta medida adquiera la forma de anteproyecto el CES emite su dictamen.
El CES no emitió dictamen sobre la ley de reforma de 2001 ni sobre el
anteproyecto ahora en tramitación. Quiere ello decir que el CES como
institución carece de opinión al respecto, y poco por lo tanto sobre el
contenido y aspiraciones de dicho anteproyecto podemos opinar. Bien es
cierto que en varias memorias socioeconómicas elaboradas por el CES y
básicamente en dos informes de este año, el primero y el sexto, sobre
desequilibrios ocupacionales y sobre el papel de la juventud en el
sistema productivo español hemos tratado un elemento que es esencial en
el trato que el CES hace de los asuntos que estudia, que es el binomio
formación- empleo, que es objeto permanente de ocupación y de
preocupación. Para comprender los efectos del mayor o menor conocimiento
en el empleo haré una breve, sintética y mínima exposición sobre nuestro
mercado de trabajo, que es sobre el que se va a alojar obviamente el
empleo. Es un mercado de trabajo que se caracteriza básicamente por dos
palabras: crecimiento y segmentación. Desde 1994 disfrutamos de unas
tasas de crecimiento desconocidas en nuestro país -es un hecho
incontrovertiblemente positivo-, pero es un mercado muy segmentado; está
segmentado por el territorio, por la duración del contrato, por el sexo,
por la edad, por la formación y con un vector determinante que lo corta
que
es el de la inmigración. Les daré algunos números para tener una idea
aproximada de lo que esto significa. En cuanto a la distribución
territorial del desempleo, conviven en nuestro país comunidades autónomas
con una tasa de desempleo del 4 al 5 por ciento -se pueden poner ejemplos
concretos como La Rioja, Navarra o Aragón- con otras autonomías cuya tasa
de desempleo roza el 17 por ciento. La horquilla del 4 al 17 obviamente
es excesivamente amplia. Saben ustedes que suprimir la temporalidad es un
problema prioritario para los agentes sociales y para la acción de
cualquier Gobierno. Estamos superando el 30 por ciento de tasa de
temporalidad, y evidentemente no es una tasa deseable porque afecta a la
cohesión y básicamente a la formación, que es lo que nos está interesando
también ahora. Saben ustedes que el paro de las mujeres duplica el de los
hombres, y esa es otra segmentación que marca e identifica nuestro
mercado de trabajo; o que el paro de los jóvenes menores de veinticinco
años duplica el paro de los mayores de veinticinco años y esto también
tiene que ver con formación, con cohesión y con integración de los
jóvenes en un proyecto social.
Ante todas estas características que identifican a nuestro mercado de
trabajo nos encontramos con dos que son las que más nos importan en el
tema que hoy nos ocupa. En primer lugar, nos encontramos con una
situación en la pirámide ocupacional y educativa española totalmente
sorprendente, que es lo que se llama el síndrome del reloj de arena. Es
una pirámide ocupacional estrechada por el centro con una base muy amplia
de titulaciones básicas y una cúspide muy amplia de titulaciones
superiores. Para que se hagan una idea, en el último censo de 2001, en lo
que a hombres se refiere, había un 27 por ciento de mayores de
veinticinco años con titulación superior y, sorprendente y positivamente,
aunque es una sorpresa que debe ser analizada, en ese mismo año y con
titulación superior el porcentaje de las mujeres ascendía al 32 por
ciento. Es decir, este estrechamiento en nuestra pirámide ocupacional por
su parte de en medio es sin duda el hecho relevante, y ello obedece
básicamente -hablando de forma muy sintética y muy rápida- a dos motivos
fundamentales. El primero, muy anidado en nuestro país, es la inflación
de expectativas que la formación universitaria comporta y que
ciertamente, no es algo caprichoso, promueve movilidad social ascendente
y garantiza también a medio plazo mejor empleo. Es decir, entre nuestros
ciudadanos lo de a mayor conocimiento más y mejor empleo es algo
incontrovertible y un pensamiento comúnmente aceptado. Tampoco es algo
que se distancie mucho de la realidad porque tengan en cuenta que al
comienzo de la vida laboral la tasa de desempleo de un titulado superior
y de un trabajador o trabajadora con estudios básicos es la misma; si
pasa un año el titulado superior ya tiene una tasa de desempleo 8 puntos
por debajo y si pasan dos años 11 puntos por debajo. Obviamente es mejor
ser titulado superior, pero es una mejoría sometida a reconsideración,
primero, porque este recorrido es mucho mejor en la FP2 -antes, empleo
más estable y mejor empleo que un titulado superior- y, segundo -doy una
cifra un poco escandalosa-, el 65 por ciento de los titulados en arte y
humanidades se emplean en espacios ocupacionales distintos al de su
conocimiento -repito, el 65 por ciento-, surgiendo aquí una cosa que es
muy habitual en nuestras sociedades y que se podría conocer como la
paradoja de la cualificación. Existe un número grande de empleos
cubiertos por personas sobrecualificadas, con mayor cualificación de la
que ese empleo exige y existen a su vez ofertas de empleo muy cualificado
que no se cubren por ausencia de titulados en esas materias cuyo trabajo
se solicita; ambas cosas conviven en nuestro país. Esa inflación de
expectativas en cuanto a la formación universitaria era el primer
elemento que justificaba esta pirámide y el segundo es también una
obviedad, pero entramos en aquello que llamaba Kierkegaard la dramática
persecución de lo obvio, el fallo de la formación profesional y de las
titulaciones de grado medio, que es lo que provoca el estrechamiento de
la pirámide. En el informe que les decía, desequilibrios ocupacionales,
que fue el primer informe que hicimos este año 2006 basándonos sobre todo
en datos de Infoempleo, examinando todas las ofertas existentes, las
conclusiones, que son útiles, eran las siguientes: el primer tercio de
las ofertas de trabajo -puede ser un poco sorprendente, pero es así- son
ofertas genéricas, se solicita un titulado superior, se solicita uno con
estudios básicos; es decir son genéricas y no hacen concreción de la
titulación exigida. Vayamos a los otros dos tercios, que es lo que nos
puede dar la fotografía de nuestra realidad. El 60 por ciento de los dos
tercios restantes de ofertas de trabajo son para carreras técnicas; el 30
por ciento son para carreras como derecho, economía y sociedad, con
vocación empresarial; un 8 por ciento son para carreras sanitarias, con
el acompañamiento propio de las carreras sanitarias, farmacia, biología,
química, etcétera; y un 2 por ciento para las carreras que conocemos como
arte y humanidades; es decir 60, 30, 8 y 2 por ciento. Esta es la
radiografía de nuestro mercado de trabajo o, mejor dicho, de lo que
nuestro mercado de trabajo solicita. Si hablamos de lo que solicita
preferentemente, en un 50 por ciento y como primeras preferencias nos
encontramos: ingenieros técnicos de obras públicas, arquitectos técnicos,
arquitectos, ingenieros de caminos, de tal manera que en el examen de las
ofertas de trabajo las ofertas para cubrir estos puestos no se cubren.
Esto quiere decir que hay más oferta de trabajo que titulados -de obras
públicas, de ingeniería técnica de arquitectura, de arquitectura o de
ingenieros de caminos-; esas ofertas no se cubren, y evidentemente hay
muchos más titulados de economía, derecho y sociedad que las ofertas de
trabajo que respecto a los mismos se hacen. Si esta es la radiografía, es
obvio que la enseñanza debería responder a este mercado de trabajo.
Del informe que antes les he citado, en el CES hemos extraído dos
conclusiones elementales y presumo que
compartidas por todos. La primera de ellas es que hay que reforzar y
mejorar los grados medios y la formación profesional. Este es un objetivo
prioritario y esencial en nuestro país. En segundo lugar, hay que
favorecer el tránsito de la academia al trabajo. Este es un tránsito que
está mejorando mucho en nuestro país, pero que hasta hace relativamente
poco tiempo sufría una caída libre. Ahora, se está trabajando en dos
líneas: la línea de la orientación y la línea que, a nuestro modo de ver
porque también responde a los planteamientos de nuestra casa, es la que
más nos importa, la de la colaboración, con la que se abre otro camino,
que debe transitarse cada vez más, entre academia y empresa, colaboración
que a su vez puede hacerse de muchísimas maneras. En definitiva, este es
el análisis que, aunque comprendo que es escaso, hemos realizado en
nuestra casa, en el CES, sobre estos asuntos, que obviamente, como ya les
he dicho, no afectan al contenido de la ley, sobre el cual no tenemos
opinión. Estos son unos comentarios, insisto, que estoy orgulloso de
poder hacer ante ustedes, y por ello me siento honrado.
El señor PRESIDENTE: Estoy convencido de que los grupos parlamentario, al
igual que esta Mesa, han escuchado la inicial exposición del señor Peña
sobre que el CES, como institución, no ha tenido un conocimiento ni
pronunciamiento expreso sobre el proyecto de ley. Por tanto, cada grupo
parlamentario manejará su turno de intervención y las cuestiones a
plantear al señor Peña como estime oportuno, pero teniendo en cuenta
estas limitaciones.
Por el Grupo Parlamentario Popular intervendrá, en primer lugar, el señor
Nasarre y posteriormente el Grupo Parlamentario Socialista.
El señor NASARRE GOICOECHEA: Lo primero que quiero hacer y de buen grado
es dar la bienvenida a don Marcos Peña, presidente del Consejo Económico
y Social, a esta Comisión. Quiero agradecerle mucho su análisis, su
explicación y la magnífica exposición de los informes que ha elaborado el
órgano que preside. Ha sido muy interesante su intervención, porque en
estas comparecencias, en este análisis previo del proyecto de ley que nos
ha remitido el Gobierno sobre la reforma de la LOU, nos hace poner los
pies en la tierra, porque era imprescindible hacer un análisis sobre una
de las misiones de la universidad en estos momentos -ayer hablábamos de
ello-, en esta sociedad del conocimiento y en el marco de las distintas
estrategias europeas -la estrategia de Lisboa, el proceso de Bolonia,
etcétera-, ya que se siente la necesidad de reforzar la misión de
cualificación profesional que hoy día tiene la universidad en Europa, que
es la que tiene que formar a los profesionales que van a ejercer su
actividad en un mercado europeo competitivo, abierto y que tiene que
incrementar la productividad. Le agradecemos los datos que nos ha
suministrado porque nos son de gran utilidad.
Al hilo de esos datos -aunque voy a descender algo a asuntos relacionados
con el proyecto de ley a los que no se ha referido don Marcos Peña, y lo
entiendo perfectamente, pero que tienen alguna relevancia y están
relacionados con los temas que ha tocado-, me gustaría plantearle algunas
cuestiones por si tiene alguna observación o comentario que hacernos al
respecto. En primer lugar, con relación al nuevo modelo de títulos
oficiales que establece el proyecto de ley, tengo que confesarle al
presidente del Consejo Económico y Social que a este grupo parlamentario
le preocupa de manera creciente. Usted sabe que el proyecto de ley
suprime el catálogo de títulos oficiales universitarios y, por tanto, se
convierte en un nuevo modelo en el que habrá un registro de títulos
oficiales que cada universidad elaborará por su cuenta, dentro de unas
condiciones muy generales que establezca el Gobierno pero, claro está,
con una salvedad, y es que las llamadas profesiones reguladas legalmente
tendrán que tener unas directrices propias, como es natural basadas en
una troncalidad de sus planes de estudios, e inevitablemente formarán una
especie de minicatálogo al que tendrán que someterse los planes de
estudios que hagan las distintas universidades. Al margen de esto, hay
una cantidad de títulos en la tradición laboral y de mercado en España
que van a quedar en una situación de enorme incertidumbre y desamparo.
Este es el caso, por ejemplo, de los físicos, los químicos, los geólogos,
los biólogos, que van a dejar de tener unos títulos regulados en esta
ley. Sin embargo, esto no se compadece con el modelo, al que se ha
referido don Marcos Peña, de regulación de la formación profesional, en
el que efectivamente todos los agentes sociales, todas las
administraciones públicas han concordado un modelo en el que, para la
transparencia del mercado, era muy necesaria e importante la existencia
de un catálogo de títulos profesionales, que se va elaborando
continuamente -no es un catálogo inamovible ni cerrado- y que forma el
sistema de cualificaciones profesionales, tanto en las formaciones de
grado medio como en las de educación superior. Por tanto, nos
encontraríamos con una dicotomía que tenemos que tener en cuenta y
analizar sus consecuencias. Este tema afecta sustancialmente al mercado
de trabajo, por tanto sería conveniente un dictamen, un pronunciamiento
del Consejo Económico y Social, en virtud del cual las titulaciones que
corresponden a lo que nosotros llamamos la formación profesional de
educación superior van a ser reguladas y, sin embargo, las universitarias
no lo van a ser. Esta es la cuestión que le planteo y me gustaría conocer
su punto de vista al respecto.
El segundo aspecto, que está relacionado con lo que acabo de decir, tiene
que ver con una de las conclusiones del informe al que usted se ha
referido y que sucintamente nos ha expuesto. Usted nos ha dicho que una
de las conclusiones es la necesidad de reforzar los grados medios y la
formación profesional por necesidades del mercado del empleo; he
entendido que esta era una de las conclusiones del órgano que usted
preside. Esto que
parece que es evidente, sin embargo, lo tenemos que analizar en relación
con el proyecto gubernamental que respecto al llamado modelo de Bolonia
intenta que el grado de los estudios universitarios, el primer grado, el
primer ciclo, el bachelor en la terminología inglesa, sea en todas las
carreras de cuatro años, con un uniformismo que se compadece poco con un
principio de flexibilidad y con las necesidades laborales de los títulos
universitarios, que supondría que carreras de enorme éxito en el mercado
de trabajo -usted se ha referido a ingenierías técnicas-, que con tres
años en estos momentos preparan adecuadamente a profesionales, serían
reconvertidas en un modelo que nos produce incertidumbre. Me gustaría
conocer su opinión sobre si la flexibilidad en los títulos debería ser
más adecuada, como hacen otros países europeos.
Por último, y en tercer lugar, señor presidente -y con ello acabo-,
estamos debatiendo, y ayer salió de manera recurrente, el papel de los
consejos sociales en el ámbito universitario. Como usted sabe
perfectamente, los consejos sociales se crean por la LRU, la Ley de
Reforma Universitaria de 1983; en la LOU se refuerzan sus competencias y,
sorprendentemente a mi juicio, en el proyecto de reforma de la LOU que
presenta el Gobierno quedan amputadas algunas de sus funciones relevantes
y se va convirtiendo en un órgano que yo ayer califiqué de cuasi
irrelevante en el ámbito universitario. Los consejos sociales representan
a la sociedad y pretenden que las universidades no se cierren en sí
mismas, sino que sean abiertas. Para las funciones de rendición de
cuentas y de transparencia de las universidades parece que los consejos
sociales eran un elemento decisivo. Me gustaría conocer el juicio del
presidente del Consejo Económico y Social acerca de un órgano que ayer
nos dijeron que tienen todas las universidades europeas, cuál debe ser su
función en el sistema universitario y cuál cree que debería ser la
tendencia correcta, la de su fortalecimiento o la de su debilitamiento.
En este proyecto de ley no se puede negar que hay un debilitamiento de
los consejos sociales, y eso nos preocupa.
Muchas gracias, señor Marcos Peña, y encantado de que esté aquí esta
mañana con nosotros.
El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la
palabra la señora Palma.
La señora PALMA MUÑOZ: En primer lugar, en nombre del Grupo Parlamentario
Socialista quiero dar la bienvenida al señor Marcos Peña, presidente del
Consejo Económico y Social y agradecerle muy especialmente sus
aportaciones en esta comparecencia, que desde mi grupo valoramos como de
especial importancia, precisamente porque a menudo se dice que en el
ámbito universitario tenemos tendencia a debatir nuestros temas solo
entre nosotros, por tanto la aportación del máximo representante del
máximo órgano que agrupa a los agentes sociales del país, después de
haber escuchado sus palabras y los datos que aquí de una forma breve nos
ha proporcionado, da mucho que pensar sobre que deberíamos prestar
bastante más atención de la que prestamos desde el ámbito universitario a
las aportaciones que se pueden hacer desde órganos como el que usted
preside. El interés del Grupo Socialista al proponer su comparecencia
surge de un material que los diputados recibimos año tras año, que es la
memoria sobre la situación socioeconómica y laboral que el organismo que
usted preside elabora anualmente. En esta memoria dedican ustedes un
apartado especial a los temas de educación y dentro de él al ámbito de la
formación universitaria. Por tanto, a través de la lectura de estas
memorias, pensamos que su aportación en este trámite podía ser de
especial interés. No solo eso, hay que recordar también que en las
instituciones europeas, concretamente en la Comisión Europea, los últimos
informes sobre formación superior dan una especial relevancia a la
relación que usted ha formulado al inicio de su intervención entre la
formación y el empleo, al binomio formación-empleo, y a la importancia
que los datos del análisis del mercado de trabajo ofrecen en relación con
la toma de decisiones en el ámbito de la formación superior, en el ámbito
universitario. Los datos que usted nos ha proporcionado sobre las ofertas
de trabajo dan mucho que pensar, sobre todo cuando los contrastamos con
los que recientemente ha proporcionado la Conferencia de rectores de las
universidades españolas. Vemos que los datos sobre la oferta de trabajo
proporcionan una pirámide absolutamente al revés de la que surge de los
datos de matriculación universitaria y de los de oferta de plazas
universitarias. Usted ha dicho que el 60 por ciento de ofertas de trabajo
de los dos tercios eran carreras técnicas. La matrícula universitaria en
2005-2006 en enseñanzas técnicas no llega al 30 por ciento; por tanto, la
proporción de las ofertas de trabajo es el doble respecto a las
matrículas en enseñanzas técnicas o, por ejemplo, en ciencias sociales la
matrícula universitaria en 2004-2005 ha sido de un 45 por cinco y, en
cambio, en sociales llegamos apenas al 30 por ciento. Tenemos muchos
datos que contrastar y mucho camino por recorrer en estas cuestiones.
Quiero agradecerle muy especialmente su comparecencia y, aunque usted ha
insistido en que el consejo como tal no se ha pronunciado con una opinión
en los ámbitos formales, sus reflexiones seguro que serán de gran interés
en la tramitación de esta ley. Yo le voy a plantear dos cuestiones
básicamente respecto al proyecto de reforma de la Ley Orgánica de
Universidades que estamos debatiendo. Una tiene que ver con la
transferencia de conocimiento y tecnología. Es evidente que la relación
entre universidad y entorno social pasa por el establecimiento de ámbitos
de participación -ya se ha comentado el tema de los consejos sociales-,
pero el movimiento se demuestra andando, por tanto la incidencia de
nuestras universidades en su entorno social y viceversa se verá en la
colaboración real que puedan establecer. En este sentido, la
transferencia de conocimiento y tecnología cobra un papel
importantísimo;
concretamente en los artículos 39, 40 y 41 de la ley se aportan nuevas
formas para favorecer esta transferencia de conocimiento y tecnología. Se
insiste en la posibilidad de que el personal docente investigador pueda
compatibilizar las tareas de docencia e investigación, por lo que en
determinados momentos de su trayectoria un profesor universitario podrá
intensificar sus tareas de investigación. Se hace una propuesta nueva,
que son las llamadas excedencias tecnológicas, que supondrá que aquellos
profesores que impulsen proyectos de creación de empresas de base
tecnológica podrán solicitar permisos que les permitan dedicarse durante
un tiempo a estos proyectos. Otra aportación es la de fomentar la
creación de institutos mixtos en los que las universidades en
colaboración con organismos públicos de investigación podrán crear este
tipo de instituciones.
En segundo lugar, de acuerdo con lo que nos indican los informes europeos,
para aprovechar el enorme potencial que tienen las universidades, mayor
desarrollo económico y social y fomentar el mayor número de puestos de
trabajo, más flexibilidad y diversificación, también en las titulaciones,
con un sistema más abierto y dinámico, menos encorsetado -ayer nos lo
decía aquí un experto internacional de reconocido prestigio, el señor Guy
Haug, que estuvo en la Comisión Europea y que asesora a organismos
internacionales en esta materia-, favorecerá la empleabilidad. Hay que
establecer criterios claros, huir de los encorsetamientos innecesarios y
que las instituciones de educación superior puedan adaptarse a este
entorno social, que es cambiante, como ha dicho usted, muy especialmente
en los temas de empleo.
El proyecto de ley aporta también una novedad, concretamente en el
artículo 42, en relación con el acceso a la universidad, que se
facilitará a aquellas personas que acrediten una determinada experiencia
laboral o profesional aunque no dispongan de la titulación académica
legalmente requerida. Es una novedad especialmente interesante facilitar
el acceso a los estudios superiores a unos sectores de la población que
tienen mucho que aportar desde el punto de vista de la experiencia
laboral y mucho que recibir de la institución universitaria.
Destacamos estas dos novedades que aporta esta reforma, que tienen mucho
que ver con lo que usted nos ha expuesto hoy aquí, que es la mayor
relación entre universidad, mercado de trabajo y empleo, con la
consecución de objetivos compartidos en el entorno internacional -el
objetivo de Lisboa, que se ha citado aquí-, así como con un mayor ajuste
entre nuestro mercado de trabajo y las ofertas de educación superior.
El señor PRESIDENTE: Para contestar o reflexionar conjuntamente tiene la
palabra el señor Peña.
El señor PRESIDENTE DEL CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL (Peña Pinto): Lamento
tener que dar una contestación excesivamente simple y les pido un poco de
comprensión. Todas las casas que se presiden son complejas, y la mía
particularmente porque hay muchas familias ahí sentadas. Existe un
criterio, construido con el paso del tiempo, de que yo expongo esa
voluntad consensuada del consejo. No se pretende que el presidente tenga
intervenciones ocurrentes, originales o excesivamente inteligentes, sino
que responda a lo que la casa piensa. Por tanto, sobre asuntos que no
piensa me es muy difícil contestar.
Hay un par de preguntas que se podrían responder a la vez. Hablamos de
titulaciones, de la certidumbre que el catálogo puede comportar y de un
sistema educativo flexible que se adapte a nuestra realidad, que no es
que sea cambiante, sino mutante. Les voy a citar un dato que tengo aquí.
En las ofertas de empleo para titulados y nuevos graduados en el periodo
2003-2004 se recogen las veinte titulaciones más importantes -ustedes
saben que además de estas hay decenas y decenas de titulaciones-. La
primera oferta es la de arquitecto técnico, que recibe el 8,4 por ciento
del total de las ofertas. Las carreras más habituales para nosotros, como
químicas, relaciones laborales, etcétera, están en torno al 0,6, 0,7 u
0,8 por ciento y las restantes carreras después de estas veinte, que son
decenas y decenas, reciben solamente el 7,8 por ciento de las ofertas, es
decir, menos que el arquitecto técnico. ¿Qué virtud tiene el arquitecto
técnico? Que responde a un momento determinado de nuestro mercado de
trabajo, a un sector muy potente que es el de la construcción. ¡Por Dios,
que dure la potencia del sector, que es lo que todos queremos! Pero será
temporal, como todo en la vida. Si ante la decisión académica volcamos
todos los esfuerzos para sacar este tipo de titulaciones y nos
encontramos con que las sacamos y que al cabo de 6 años cambia la
tendencia, estaremos otra vez sorprendidos porque estaremos sacando a
titulados que carecen de oferta de trabajo. ¿Eso qué significa? Que no es
una cosa que deba aportar la ley sino los sujetos sociales que actúan, en
este caso las universidades. Tiene que haber una cierta flexibilidad. En
todos los ámbitos de la vida se ha considerado como una virtud esa
adaptabilidad al medio, esa capacidad de registrar realidad. Tanto en
catálogos como en el de tiempo, no tenemos una opinión concreta. ¿Será
bueno, será malo o será regular? No tenemos opinión concreta, pero la
enseñanza tiene que registrar realidad. Hay que estudiar para algo,
básicamente para trabajar; eso es incontrovertible.
Hablamos de los consejos sociales. Tampoco sé si el proyecto de ley
reduce, mantiene o amplía las competencias de los consejos sociales, pero
sí sé algo que representa al CES y que estoy en grado de defender.
Nosotros pretendemos defender, modestamente y con decoro, lo que
podríamos llamar la democracia deliberativa, que es aquel tipo de
democracia que pone el énfasis en el consenso, en el acuerdo. Estamos
acostumbrado a ello, porque la gente que tenemos ahí defiende intereses
contrario, y creemos que para aprobar las cosas que necesitamos aprobar
por unanimidad hay que convencer y no vencer, porque vencer no vale para
nada en
el Consejo Económico y Social. Ese tipo de democracia participativa, que
busca el consenso y que, como todos las señoras y señores diputados
saben, está tratada tanto por Adam como por Besset, se da en este tipo de
organismos y cuanto más la promovamos mejor. Tenemos que buscar espacios
de diálogo, de reflexión y de debate donde se pueda oír aquello que
conocíamos como la suave voz de la razón, aunque sea un poco cursi
decirlo.
En cuanto a las transferencias de conocimientos, bien sea para
compatibilizar docencia e investigación como para reforzar la
investigación y fomentar excedencias tecnológicas o los institutos
mixtos, está en el ámbito de lo que les venía diciendo, así como en el
primer informe sobre desequilibrios ocupacionales en España de 2006, que
es fundamental. En este caso trata dos asuntos que nos interesan mucho:
reforzar las relaciones de colaboración entre la academia, la universidad
y la sociedad bien sea a través de consejos, bien sea a través de
empresas. No cabe disociación entre empresa y academia porque, si no,
estamos perdidos. Debe ser una relación fundamental, sobre todo en el
hecho que estamos defendiendo como prioritario de nuestro país, que es
esa inversión en conocimiento, en inteligencia. Lo decimos todos, nadie
lo contesta porque es así: lo único que no es extirpable es el
conocimiento, la inteligencia de los pueblos no es deslocalizable y la
inversión al respecto es básica. Si no se produce ese maridaje entre
universidad y empresa o ese triángulo, que puede ser más pecaminoso,
entre universidad, empresa y sociedad, creo sinceramente que estamos
perdidos y hacemos muy poquito.
Para concluir, saca S.S. un tema que es también muy afín a la casa que
represento: ¿Cómo no se puede acceder a la universidad cuando se tiene
una experiencia laboral potente y contrastada? ¿No estamos diciendo que
lo que hay que hacer es aprender a aprender, que eso es lo más
importante? ¿Y esa disponibilidad no la tiene cualquier trabajador,
cualquier empleado con una trayectora suficientemente brillante en su
vida laboral? Es esa gente la que registra básicamente realidad y debe
ser usada en beneficio de todos nosotros. Termino, como no puede ser de
otra manera, agradeciendo de nuevo la cortesía.
El señor PRESIDENTE: Señor Peña, le agradecemos sobremanera esta
intervención en la que ha tenido que conjugar los equilibrios que S.S.
decía al principio. Sus reflexiones en voz alta, más que las respuestas,
serán de utilidad a esta Comisión y a los grupos parlamentarios.
-DEL SEÑOR PRESIDENTE DEL COLEGIO OFICIAL DE GEÓLOGOS (SUÁREZ ORDÓÑEZ).
(Número de expediente 219/000726.)
El señor PRESIDENTE: Damos la bienvenida, en esta Comisión de Educación y
Ciencia a don Luis Eugenio Suárez Ordóñez, presidente del Colegio Oficial
de Geólogos y otras representaciones que sería muy extenso añadir aquí.
El señor Suárez ha seguido parte de la primera comparecencia y ha visto
la mecánica que hemos seguido. Doy la palabra al señor presidente del
Colegio de Geólogos para una primera intervención en relación al tema que
nos ocupa y posteriormente fijarán posición los grupos parlamentarios.
El señor PRESIDENTE DEL COLEGIO OFICIAL DE GEÓLOGOS (Suárez Ordóñez):
Señoras y señores diputados, sean mis primeras palabras de agradecimiento
al Grupo Parlamentario Popular y al Grupo Parlamentario Socialista por la
propuesta conjunta para solicitar mi comparecencia en esta Comisión, con
el objetivo de exponer mi opinión sobre el proyecto de ley por el que se
modifica la LOU. El proyecto de ley de reforma de la LOU mantiene la
arquitectura jurídica de la ley vigente dado que solo se modifican 27
artículos y 30 apartados por lo que más del 55 por ciento del articulado
permanece invariable con títulos tan importantes como el decimotercero,
relativo al espacio europeo de enseñanza superior, que permanece
inalterado. Como el núcleo de la LOU permanece incólume, les invito a que
sigan el consenso alcanzado en mi persona y lleguen a un acuerdo amplio
sobre la Ley Orgánica de Universidades. Creo que las diferencias son
salvables y con mi humilde aportación, con la del resto de comparecientes
y con las mejoras necesarias, podrán llegar a un acuerdo amplio de los
grupos parlamentarios.
La política es el arte más importante y más difícil de la vida humana y
ciertamente necesitamos políticos devotos de sus ideales en el sentido de
servicio a los ciudadanos y al sistema democrático, que conciban al
realismo como matización y no como anulación de valores. Pero lo difícil
es diseñar instituciones de modo que recojan siempre el sentir de la otra
parte. Hay un dicho que reza audi alteram partem, escucha a la otra
parte. No se pueden tener bueneas leyes sin buenas costumbres, pero
tampoco se pueden tener buenos hábitos sociales si no hay buenas leyes.
Las dos cosas van juntas, las buenas leyes tienden a mejorar los hábitos
sociales que a su vez impulsan nuevas leyes.
Comparezco ante la Comisión de Educación y Ciencia del Congreso de los
Diputados como presidente del Colegio de Geólogos y también como
presidente de la comisión de formación de Unión Profesional, organismo
que agrupa a 37 colegios nacionales y consejos superiores de colegios de
España en representación de los profesionales. Para aportar luz a la
posterior exposición debo informarles de mi vocación universitaria como
licenciado en geológicas y en derecho y máster en ingeniería geológica,
de mi vocación docente como profesor asociado de la Complutense y también
de mi vocación empresarial como director de calidad y medio ambiente del
Administrador de Infraestructuras Ferroviarias. Esta reforma es
importante sobre todo para los ciudadanos. Si España hubiera invertido en
I+D+i y en enseñanza superior la media de los países de la OCDE en los
últimos 25 años el PIB hubiera crecido un 50 por ciento
más y la convergencia con Europa en desarrollo económico hace años que la
hubiéramos alcanzado.
Como hilo conductor de mi exposición voy a referirme a los objetivos de la
LOU expresados en la exposición de motivos. Se expresa como primer
objetivo potenciar la autonomía universitaria y ello implica aumentar la
rendición de cuentas a las universidades. Se pueden ver medidas que
configuran la potenciación de la autonomía universitaria reconocida en la
Constitución española como flexibilizar el sistema de elección del
rector, decisiones de naturaleza académica que se adoptan por órganos en
los que el personal docente tiene la mayoría o medidas para asegurar el
equilibrio institucional. Son medidas concretas para potenciar la
autonomía universitaria. Nos podemos preguntar cuáles son las medidas
concretas para la exigencia de rendición de cuentas sobre el cumplimiento
de las funciones de la universidad. El título I habla de funciones y
autonomía y el título V de evaluación y acreditación y creo que debería
añadirse, no como un instrumento sino como un fin, evaluación,
acreditación y certificación para rendir cuentas a la sociedad. Creo que
es necesario llevar a cabo un nuevo modelo de financiación universitaria
que vincule los ingresos de las universidades a la consecución de
objetivos de calidad. Algunas comunidades autónomas como Valencia,
Asturias y Andalucía ya han anunciado este sistema, pero no se vislumbran
de una manera clara en la LOU los objetivos de calidad. Es necesario
relacionar la financiación y los resultados de forma que se incremente el
presupuesto de las universidades para que presenten mejores índices de
calidad, mejores índices de empleo o de inserción social, más alumnos que
acrediten su bilingüismo, mejores resultados académicos y menos tasas de
abandono de estudiantes. Habrá que asegurar la financiación básica de
cada campus. Se puede proponer como objetivo un 70 por ciento para
financiación básica y un 30 por ciento para premiar a los centros con
resultados más sobresalientes. Debería reemplazarse como principio de
actuación un sistema de financiación por resultados mediante contratos
programas por los que se premie en los departamentos la investigación y
la docencia excelente. Es necesario establecer en la LOU principios
generales que refuercen la exigencia de rendición de cuentas, que deberá
plasmarse en la reglamentación de desarrollo de la ley.
En cuanto al consejo social se configura como el órgano de participación
de la sociedad en la universidad. Me parece interesante la articulación
del plan anual de actuaciones, pero hay algunos apartados en los cuales
se transfieren los acuerdos del consejo social al consejo de gobierno, en
cuanto a la adscripción de institutos universitarios de investigación y
adopción de centros de enseñanza a las universidades. Hay un artículo que
me llama la atención y quería ponerlo en su conocimiento. Se trata del
artículo 8 donde se habla de la creación, modificación y supresión de
centros, que es acordada por las comunidades autónomas, por su iniciativa
o con acuerdo del consejo de gobierno. En Europa se están cerrando
centros universitarios porque hay exceso de oferta para la demanda
universitaria y en España hemos llevado una política expansiva desde el
traslado de competencias del Estado a las comunidades autónomas.
Actualmente tenemos centros universitarios con matrículas en primero que
no pasan de cinco o siete alumnos. Si queremos gestionar los impuestos de
los ciudadanos de una manera eficiente, las comunidades autónomas tienen
que tener mecanismos para suprimir centros universitarios que no tengan
demanda. Si realmente las comunidades autónomas tienen que tener el
acuerdo del consejo de gobierno, va a ser muy difícil que se reasigne la
oferta a la demanda real de estudiantes.
En cuanto a la rendición de cuentas, tengo que comentar que Aneca es el
corazón de la reforma. Debe hacerse realidad el binomio autonomía
universitaria-rendición de cuentas. Nos parece positivo que Aneca se
articule dentro de la Ley de agencias para la mejora de servicios
públicos y que se haga mediante definición de criterios comunes de
garantía de calidad que faciliten la evaluación, la certificación y la
acreditación para favorecer la competitividad de las universidades. Me
parecen adecuados los principios que vienen expresados en el proyecto de
ley, al cual añadiría el principio de publicidad para los ciudadanos.
Sería muy interesante que fuera una agencia estatal, confederada con las
agencias autonómicas, con criterios europeos de calidad enlazados con la
red europea de calidad. Aneca tiene que tener criterios claros y
objetivos que permitan competir a los profesores y a las universidades.
Si pudiera existir una Aneca europea sería mucho mejor porque quien
evalúa debe estar lo más alejado posible del evaluado. Realmente es muy
difícil que haya una agencia europea, pero una agencia estatal coordinada
con las agencias autonómicas sería un buen instrumento. Otro objetivo de
la ley expresada en la exposición de motivos es potenciar el papel y la
responsabilidad de los agentes que intervienen en el sistema
universitario. Es positivo, en función de las competencias autonómicas y
estatales, dividir el actual Consejo de Coordinación Universitaria en una
conferencia general de política universitaria y un consejo de
universidades.
En cuanto a los títulos universitarios, tengo que manifestar que la ley
apuesta por la supresión del catálogo de títulos y va hacia un sistema de
registro. La ley establece algunos principios generales, con lo cual no
se puede ver de una manera nítida cuál será el resultado final. Sin
embargo, tengo que comentar que, de acuerdo con el artículo 149.1.30.ª de
la Constitución española, se configura como competencia exclusiva del
Estado la regulación de las condiciones de obtención, expedición y
homologación de títulos académicos y títulos profesionales. La
Constitución distingue entre títulos académicos y títulos profesionales.
Por otro lado, el artículo 36 de la Constitución española establece que
la ley regulará las peculiaridades propias del régimen jurídico de los
colegios profesionales y el ejercicio de las profesiones tituladas.
Por tanto, títulos académicos, títulos profesionales y profesiones
tituladas son instituciones y principios jurídicos constitucionales. Si
los títulos académicos se inscriben en un registro, deben regularse los
títulos profesionales para cumplir con el mandato constitucional, tal y
como se regulan en la Unión Europea las cualificaciones profesionales. La
Ley de Colegios Profesionales es de 1974, preconstitucional, y no se ha
cumplido el mandato constitucional de regular el ejercicio de las
profesiones tituladas y los títulos profesionales, previsto expresamente
en los artículos 36 y 149 de la Constitución española. Existe un vacío
legal que este año se ha cumplido con la Ley de acceso a la abogacía y la
procura para esta profesión, pero es urgente y perentorio cumplir con el
mandato constitucional de regular los títulos profesionales y el
ejercicio de las profesiones tituladas, que están reguladas en muchos
casos por decretos del régimen anterior y algunos de la II República.
En cuanto a otro objetivo de la ley, la selección del profesorado, tengo
que decir que aunque despierta interés en la sociedad, pocas cosas tienen
tanta trascendencia para las expectativas de desarrollo social en España
como la selección del profesorado universitario. Elegir mal nos hace
perder el tren del desarrollo y la innovación, minimizando las
oportunidades de nuestros hijos y dilapidando de una forma absurda
nuestro dinero porque un profesor malo cobra lo mismo que uno bueno. No
olvidemos que los profesores formarán a los futuros médicos, abogados,
jueces, arquitectos, ingenieros, geólogos, a los futuros profesionales.
Si queremos que la universidad cumpla con su alta misión como locomotora
del desarrollo económico, debe seleccionar a los mejores profesores en
base a criterios objetivos de excelencia docente e investigadora. En las
últimas semanas se han publicado en diferentes medios de comunicación
ar-tículos periodísticos sobre el rechazo a la incorporación de miembros
ajenos a la propia universidad que convoca un concurso. En ese sentido,
tengo que citar un reciente estudio del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas que determinó que en España en el 70 por
ciento de los casos el profesor que ganó una plaza de funcionario había
concursado en solitario, sin competencia alguna, y el 96 por ciento de
ellos ya trabajaba en la universidad donde consiguió su puesto, algo
prácticamente prohibido en otros países. En Estados Unidos de cada cien
concursos el 93 por ciento lo gana un candidato externo y lo mismo ocurre
en el 83 por ciento de los casos en Gran Bretaña y en el 50 por ciento en
Francia. En España eso solo pasa en el 5 por ciento de los casos. El
actual sistema de habilitación no acaba de ser transparente y es costoso
y lento en la organización de tribunales de habilitación nacional que
además desplaza de sus puestos en las aulas a muchos profesores durante
demasiado tiempo por lo que el sistema está defraudando en alguna medida
las expectativas. Vamos a pasar del modelo de habilitación al modelo de
acreditación, en la cual hay una mejor revalorización de ayudantes, de
profesores doctores y de profesores contratados doctores. Se ha suprimido
para los ayudantes doctores el que estén dos años en otra universidad y
los contratados doctores no necesitan acreditar tres años de actividad
docente, pero me referiré a los profesores asociados. En los profesores
asociados se establece un contrato semestral o anual que se podrá renovar
por períodos de igual duración. Esta es la articulación de un contrato
precario, con una redacción regresiva. Los agentes sociales y el Gobierno
han llegado a un acuerdo contra la precariedad laboral y en esta ley se
articula un contrato de seis meses para los profesores asociados. Esta
redacción hay que cambiarla y hacer como con los profesores visitantes,
para los cuales el contrato es temporal con la duración que acuerden las
partes. Propongo, para aportar mi granito de arena, articular una figura
de profesores asociados eméritos de la siguiente manera. Las
universidades podrán contratar profesores asociados eméritos entre
profesionales jubilados especialistas de reconocida competencia que
acrediten haber ejercido su actividad profesional fuera del ámbito
académico universitario un mínimo de 20 años. Al pasar de la habilitación
a la acreditación, se establecen unos procedimientos de acreditación muy
generales de acuerdo con los estándares internacionales evaluados de
calidad docente e investigadora -examen y juicio de documentación-, pero
quizá la novedad es que no sea por sorteo, sino que los tribunales
estarán formados por profesores de reconocido prestigio docente e
investigador, expertos de reconocido prestigio internacional y de centros
públicos de investigación. Otra cosa importante es que los currículos
sean públicos. Lo que me pregunto es quién hará la acreditación. La debe
hacer Aneca, porque es la Agencia Nacional de Acreditación. Es una
propuesta que no queda muy clara en la ley, pero que se debería llevar
adelante. Es muy difícil que en una ley orgánica se regulen de una manera
taxativa todos los mecanismos de contratación de profesores. Establece un
criterio general. No se puede cambiar una ley orgánica cada dos años, por
lo cual se establece un mecanismo de delegación hacia reglamentos, que
puede ser interesante, por medio de un real decreto, para no cambiar una
ley orgánica cada poco tiempo.
En cuanto al profesorado de universidad, articula dos temas interesantes.
Uno es la exigencia de un 50 por ciento con el título de doctor. Me
parece lógico que los profesores de las universidades privadas no puedan
ser funcionarios en activo de una universidad pública, lo cual significa
que deben de serlo actualmente, cosa que me deja bastante perplejo. En
cuanto a la implicación de la universidad en las demandas de la sociedad
y del sistema productivo, articula mecanismos de cooperación con el
sistema productivo, pero para limitar el tiempo voy a decirlo de manera
concreta. La participación de estudiantes me parece muy interesante, se
articulan mecanismos para becas y ayudas, derechos y deberes de
estudiantes y estatuto del estudiante, pero por motivos de tiempo no voy
a entrar en mayor profundidad.
Me parece interesante el título dedicado al deporte universitario. Es
capital para la formación de los estudiantes que el Consejo Superior de
Deportes coordine las actividades y las competencias deportivas
universitarias creando el comité español de deportes universitarios. Los
campeonatos universitarios me parecen positivos e incluso deberían
incrementarse a nivel europeo. También me parece positiva la articulación
de políticas de igualdad de género que influyan en la presencia
equilibrada de hombres y mujeres en los estamentos universitarios.
Para acabar, la reforma mantiene la arquitectura jurídica de la LOU y, en
mi opinión, mejora la regulación referente a la rendición de cuentas,
aunque no la concreta por medio de Aneca. Potencia el papel y las
responsabilidades de los agentes que intervienen en el sistema
universitario con la creación de la conferencia general de política
universitaria y el consejo de universidades. Desregulariza para futuro
desarrollo reglamentario la selección de profesorado con criterios
objetivos, impulsa a las universidades en las demandas de la sociedad y
del sistema productivo y promueve la participación de estudiantes, el
deporte universitario y las políticas de igualdad y de género. Se
potencia la autonomía de las universidades con medidas concretas, a la
vez que se aumenta la exigencia de cuentas a la universidad mediante
principios generales que deben concretarse en el desarrollo reglamentario
y en los acuerdos y políticas de la conferencia general de política
universitaria. Que se potencie la autonomía universitaria no debe
implicar que se minimice la participación de la sociedad en la
universidad, por ejemplo, en los consejos sociales. Se puede potenciar la
autonomía universitaria y se puede y se debe potenciar la participación
de la sociedad en la universidad. No son políticas incompatibles. Por
ello, reivindicamos la participación de los profesionales en el consejo
social, en el consejo de universidades y en Aneca como partes interesadas
de la sociedad civil en la Unión Profesional como órgano representativo
de 37 consejos y colegios de todo el Estado español, que representa a más
de un millón de profesionales. Por ello, nos ponemos a disposición de la
Comisión de Educación y Ciencia del Congreso de los Diputados para
articular en la reforma esta participación sin menoscabo de la autonomía
universitaria.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Suárez, por esta amplia
interpretación y comentario de todo el proyecto de ley.
¿Grupos que deseen intervenir? Por el Grupo Parlamentario Popular tiene la
palabra, en primer lugar, el señor González Rodríguez.
El señor GONZÁLEZ RODRÍGUEZ: Bienvenido, señor Suárez Ordóñez, a la
Comisión de Educación y a la convocatoria que han hecho el Partido
Socialista y el Partido Popular para su comparecencia en la mañana de
hoy. Como ha dicho el presidente -y todos debemos ser conscientes-, S.S.
ha hecho un repaso amplísimo de lo que significa la reforma de la LOU,
documento que estamos analizando. Desde mi punto de vista, en su muy
interesante exposición coincidimos al cien por cien en algunas cosas, en
otras no tanto y en otras nada. Si todos estuviéramos de acuerdo al cien
por cien no haría falta esta comparecencia. Le puedo asegurar que ayer,
en esta misma Comisión, expresé las mismas palabras que S.S. esta mañana.
Evidentemente, en la política uno de los elementos fundamentales que
tenemos para desarrollarla, sabiendo estar y hacer las cosas lo mejor
posible, es el consenso. Ahora bien, si no se llega al consenso tampoco
esto significa que estemos haciendo las cosas demasiado mal, sino que las
no coincidencias son más fuertes que las coincidencias. Le puedo asegurar
que en el ánimo de mi grupo y de este diputado que le habla tenemos el
deseo del consenso, de llegar a acuerdos. Se lo dice un diputado andaluz,
porque hace unos días se llegó al consenso con el Estatuto andaluz. ¡Qué
me va a decir usted a mí del consenso!
No tenemos tiempo para hablar de todo lo que ha expuesto -prácticamente ha
hecho un repaso de esta reforma-, así que me referiré a aquellos aspectos
que más nos preocupan y en los que tenemos un mayor interés. Voy a
comenzar por el de la financiación universitaria. Por supuesto que la
universidad necesita fondos, más dinero. Esto es obvio. No un poco más
sino bastante más. Como todos sabemos, el gasto anual por estudiante en
educación universitaria en España es algo menos del 50 por ciento que en
la OCDE y un 25 por ciento menos que en los Estados Unidos. Si se quiere
una buena universidad, sin duda alguna hacen falta fondos, al igual que
para el transporte, para la sanidad y para otros elementos de cualquier
Estado del bienestar. Si esto no se hace, estaremos con grandes
debilidades y no con grandes calidades. Ayer se habló varias veces -y
esta mañana también lo ha comentado el orador que me ha antecedido en el
uso de la palabra- de la cantidad de estudiantes y de universidades. El
Reino de España ha logrado un gran número de universitarios, pero estamos
trabajando para conseguir la calidad; ahí está el reto. La cantidad ya la
tenemos y ahora tenemos que mejorar la calidad para que esta cantidad sea
buena y no se defraude a los ciudadanos. La financiación es necesaria y
fundamental. Uno esto, a algo que usted ha dicho y sobre lo que le haría
una primera pregunta. Si la financiación es necesaria para la autonomía
universitaria, le preguntaría qué entiende usted por autonomía
universitaria. Desde luego está en la Constitución. Todos creemos que lo
sabemos; al menos yo creo que lo sé, pero tampoco lo tengo muy claro.
Evidentemente, la autonomía universitaria sin autonomía financiera
difícilmente puede llegar a buen puerto. Para tener una autonomía
financiera es necesario una buena financiación, de ahí que la pregunta
sea: Cómo ve usted esta relación directa entre autonomía universitaria y
autonomía financiera y las repercusiones que pueden tener en las
distintas universidades. Le voy a poner un ejemplo de la pregunta que le
estoy haciendo.
Ahora mismo, en la comunidad andaluza hay una discusión, un debate, por
decirlo de forma suave, entre la Consejería de Innovación, que es la que
lleva la responsabilidad de las universidades, y los diez rectores de las
universidades andaluzas. ¿Por qué? Porque en el convenio que se firmó hay
una búsqueda y captura por parte de los rectores de 120 millones de euros
ya que hay un desencuentro con la consejería. Si la universidad quiere
pedir su autonomía universitaria directa, supongo que esos 120 millones
son absolutamente necesarios, luego la relación entre la autonomía
universitaria y la autonomía financiera es lo que da el desarrollo a la
autonomía universitaria.
No estoy de acuerdo con el concepto de cerrar centros porque hay poca
demanda. Ayer uno de los comparecientes mostraba una lista, desoladora,
por supuesto, para la universidad española, respecto al ranquin en que se
encontraban las mejores universidades del mundo. La primera era Harvard y
la segunda, Cambridge. En la Universidad de Cambridge el departamento de
clásicas tiene poquísimos alumnos, y yo diría que es el mejor
departamento del mundo. Pues bien, suprimir el departamento de Cambridge
porque no hay alumnos sería evidentemente, complicado. ¿Por qué digo
esto? Porque lo relaciono directamente con la financiación y con la
autonomía financiera. Este problema no se presenta en Cambridge porque
los fondos, que son distintos a lo que significa la financiación
española, les permiten tener uno de los mejores departamentos de clásicas
del mundo. De ahí que no esté muy de acuerdo con cerrar centros.
Le voy a hacer otra pregunta muy directa, y si se ha referido a ella no me
he dado cuenta y le pido disculpas, pero ya que ha hecho un repaso tan
amplio de lo que significa la reforma -aunque en la reforma no está,
porque es el siguiente documento del ministerio, pero que está
íntimamente relacionado con lo que significa esta reforma de la LOU- no
le he oído mencionar lo estricto en el comentario de 240 créditos ECTS
para las titulaciones españolas, cuando este aspecto tan estricto está en
contradicción, según el modesto parecer del Grupo Popular, con la ya tan
cacareada flexibilidad de este documento. ¿Qué opina usted de este
planteamiento?
Respecto a los títulos y al registro, me gustaría que usted, como
presidente de un colegio profesional, me dijera -a lo mejor no lo he oído
tampoco, por lo que le pido disculpas- qué opina del registro. Porque se
dice que el registro puede tener una mayor flexibilidad, y un catálogo
puede tener toda la flexibilidad del mundo. La flexibilidad no significa
menos ni más rigor; el catálogo tampoco significa más o menos rigor, ni
más o menos flexibilidad. Usted representa en este momento a las
profesiones reguladas, al menos a los geólogos -vamos a dejarle en los
geólogos para no darle competencias que a lo mejor no le tocan- y me
gustaría saber qué opina a este respecto. Yo no veo tan claro que un
catálogo no sea flexible y un no catálogo sí lo sea. Tal vez puede ser
más o menos lento, pero hasta el día de hoy, y que venga alguien y nos
demuestre lo contrario, que yo sepa, -si no lo sé es por mi
desconocimiento y torpeza- no conozco a nadie que diga, y si lo dicen no
creo que sea real, que el catálogo actual en España es un documento
cerrado. Las nuevas carreras se siguen haciendo en todas las comunidades
autónomas, cuando hay una demanda la universidad lo presenta a la
comunidad, se empiezan los trámites y al final aparece un catálogo para
que los distintos mundos universitarios del territorio español sepan qué
es lo que tiene que hacer el estudiante que pretenda una movilidad por el
territorio nacional, y este registro a lo mejor presenta ciertas
dificultades para esta movilidad estudiantil, que es otra de las cosas
tan cacareadas en estos últimos días, y ayer y hoy, respecto al nuevo
proyecto.
En cuanto a la selección del profesorado, me gustaría que me dijera qué
opina no tanto de la primera fase de la acreditación, que usted ha
apuntado que la puede hacer la Aneca -que es la única institución en este
país que lleva ese nombre- sino la segunda fase, la fase del concurso de
acceso a plazas por parte de las universidades. ¿Qué opina de lo que dice
la reforma al respecto? ¿Lo ve con rigor? ¿Le parece que puede haber una
manga muy ancha? Basándonos en la autonomía universitaria, ¿podía haber
repercusiones perversas para la excelencia y la calidad del profesorado?
El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista tiene la palabra el señor
Bedera.
El señor BEDERA BRAVO: Le damos la bienvenida, señor Suárez, también en
nombre del Grupo Socialista, a esta Comisión. Como ya sabe, vamos a estar
tres días reunidos aquí con expertos para que nos ayuden -esa es la
función principal de este trámite- a hacer una mejor ley, en este caso
una mejor modificación de la Ley de Universidades, que también es una
ley. Le agradecemos su presencia en su doble representación, como
presidente del Colegio de Geólogos pero también como presidente de la
comisión de formación de la Unión Profesional, que es el equivalente a lo
que esta Comisión es respecto al Congreso, es decir, lo mismo sería la
comisión que usted preside respecto a la Unión Profesional, pero es que
además, como usted ha indicado, es también profesor asociado, por lo que
conoce perfectamente la universidad desde dentro. Por tanto, para
nosotros tiene una perfecta legitimación, y por ello vamos a tener muy en
cuenta sus reflexiones y apuntes de hoy. Ha hecho usted un repaso, como
decía mi compañero del Grupo Popular, exhaustivo. Ha estudiado muy bien
la ley y le ha dedicado mucho tiempo. Parece lógico que sea así en el
caso de todos los comparecientes, pero, como se suele decir, unos más que
otros. Nosotros le agradecemos el esfuerzo y el tiempo que ha dedicado en
sus horas y múltiples dedicaciones, que también nos las ha contado, al
estudio de este proyecto de ley.
Quiero empezar diciéndole, y contestando asimismo al representante del
Grupo Popular, que nosotros también
pretendemos que haya consenso en esta ley. Es muy importante que la
próxima Ley de Universidades pueda tener una vigencia en el tiempo larga
e importante. De hecho -usted también lo ha analizado-, se trata de una
ley que tiene una serie de componentes estables -nos parece que estamos
de acuerdo en eso, y usted lo ha visto porque ha estudiado muy bien la
ley- y deja para desarrollos posteriores otras cuestiones que no deberían
estar en una ley orgánica y podían no ser objeto de modificación
posterior. En ese sentido, también el Grupo Socialista pretende acercar
posturas, y por eso manifestamos al resto de los grupos, principalmente
al del Partido Popular, que nos tienen a su disposición, y así se lo
vamos a ir haciendo llegar a lo largo de esta tramitación para llegar a
un consenso que nuestro grupo cree que es posible.
Su comparecencia es importante porque estamos en un momento en el que se
están negociando -permítame esa expresión- cuestiones que afectan mucho
al mundo profesional que usted representa. La reforma de la Ley de
Universidades es esta, pero en paralelo también está circulando algún
documento del ministerio sobre el espacio europeo de Educación Superior,
concretamente el documento de organización de las enseñanzas
universitarias en España. He creído entenderle en su exposición que son
dos procesos distintos aunque es verdad que están muy relacionados. Ambos
procesos se inspiran en principios generales pero tienen momentos y
tramitaciones perfectamente diferenciadas. Lo diré de una forma rápida:
la modificación de la LOU entraría -hablo desde el punto de vista de la
Unión Profesional- en lo más estrictamente académico, con las
repercusiones consecuentes, y el espacio europeo de Educación Superior
sería el ámbito de lo más profesional. Creo que ustedes deberían dar su
opinión a ese respecto, no sé exactamente si en esta Comisión, pero en el
último número de la revista de Unión Profesional, Profesiones, viene una
entrevista realizada a la ministra de Educación en la que se tratan estos
temas, incluso en otra de sus páginas se hacen eco de la reunión que han
tenido -una comisión en la que estaba usted- con el secretario de Estado,
señor Quintanilla, para hacerle llegar sus opiniones sobre este
documento. Por tanto, nos parece que es un asunto en el que ustedes deben
opinar. Realmente creo que aquí estamos hablando de otra cosa, aunque
bienvenidas sean las opiniones. Si comparamos y casamos el índice de ese
documento de organización para las enseñanzas universitarias en España
con el contenido de la LOU, vemos que hay un punto importante de
encuentro solamente en el registro de universidades, sobre el que también
le voy a hacer alguna pregunta. Son dos cuestiones entrelazadas, pero que
tienen sus caminos, sus recorridos y sus vías perfectamente
diferenciados. La importancia de esta reforma de la LOU, eso sí, reside
en que pone los cimientos para que las universidades puedan afrontar con
éxito la reforma del espacio europeo de Educación Superior. La reforma de
la LOU tardará unos meses en aprobarse, y el recorrido del espacio
europeo, de la reforma del proceso de Bolonia, tiene un horizonte a más
largo plazo. En este orden de cosas, solamente haré un apunte respecto a
la duración de las titulaciones, que está en ese campo al que me refiero
que debería estar fuera del contenido de esta Comisión, pero no me
resisto a preguntarle por la duración de las titulaciones. Como usted
sabe, de las universidades -y efectivamente ayer el señor Solá nos desoló
con el ranquin-, la primera es Harvard, y entre las doscientas primeras
hay muchísimas americanas, el bachelor americano tiene cuatro años, por
ejemplo, todos, o sea, las buenas y las malas, e Inglaterra también tiene
cuatro años. Si nos tenemos que comparar con los buenos, a mí no me
parece mal compararme con las universidades americanas.
Le pregunto por el registro porque es el nudo de unión entre estos dos
campos entrelazados de forma tan importante. Ayer tuvimos la
comparecencia del administrador principal de la Dirección General de
Educación de la Unión Europea, el señor Haug, y respecto al registro nos
dijo algunas cosas muy interesantes. Nos dijo que el sistema actual, por
el cual se puede dividir todo el saber mundial en 148 carreras, le parece
algo del pasado -frase textual-, porque la realidad -nos decía- era mucho
más fluida. Nos ponía el ejemplo de Alemania, donde también se había
adoptado este sistema, y nos decía cómo allí se había quebrado el mito de
que todas las universidades son exactamente iguales, tienen las mismas
misiones y son de la misma calidad. Él creía que este registro va a
permitir a la universidad española una diferenciación entre carreras y
con ello, sobre todo, ser más flexibles en un mundo cambiante, algo que
acaba de decir el anterior compareciente, el presidente del CES. Le
pedimos su opinión sobre el particular.
También nos gustaría hablar del sistema de selección del profesorado. Este
mismo experto internacional, el señor Haug, nos hablaba de la relación
directa -usted también lo ha dicho y estamos de acuerdo- entre la calidad
del profesorado y la calidad de nuestras universidades. El señor Haug nos
decía que la selección del profesorado que se diseña en esta modificación
de la LOU le parecía un sistema mucho más equilibrado que el actual.
Hacía tres afirmaciones rotundas que yo le transmito para que, a su vez,
usted nos diga cuál es la opinión de Unión Profesional. Nos decía que el
actual sistema de selección del profesorado es casi incompatible
internacionalmente, es de poca eficacia para fomentar la calidad y
reducir la endogamia y además decía que era una curiosidad en el paisaje
internacional. Con esa rotundidad definía el actual sistema del
profesorado, mientras que decía que el nuevo modelo que se diseñaba en la
modificación se acerca más al modelo no solo de la mayoría de los países
sino también de las mejores universidades. Nos gustaría conocer su
opinión.
Habla usted de la Aneca. En el Grupo Socialista pensamos que la Aneca
tiene que jugar un papel muy importante, y puesto que usted ha hablado de
ello, le dejaría
caer, para que también opinara al respecto, mi pregunta sobre qué opinión
le merece la Reacu, es decir, la red que se acaba de formar y que agrupa
al conjunto de las agencias de este país.
Ha tocado algunos asuntos a vuela pluma, de pasada, y le voy a pedir
alguna precisión más sobre la coordinación universitaria. Me ha llamado
la atención -y quiero decirle que me ha gustado- que haya hecho usted
referencia a los estudiantes, y sobre ello le haré dos preguntas muy
concretas. Respecto a la coordinación universitaria, efectivamente se ha
diseñado un sistema distinto, desaparece como entendemos el Consejo de
coordinación y aparece la Conferencia general de política universitaria,
que es una sectorial en la que se va a sentar la Administración con las
comunidades autónomas. Al Grupo Parlamentario Socialista le parece -y es
lo que le queremos preguntar- que precisamente ese debe ser el lugar para
estudiar y tratar los temas financieros. Usted hacía una afirmación, que
también he oído en boca de la ministra actual, que es la necesidad de que
una parte de la financiación de las universidades esté en función de los
resultados; no se ha hablado de porcentajes por parte de la ministra,
pero evidentemente tendrá que hacerse. Creo que es una cuestión que queda
fuera de la discusión de la LOU, pero no puedo más que estar de acuerdo
con el representante del Partido Popular cuando decía que sin dinero, sin
financiación no puede haber ni autonomía ni casi nada; se nota que ha
sido responsable universitario y sabe lo que son estas penurias.
También nos gustaría que nos dijera algo sobre el Consejo de
Universidades, es decir, sobre el órgano académico de contacto entre las
administraciones y las universidades. Se lo agradecería, aunque he
entendido al final de su intervención que ha dejado caer que no sería
mala la presencia de la Unión Profesional en alguno de estos órganos. Me
gustaría que nos explicara -creo que puede y además seguro que quiere-
cómo estarían allí, qué es lo que harían. En cuanto a la participación de
los estudiantes, en el Grupo Socialista pensamos que la formación debería
ser integral, puesto que un estudiante no solo tiene que tener
conocimientos, competencias, aptitudes, sino que también sería importante
su participación. Nos gustaría conocer su opinión sobre la reforma de la
participación estudiantil, en especial lo que se refiere al artículo
34.5, la creación de un estatuto del estudiante universitario.
Finalmente -termino, señor presidente-, una cuestión que seguramente está
muy relacionada con una de las actividades a las que usted se ha referido
-creo que nos dará su opinión porque seguro que la tiene-, es la
implicación de los estudiantes en el sistema productivo. El estudiante de
hoy es el profesional de mañana, y desde ese punto de vista, seguro que
Unión Profesional tiene alguna idea de cuál debe ser la implicación de
quien es todavía alumno pero va a pasar al sistema productivo; es decir,
qué toma de contacto debería producirse con el mundo laboral antes de
egresar el estudiante.
El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Suárez, a quien le pido que
sea consciente de que algunas preguntas o reflexiones de los
intervinientes de los dos grupos parlamentarios darían pie a una amplia
exposición que sé que no podemos realizar. Lo digo para que, optimizando
síntesis, eficacia y reflexión con tiempo, esa variable que nos
condiciona mucho en la vida, podamos encontrar ese cierto equilibrio que
estoy seguro de que el señor Suárez va a hallar.
El señor PRESIDENTE DEL COLEGIO OFICIAL DE GEÓLOGOS (Suárez Ordóñez):
Agradezco las palabras del señor González y del señor Bedera respecto a
mi exposición, y voy a intentar ser lo más sintético que pueda en mi
contestación, como me ha pedido el señor presidente.
He escuchado muy atentamente al anterior compareciente y quiero referirme
a sus reflexiones sobre la democracia deliberativa. Realmente, la esencia
de la democracia deliberativa son los parlamentos. Creo que hablando se
entiende la gente y que de alguna manera la democracia deliberativa no
solamente debería estar en el Parlamento, sino en todos los estamentos
públicos -me refiero a la Aneca, al Consejo de Universidades, al Consejo
Social-, porque escuchar a la otra parte siempre es bueno y productivo.
No entiendo que haya algunas personas que piensen que porque va a haber
más autonomía universitaria no pueden participar los diferentes
estamentos de la sociedad civil en todo el entramado jurídico de
instituciones universitarias. Es más, creo que es enriquecedor y que de
alguna manera se debería potenciar. Yo siempre digo que quiero tener voz
y no quiero tener voto. He pedido en multitud de ocasiones ir a las
juntas de facultad para exponer la voz de un colegio profesional, y la
mayoría de las veces no dejan participar. ¿Por qué? Porque se distorsiona
el juego de poderes que se da en determinados estamentos. Me refiero
simplemente a hablar, sin votar. Por eso, como yo creo en la democracia
deliberativa y en que es la esencia de la democracia, deberíamos intentar
que la sociedad civil participe y darle voz en los estamentos
universitarios.
En cuanto a la financiación, en los foros políticos internacionales sobre
gestión pública no se habla ya de cuánto se gasta, sino de cómo se gasta.
Yo soy escéptico cuando oigo decir a algún responsable público que se va
a gastar 3.000 millones de euros en no sé qué, porque los ciudadanos
quieren que se gaste el dinero de una manera eficiente. Por eso creo que
es muy interesante crear la Agencia de Evaluación de Políticas Públicas,
para la evaluación del servicio público, porque cuando se gasta
determinado dinero en determinada política pública queremos saber qué
retornos tiene la sociedad desde el punto de vista económico, desde el
punto de vista social, desde el punto de vista medioambiental, sobre esas
políticas. Gastar dinero por gastar y financiar sin mecanismos de control
no es adecuado. Por eso yo creo que la universidad debe financiarse
adecuadamente
pero con control. La sociedad debe saber qué retornos tiene en cada una de
sus partes de financiación. Por eso, al igual que todas las empresas
públicas tienen unos contratos programa por objetivos en función de los
cuales se financia, la universidad debe tener sus contratos programa con
las comunidades autónomas con una relación directa para la financiación
de las necesidades básicas en función de los objetivos que marquen los
poderes públicos. Tengo aquí lo que dice la Constitución española sobre
la autonomía: Se reconoce la autonomía de las universidades en los
términos que la ley establezca. Por tanto, realmente hay una delegación
de la autonomía sobre la Ley Orgánica de Universidades. Todos los grupos
parlamentarios son los que van a fijar la autonomía. ¿La autonomía es
buena o mala? Depende de para qué. Yo tengo la tendencia, dado que tengo
la visión de una universidad empresarial, de que si se quiere ser
autónomo en la gestión se debe ser autónomo en la financiación, o por lo
menos someterse a determinados controles.
En cuanto a los centros, yo no he dicho que haya que cerrar centros,
quizás lo he dicho mal o me he equivocado, lo que digo es que se deben
habilitar mecanismos para que una comunidad autónoma que asuma el coste o
no coste político para hacer más eficiente el sistema universitario de
esa comunidad autónoma, tenga la posibilidad de cerrar centros. Quiero
decir con esto que si determinada comunidad autónoma no tiene ningún
estudiante, tendrá que pensar que a lo mejor habrá que trasladar a esos
profesores a otra universidad, como pasa en el sistema productivo. Yo
estoy en el mundo de la empresa, y en él se acepta que si determinado
sistema no tiene venta un producto, se cambia. Lo que quería comentar es
que con el artículo 8 resulta posible que una comunidad autónoma que
asuma el coste político de cerrar un centro universitario se encuentre
con que no tiene acuerdo del Consejo de Gobierno y no se puede hacer
nada. Y, lógicamente, a los responsables de las comunidades autónomas los
votamos, pero a los responsables de los centros, no, y los poderes
públicos deben tener mecanismos para tomar decisiones.
En cuanto al registro o catálogo, les diré que realmente es un tema
controvertido. La ley nos dice poco, pero lo que sí está claro y yo
quiero comentar, es que la nueva estructura jurídica de titulaciones que
va a venir de Bolonia es un decreto de nueva planta. Muchas veces digo a
mis compañeros de la Unión Profesional que no debemos estar siempre con
el retrovisor puesto, sino que hay que hacer un sistema que sea bueno
para el país y después hacer un sistema de pasarelas de lo que hay
actualmente sobre el sistema nuevo. El problema que ha habido con los
catálogos es que hay un catálogo actual y un catálogo futuro, y todo el
mundo empieza a preguntar: ¿Y de lo mío qué? En cuanto al registro o
catálogos vuelvo a lo que he comentado: a mí no me importa que las
universidades pongan los títulos académicos que les parezca oportuno;
ahora bien, como mecanismo compensatorio, lo que hay que regular son los
títulos profesionales, que no están regulados. Desde que se aprobó la
Constitución española, hace veintiocho años, prácticamente no hay
regulación sobre títulos profesionales. En Europa hay una distinción
clara en las directivas comunitarias entre títulos académicos y títulos
profesionales, es decir, que las universidades creen los títulos que
consideren oportunos desde el punto de vista académico, pero después los
poderes públicos deben regular el acceso desde esos títulos académicos a
los títulos profesionales. Eso en España no se entiende, pero es algo que
en Europa está absolutamente admitido, solo hay que ver las directivas
comunitarias.
En cuanto a la selección del profesorado, sobre lo que me preguntaba el
señor González pero me parece que me he estudiado la ley, aunque no con
demasiada profundidad, en el segundo nivel se deberían introducir
mecanismos para que la estadística comparada con Europa no sea tan
divergente. Realmente no se entiende por qué si Estados Unidos está a la
cabeza de todas las universidades, allí el 93 por ciento son de otra
universidad, y aquí podríamos decir que no estamos en la cabeza y solo
tenemos el 5 por ciento. Quizá debería incidirse en ese mecanismo. Lo que
sí está claro es que una ley orgánica no debe regular pormenorizadamente
los mecanismos de acceso, porque esos mecanismos hay que adaptarlos y de
alguna manera puede haber que reformar la ley cada poco, pero coincido en
que deberían mejorarse en el segundo nivel los mecanismos de acceso,
aunque no sé cómo. Hay experiencias internacionales que debemos tener
presentes.
En cuanto a la intervención del señor Bedera, tengo que expresarle que
estamos trabajando en la Unión Profesional para aportar nuestras ideas al
proceso de Bolonia. La Unión Profesional, en su mayoría, por lo menos en
las reuniones que tenemos, es favorable a todo el proceso de Bolonia, con
matices pero favorable. En la Unión Profesional nos reunimos y hemos
tenido conversaciones con el actual equipo de Gobierno y con el anterior
no hemos tenido ningún problema, cualquier petición de entrevista siempre
ha sido respondida, incluso el secretario de Estado de Universidades ha
ido a la Unión Profesional a someterse a las preguntas de todos los
miembros de la Unión Profesional. En ese sentido, el acceso al Ministerio
de Educación y Ciencia ha sido muy positivo. Por eso no quiero hablar a
título personal, sino que quiero hablar del mínimo común denominador al
que hemos llegado en este tema de Bolonia, del espacio europeo en
Educación Superior en la comisión de formación, y lo voy a hacer de una
manera sintética. La comisión de formación de Unión Profesional, que
representa a 37 colegios, ha aprobado por unanimidad la obligatoriedad de
que solo con la finalización de los estudios de grado se puedan comenzar
los estudios de máster. Esto es muy importante ya que pensamos que el
modelo de universidad está en que una persona acabe su grado, entre en
contacto con el mercado laboral y después hago el máster, porque yo tengo
la experiencia de que hay múltiples profesionales que se
especializan en temas en los que después nunca van a trabajar. No voy a
poner ejemplos concretos, pero en mi empresa, Administración de
Infraestructuras Ferroviarias, existen ingenieros especialistas en
determinado campo que no practican porque deben estar especializados en
transportes y resulta que tienen un máster en hidráulica. Por eso creo
que es muy necesario para optimizar el acceso de los estudiantes que
cuando se acabe el grado se entre en contacto con el mercado laboral y
después se haga el máster, con lo cual se puede incidir en una política
de tasas distinta en función del grado y en función del máster. El
segundo acuerdo al que hemos llegado en Unión Profesional es referente a
que hay un apoyo casi unánime en que todos los títulos tengan 240
créditos ECTS, excepto un colegio, de titulados mercantiles, que piensa
que deben ser tres años. Es decir, todos los que hemos asistido a las
reuniones de Unión Profesional estamos a favor de los 240 créditos.
Un tema muy importante es el de la profesión regulada, porque en el
documento que el Ministerio de Educación y Ciencia ha presentado no queda
muy definido lo que es profesión regulada. Nosotros hemos hecho un
informe jurídico, incluso Unión Profesional establece que como profesión
regulada, aparte de los títulos que quedan englobados en la Directiva
2005/36 del Parlamento Europeo, los títulos de grado o máster estarán
establecidos por directrices propias, de acuerdo con las atribuciones y
funciones establecidas en el ordenamiento jurídico español. Es un tema
que debe precisar el ministerio. Hemos hablado con el ministerio y están
trabajando en ello, pero deben precisar lo que es profesión regulada,
teniendo en cuenta que se ha regulado muy poco sobre profesiones en
España y que mucha regulación es anterior al establecimiento de la
democracia en España.
En cuanto a la troncalidad, abogamos por la máxima troncalidad de las
carreras y también abogamos por que haya disposiciones transitorias de
los títulos actualmente vigentes hacia el nuevo decreto de planta de
títulos mediante experiencia profesional, pasarelas académicas o
formación continuada. En Unión Profesional hemos hablado sobre el
catálogo de títulos y el registro, y no hay una postura coincidente sobre
el tema. Unos colegios lo ven positivo y otros no. No hay un criterio
claro sobre la cuestión del catálogo y el registro. Hay colegios que lo
ven positivo, otros que no lo ven positivo y otros que están en duda, con
lo cual no tenemos una posición sobre el tema. Espero que cuando el
ministerio concrete más la cuestión de las profesiones reguladas podamos
tener una posición concreta.
En cuanto a los sistemas de selección, ya me he pronunciado. Creo que el
sistema de acreditación mejora en cuanto a que haya currículos públicos.
No puede ser que gente con un índice de impacto cero sea el presidente de
una comisión de selección, como ocurre actualmente. La selección debe
hacerla la Aneca con currículos de alto prestigio, prestigio
internacional, de centros de investigación, y repito que debería afinarse
más el segundo nivel de acceso a la universidad para, de alguna manera,
hacerlo mucho más objetivo y clarificador. Es mi opinión sobre el tema.
En cuanto a la Aneca, ya he comentado que es el corazón de la reforma, y
mi idea es que, en cuanto a los criterios objetivos, si tuviéramos una
Aneca europea, mejor que una Aneca española y mucho mejor que una Aneca
autonómica, porque los mecanismos de control cuanto más se alejen del
controlado muchísimo mejor, ya que somos un país en el que todavía el
enchufismo no tiene reproche social. Es decir, la gente pide o llama a
quien sea para pedir prebendas para su familia, y esto no tiene reproche
social. Está socialmente admitido el enchufismo en este país y todavía no
tiene el reproche que tiene, por ejemplo, en la sociedad anglosajona.
En cuanto a potenciar el papel y la responsabilidad de los agentes -y ya
prácticamente acabo-, el reparto competencial previsto en la Constitución
española sobre la política universitaria da a las comunidades autónomas
la responsabilidad de la política universitaria y al Estado las normas
básicas de desarrollo de la autonomía. Nos parece positivo y muy adecuado
dividir el actual Consejo de Coordinación Universitaria en una
conferencia general de política universitaria en la que se articulen las
políticas intergubernamentales como órgano de coordinación y cooperación
que fije los criterios de evaluación, certificación y acreditación.
Lógicamente, los académicos deben estar en su sitio y los políticos en
otro sitio, porque no pueden fijar los evaluados los criterios de
evaluación.
En cuanto al Consejo de Universidades, las funciones son importantes desde
el punto de vista de asesoramiento, cooperación y coordinación en el
ámbito académico. Tengo que apuntar que la actual regulación del Consejo
de Coordinación Universitaria establece que las personas nombradas deben
ser personalidades de la vida académica, científica, cultural,
profesional, económica y social. En la actual regulación se dice que el
presidente nombrará cinco personas sin ningún tipo de regulación. Pienso
que sería positivo que estas cinco personas representaran a la vida
académica, la vida científica, la vida cultural, la vida profesional y la
vida económica para que sea realmente un espectro amplio.
Para acabar ya definitivamente, los estudiantes son normalmente en este
país los grandes olvidados. Yo les tengo mucho cariño porque el alumnado
es, desde mi punto de vista, lo más importante de la universidad; lo más
importante. (El señor Nasarre Goicoechea: Es que si no, no hay.) Lo que
sí debemos transmitir los profesores es la cultura del esfuerzo en el
sentido de que si hay esfuerzo habrá compensación. Desgraciadamente, el
estudiante no asiste actualmente a clase porque en general se aburre. Hay
un 30 por ciento de abandono. ¿Por qué? Porque tenemos unas metodologías
de enseñanza absolutamente decimonónicas. Hay que acabar con la lección
magistral en los tiempos actuales. Por eso celebro que el Ministerio de
Educación haya hecho un informe sobre nuevas metodologías docentes.
Pensamos que en la época de Internet, con páginas web, la enseñanza con
lección magistral tiene que cambiar. Hay que hacer grupos de trabajo,
teoría del caso y cambiar absolutamente
para implicar a los estudiantes en la universidad porque si no, no asisten
a clase para escuchar a un señor que les transmite su elocuencia. Tampoco
es adecuado que determinadas carreras sean de nueve y diez años, que no
es una carrera de enseñanza sino una carrera de obstáculos. Hay que
acabar con eso; es decir, no se puede tener a los estudiantes allí
entretenidos. Por eso, una de las cosas que más me llaman la atención es
que en España no hay asociaciones de estudiantes universitarios. El
estudiante está en la universidad y quiere salir rápidamente de ahí para
irse a otro sitio, pero no vuelve a la universidad a hacer asociaciones
de estudiantes. Por eso yo juzgo positivo, por ejemplo, el procedimiento
de que quien acredite experiencia profesional y laboral y no disponga de
titulación académica pueda acceder a la universidad siempre que alcance
determinada edad. Es positivo, y es positivo todo lo relativo a becas y
ayudas para personas con cargas familiares, para víctimas de la
violencia, discapacitados, y la política de becas en función de rentas y
en función de la calidad. Debería plantearse incrementar las tasas
académicas por encima del IPC y destinar ese incremento a las ayudas,
relacionar directamente el incremento por encima del IPC y las ayudas a
la enseñanza.
Para acabar, las enseñanzas complementarias son muy importantes. El inglés
y la informática son fundamentales. Los estudiantes universitarios en
este país no pueden acabar sin saber el idioma inglés. Y en cuanto al
estatuto del estudiante y al consejo de estudiantes, me parecen
positivos. Es un impulso muy importante en este sentido. (El señor
Nasarre Goicoechea pide la palabra.)
El señor PRESIDENTE: Señor Nasarre.
El señor NASARRE GOICOECHEA: Le pido una pequeñísima aclaración...
El señor PRESIDENTE: ¿Le pide usted una aclaración?
El señor NASARRE GOICOECHEA: Sí, una aclaración.
El señor PRESIDENTE: Si es un turno de aclaración muy breve,
excepcionalmente voy a abrir este turno de aclaración, no de rebate ni de
debate.
El señor NASARRE GOICOECHEA: De aclaración.
El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra, señor Nasarre.
El señor NASARRE GOICOECHEA: En las conclusiones que usted ha dicho que ha
establecido la Unión Profesional sobre títulos, ha manifestado que son
partidarios de la máxima troncalidad. Pues bien, me gustaría saber qué
entiende usted por máxima troncalidad.
El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra, señor Suárez.
El señor PRESIDENTE DEL COLEGIO OFICIAL DE GEÓLOGOS (Suárez Ordóñez): Voy
a ser muy breve, como solicita el señor presidente.
Lo voy a leer porque tengo aquí el acuerdo. La Unión Profesional
reivindica la máxima troncalidad prevista en el Real Decreto 55/2005,
correspondiente al 75 por ciento de los créditos ECTS, a fin de que las
profesiones reguladas que tengan planes de estudios más homogéneos, al
derivarse de ellos, funcionen sin competencias profesionales. Este es el
acuerdo escrito.
El señor PRESIDENTE: Como presidente, señor Suárez, quiero agradecerle,
como he hecho al principio, su comparecencia y, a título de miembro de la
Comisión, quiero felicitarle por su sistematización, por su libertad y
por su valentía para decir lo que piensa. Estoy convencido de que lo ha
hecho así. Muchas gracias. (El señor vicepresidente, Bedera Bravo, ocupa
la Presidencia.)
-DEL SEÑOR CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID (PÉREZ
DÍAZ). (Número de expediente 219/000727.)
El señor VICEPRESIDENTE (Bedera Bravo): Señorías, continuamos con las
comparecencias de esta mañana. Pasamos a la tercera y damos la bienvenida
en nombre de la Comisión a don Víctor Pérez Díaz, catedrático de la
Universidad Complutense, al que vamos a dar inmediatamente la palabra
para que en una exposición que le rogamos sea de 15 o, como mucho, de 20
minutos nos haga una primera presentación de su opinión sobre la
modificación de la Ley de Universidades para posteriormente pasar a
contestar a los tres grupos presentes en esta sala. Como ha estado usted
en la anterior comparecencia, no le voy a insistir en la mecánica, que ya
ha visto. Muchas gracias, bienvenido y tiene usted la palabra.
El señor CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID (Pérez Díaz):
Ante todo, quiero agradecer a la Comisión la oportunidad que me da de
comparecer ante ustedes y formar parte de la deliberación en la que están
implicados. Mi intervención va a ser muy breve de entrada, porque he
pensado que más que lo que pueda explicarles, que he explicado en muchas
ocasiones, lo que les puede interesar es el cruce de preguntas y
respuestas que tenga lugar a continuación.
Para empezar, tengo que decir que mi experiencia no es la experiencia de
un gestor, sino la de un académico que ha estado en las tareas de
investigación y docencia durante 40 ó 50 años ya. Comencé a hacer trabajo
de campo como sociólogo-antropólogo a principios de los años sesenta.
Desde hace unos veintitantos años soy catedrático en la Universidad
Complutense de Madrid y
he pasado 10 ó 12 años de mi vida en Estados Unidos. Mi visión del tema
universitario está muy marcada por esa experiencia americana. Hice mi
doctorado en Sociología en la Universidad de Harvard. He enseñado en
Harvard, he enseñado en el MIT, he enseñado en California, he enseñado en
Nueva York y, a los 10 ó 12 años de experiencia de investigación y
docencia en Estados Unidos, he añadido 2 ó 3 años de investigación y
docencia en Europa, en París, en Berlín, en el Wissenschaftszentrum, en
el Instituto de Ciencia Política. La lectura que hago de la situación
española es una lectura basada en el trabajo de investigación de
sociología de la educación y sociología de la investigación, en los
cuatro libros trabajados con colaboradores sobre educación y dos libros
sobre investigación. Mi lectura está realizada un poco desde la
perspectiva comparada y a medio y largo plazo. Les confieso que lo que
más me impresiona es el contraste entre el esfuerzo de 30 ó 40 años o
quizá 50 años que se ha ido realizando en España y el carácter
insatisfactorio del balance que podemos hacer al cabo de varias décadas,
incluidas naturalmente las décadas de nuestra España democrática, por
tanto toda la ciudadanía hemos sido responsable de lo que ha ocurrido.
El esfuerzo ha sido grande en cantidad de estudiantes que han entrado en
el sistema universitario, se ha multiplicado muchísimo, eran ciento y
pico mil y ahora son millón y medio largos. La multiplicación de
profesores es enorme. Lo que era universidad de elite se convirtió en
universidad de masas, siendo una universidad accesible a una gran parte
de la población. El esfuerzo financiero ha sido importante también. En
este momento tenemos unos niveles de gasto que, en términos de
porcentajes sobre el producto interior bruto, son equiparables al del
Reino Unido, Alemania y Francia. De manera que no podemos decir que no es
un porcentaje similar. Ha habido consensos políticos, puesto que para un
observador a distancia e independiente, como es mi caso, lo que llaman la
atención no son tanto las divergencias, sino las continuidades durante
mucho tiempo de las diferentes fuerzas políticas del país. Ha habido
consenso político, el gasto ha sido importante y el aumento cuantitativo
enorme. Es evidente además la buena voluntad y el esfuerzo de muchísimas
personas sumamente loables, estudiantes, profesores, gestores y
reformadores y, sin embargo, el resultado no es satisfactorio cuando lo
vemos en perspectiva comparada y no en la perspectiva simplemente de lo
que se haya podido conseguir a partir de un pasado, y no lo es porque,
como ya les han dicho y no es necesario insistir en ello, en ninguna
lista de las universidades importantes en el mundo están las
universidades españolas. No están en los cien primeros lugares de
Newsweek; no están en los 150 primeros puestos de la lista de 200 de The
Times Higher Education Document, la primera que encontramos está entre la
ciento sesenta y tantos y ciento ochenta y tantos, y en la lista de
Shanghai, de las 500 mejores universidades, saben ustedes que ocurre lo
mismo, la primera universidad española está en el nivel ciento sesenta y
tantos, la siguiente está entre los 240 ó 250 y la siguiente está entre
los 340 ó 380, 400, hay cuatro o cinco más. El nivel en el ranquin de
universidades nos coloca en una posición parecida a la de Tailandia,
parecida a la de Méjico, incluso quizás inferior, parecida a la de Corea.
España está entre las 8, 10 ó 12 primeras potencias económicas del mundo,
pero no tiene esa pretensión, no puede tenerla, porque no merece estar
entre las primeras potencias educativas del mundo.
Cuando se ve la conexión que hay entre el sistema universitario de
educación superior y el sistema de investigación, sabemos que la conexión
es importante y profunda, pero cuando vemos los resultados del sistema de
I+D, no son satisfactorios, porque aunque ciertamente se ha mejorado en
los niveles y en la cantidad de artículos científicos publicados, si
atendemos a lo que llamamos patentes triádicas -patentes que se presentan
en oficinas de Estados Unidos, Japón y Europa-, al ritmo que vamos en los
últimos 10 ó 20 años, que es un buen ritmo, alcanzaremos a países como
Francia, Alemania o Inglaterra, dentro de 500, 400 ó 200 años; no los
alcanzaremos nunca. De manera que este país, en lo que se refiere al
sistema de educación, pertenece a otro nivel, no está en la parte que
corresponde a países avanzados. Vemos el contraste que hay en el número
de libros que hay rodando por las universidades españolas, porque hay
menos libros en todas las universidades españolas juntas que en dos
universidades americanas como Harvard y Yale, con veintitantos mil
estudiantes. Esos libros de Harvard y Yale no vienen de un Estado
poderoso que les puso los libros en las facultades. Harvard comenzó con
una librería donada y la gratitud a la librería donada significó que le
pusieron el nombre de Harvard a una universidad; fue una donación privada
de un individuo. Harvard tiene una biblioteca excelente, que se llama
Widener, y se creó con la donación de una familia, en recuerdo a un
alumno de Harvard. No hay que esperar al sistema público o a la
Administración pública, autonómica, local, estatal española o europea
para tener libros, incidentalmente, y no los tenemos.
Cuando miramos el tipo de formación que se está creando en las
universidades españolas, en la parte profesional es interesante e
importante, no lo voy a negar en absoluto, pero es probablemente
deficiente en capacidades generales. No tenemos buenas estadísticas sobre
esto. Sabemos que las tasas de abandono son patéticas, del orden del 40
por ciento, y no han mejorado, sino que han empeorado en los últimos 20
años. Las tasas de repetidores son muy altas. Sobre estos temas ni
siquiera tenemos buenas estadísticas, porque en lugar de que la
transparencia haya ido a más, ha ido a menos a lo largo de las décadas.
En parte porque se ha jugado a relaciones públicas y no se ha jugado a
decirnos la verdad de las cosas. Las condiciones no son buenas. Cuando,
por otra parte, vemos el tipo de estudiantes que llegan a las
universidades, vienen mal preparados. Cuando se hacen comparaciones en el
informe PISA con otros países, nos
encontramos con que España en lo que se refiere a la calidad de lo que se
sabe en matemáticas o en ciencia o en lectura, en una lista de cuarenta y
tantos países está en el lugar treinta y tantos y no antes, y si la lista
es de 30, estamos en el veintitantos y no antes; estamos atrás. El país,
la ciudadanía, la clase política, los medios de comunicación y la
sociedad ha dedicado a este tema una atención intermitente e
insuficiente, a pesar de lo mucho que se ha hablado sobre ello, porque no
ha colocado en el centro de su atención la importancia de la
insuficiencia de los resultados de todo este tiempo. Por tanto, querría
simplemente resaltar, subrayar y colocar en medio de la discusión, si es
posible, la gravedad de la insuficiencia del sistema educativo superior
español.
En cuanto a cómo se pueden resolver situaciones semejantes, hay
indicaciones genéricas. Reservo para la discusión que entremos en
específicas, porque me parece que sería abusar de su tiempo entrar en
detalles. Grosso modo, cómo se hacen bien las universidades en el mundo,
se sabe porque se están haciendo desde hace siglos. Primero fueron las
universidades alemanas, que se hicieron bastante bien durante un tiempo
largo, y luego fueron las universidades anglosajonas y escandinavas. Lo
que hay que hacer en Europa y lo que Europa grosso modo, de manera
todavía dubitativa en cuanto al fondo, está haciendo es comprender y
aceptar el hecho de que las universidades anglosajonas y, en particular,
las de Estados Unidos proporcionan un sistema a emular; y fíjense que
digo a emular y no a imitar, porque con el conocimiento de quien ha
vivido y vive en el interior de esas universidades en buena parte, les
digo que tampoco es un sistema perfecto, que hay muchísimas universidades
regulares o mediocres y que tienen problemas muy importantes. Hablamos
ahora de esos undergrads, de esos colleges, que tienen problemas muy
importantes que no han resuelto bien. De manera que no es la perfección,
no, es simplemente una referencia para lo que está bastante por detrás.
Los escandinavos han aprendido mucho de eso con las variantes propias de
países con lógicas institucionales diferentes, y Europa tendrá que
aprender de eso. El proceso de Bolonia, si no quiere enfangarse en un
exceso regulador -que pudiera ocurrir-, tendrá que aprender de eso -la
lógica normal sería que aprendiera de eso-, y España tendrá que aprender
de eso. ¿Qué se aprende de ese ejemplo? No el dinero, aunque el dinero es
bienvenido, pero no el dinero principalmente. Lo que se debe aprender es
el diseño institucional y la cultura. El diseño institucional y la
cultura de esos países no implica un exceso regulador, sino un mínimo
regulador por parte de las autoridades públicas. El Estado no es el
responsable de la educación, la responsable es la sociedad entera. El
Estado es una parte del conjunto social, pero es la sociedad en su
conjunto la que tiene que asumirlo, porque es un bien privado y público
al tiempo. Las gentes que tienen acceso a buenas universidades bien que
se benefician -y lo sabemos todos perfectamente- de su paso por esa
universidad para hacer sus carreras políticas, sus carreras económicas,
sus carreras profesionales, en definitiva, sus carreras. Negarse a ver lo
evidente no indica más que confusión de juicio. Esta es una parte
importante y deben responsabilizarse de ella.
El diseño institucional con un mínimo regulador estatal implica diversidad
institucional, autonomías universitarias en sentido estricto y no en
sentido metafórico. Autonomía universitaria significa que las
universidades tienen que arriesgarse a tener sus propios programas de
estudio y sus maneras de reclutar a sus profesores y estudiantes; a pagar
el precio por hacer las cosas mal, que es quedarse antes o después sin
profesores, sin recursos educativos y sin estudiantes, y a recibir el
reproche social por hacer las cosas mal, en un espacio español integrado
-no autonómico, sino español integrado- y europeo integrado, y
posiblemente más que eso. El mundo va funcionando de una manera no
predecible y requiere una flexibilidad infinita, requiere experimentación
educativa. No se puede imponer rígidamente un sistema de selección. Hay
que permitir que las cosas funcionen con flexibilidad, porque no podemos
estar seguros de cuál es el mejor sistema, porque depende del contexto
local, depende de las reglas de juego a pie de obra, depende de que se
juegue limpio o sucio, depende de que se acepten por debajo de la mesa
los enchufes o no, depende de que el partidismo ideológico sea excitable
o excitado o sea moderado, depende de todo eso y depende de un mundo que
está requiriendo cambios continuamente en la definición de lo que es la
universidad misma. El punto fuerte del sistema universitario americano es
la flexibilidad, la adaptación a infinidad de circunstancias, la
diversidad institucional. No solo Harvard y Yale, sino cualquiera de
ellas toma sus decisiones con espíritu de riesgo y acepta que antes o
después se le diga: Esto no funciona. He formado parte de departamentos
en Harvard que no han sabido hacer las cosas bien y se han ido abajo, y
es Harvard, y no pasa nada. Han perdido estudiantes, han perdido
reputación y lo han perdido todo durante diez, quince o veinte años
porque se han obstinado, y se obstinan porque creen que pueden controlar
el juego, y no lo pueden controlar. De manera que el diseño
institucional, con las autonomías auténticas, que suponen agentes
responsables y libres que pagan un precio por equivocarse, es fundamental
a todos los niveles, pero sobre todo a nivel universitario. Esto implica
un cambio de diseño, implica una circulación de profesores y estudiantes,
implica que es un escándalo el nivel de endogamia local de los españoles.
Ese 95 por ciento de endogamia local es inconcebible. Es una vergüenza
que se haya podido llegar a este extremo, y esto requiere
arrepentimiento, requiere confesión de culpa y requiere cambiar las
reglas del juego. Sin ese shock, sin esa aceptación del choque de un
sistema que no ha funcionado, sin pasar la pelota de un grupo a otro o de
un partido político a otro, sino reconociendo las cosas tal y como son,
es muy difícil que se cobre conciencia de la gravedad de la situación,
que es muy alta.
Con esto doy por terminada mi breve intervención, a la espera de la
discusión.
El señor VICEPRESIDENTE (Bedera Bravo): ¿Grupos que desean fijar la
posición? (Pausa.)
En primer lugar, por el Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana tiene
la palabra la señora Cañigueral.
La señora CAÑIGUERAL OLIVÉ: Señor Pérez Díaz, muchas gracias por sus
aportaciones. Usted ha defendido la flexibilidad y la adaptación de las
universidades al contexto local y ha realzado la capacidad de adaptación
a infinidad de circunstancias que tienen las universidades americanas y
la capacidad de decisión que tienen las administraciones federales. Si
defiende este modelo, no acabo de entender muy bien por qué luego, en el
caso del Estado español, defiende que haya una integridad española en vez
de fortalecer las capacidades de las comunidades autónomas.
El señor VICEPRESIDENTE (Bedera Bravo): Por el Grupo Parlamentario Popular
tiene la palabra el señor Nasarre.
El señor NASARRE GOICOECHEA: Ante todo, quiero dar la bienvenida en nombre
de mi grupo y en el mío propio al profesor Pérez Díaz y agradecerle su
intervención y sus aportaciones, que suponen un acicate para los que
estamos inmersos en estas tareas legislativas ante este proyecto de ley
del Gobierno. Quiero agradecerle también todo lo que ha aportado a la
sociedad española y a la comunidad científica con su estudio sobre el
conjunto del sistema educativo español y, en particular, del superior y
del universitario, que son puntos de referencia de extraordinaria
importancia.
Sé que ha manifestado con reiteración -y aquí lo ha venido a decir de una
manera muy clara y muy explícita que hay que agradecer- que en estos
momentos nuestro sistema de formación es una de nuestras debilidades
nacionales. Ante el futuro de la sociedad española, se exige una
reacción, desgraciadamente, a todos los niveles, porque también en el
nivel de la educación básica y de la secundaria nos aquejan males que no
hemos podido remediar en estos años y hay tendencias que están
adquiriendo una deriva nada halagüeña y peligrosa. El problema que
tenemos ante su intervención en estos momentos es que el proyecto de ley
que nos envía el Gobierno es de un carácter muy limitado. Se trata
únicamente de algunos retoques semicorporativos, de juegos de poder en la
universidades, con un par de elementos que tienen más enjundia, como el
de la selección del profesorado, que supone modificar o cambiar el
sistema de habilitación de la ley anterior por este sistema de
acreditación, y el establecimiento de un nuevo sistema de regulación de
títulos. Por tanto, usted lo que nos viene a decir es que se necesita
algo más; se necesita un cambio de diseño que afectaría a elementos más
profundos de lo que es el marco del proyecto de ley. Comprenda usted por
tanto que las dos o tres observaciones concretas tienen que estar a
caballo con lo que el proyecto de ley nos señala, ya que al final es
nuestra tarea en estos momentos pero sin dejar de tener en cuenta que su
mensaje del cambio de diseño tiene que ser objeto de una reflexión por
las fuerzas políticas. Desde luego, mi grupo parlamentario se compromete
a ello porque parece que los parches o ungüentos -creo haber entendido
eso en lo que nos ha dicho- no son satisfactorios o no son el camino que
deberíamos recorrer.
La primera pregunta se refiere a lo que usted ha calificado como una
vergüenza, el grado de localismo en la selección del profesorado en estos
últimos veinte años con un sistema de selección del profesorado concreto
que arranca en la LRU, y en el que todos sabemos que el peso determinante
en los órganos de selección está en la propia universidad, y ella ha
optado patológicamente por conseguir al de dentro. En este proyecto de
ley se acentúa este papel interno del departamento, por lo tanto algunos
tenemos la preocupación de que esto suponga un mayor riesgo sin haber
hecho -como usted lo ha llamado- acto de arrepentimiento o de toma de
conciencia. Me gustaría preguntarle si usted cree que habría alguna forma
en la normativa legal de conseguir un cierto revulsivo para acabar con
esta situación. Segundo tema, el modelo de gobierno de la universidad.
Usted ha dicho que hay modelos distintos, por ejemplo el norteamericano.
En eso ha habido una continuidad de los consensos sucesivos con variantes
entre los dos grandes partidos o fuerzas políticas. ¿Usted cree que en el
modelo de gobierno de la universidad pública española habría que dar
algún paso más distinto al debate de si es la comunidad universitaria o
el claustro quien debe elegir al rector y a los distintos órganos
académicos? La tercera cuestión se refiere al ámbito más académico de las
enseñanzas. Estamos metidos en él porque el contexto del proyecto de ley
es el modelo de Bolonia o el proceso de construcción del espacio europeo
de enseñanza superior. En el modelo europeo -por lo menos yo lo entiendo
así- hay un acuerdo de que las enseñanzas universitarias se dividan en
tres ciclos: el primero el bachelor, el segundo de especialización máster
y otro de doctor. La única referencia que se da es que el primer ciclo,
el bachelor, tenga una duración mínima de 180 créditos, es decir lo que
antes llamábamos los tres años académicos. ¿Usted cree que es bueno que
en la aplicación de este esquema pongamos rigideces como establecer que
todas las carreras tendrán los mismos créditos y también el máster y así
sucesivamente? Esto no lo están haciendo la mayoría de los países. ¿Por
el contrario, cree mejor que la regla de la flexibilidad sería la que
tendría sentido?
El señor VICEPRESIDENTE (Bedera Bravo): Por el Grupo Socialista tiene la
palabra el señor Tomás.
El señor TOMÁS GARCÍA: En primer lugar, en nombre del Grupo Socialista, le
traslado la bienvenida a esta Comisión en este momento tan importante en
el que nos encontramos de tramitación de esta norma que
deseamos todos que contribuya a cambiar ese panorama que usted ha descrito
al comienzo de su intervención -que no es un panorama excesivamente
halagüeño- y que ya conocíamos a través de sus muchos escritos, en
concreto el que hace referencia a la educación superior y al futuro de
España. Nosotros alabamos que hoy nos acompañe para aportar su opinión y
su criterio en esta tramitación.
El proyecto de ley de reforma de la LOU supone una profundización de la
autonomía universitaria y además es una profundización que se acompasa
con un mayor grado de responsabilidad. Este texto que estamos debatiendo
contiene elementos que potencian la autoorganización de las universidades
y disminuye de forma bastante clara la excesiva regulación que hasta
ahora tiene la ley en vigor, la LOU. En la tarde de ayer escuchamos con
cierta desazón al portavoz del Grupo Popular, que esta mañana está aquí,
planteando su preocupación por el enfoque de esta reforma legal, que
llegó incluso a definir como una desregulación de consecuencias
desconocidas. Sin embargo, usted ha escrito y ha defendido que las
soluciones a los problemas de nuestras universidades son muy sencillas;
esta mañana ha apuntado alguna de ellas aquí, incluso ha dicho que basta
con que cada cual, cada autonomía, cada universidad, cada profesor y cada
estudiante, haga por su cuenta lo que tenga que hacer. Aquí viene mi
primera pregunta: ¿Cree usted que las bases de la reforma de la LOU ponen
en riesgo el marco institucional de gobierno y coordinación de las
universidades españolas? En segundo lugar, los rectores, a través de su
representante, ayer se pronunciaron con claridad sobre la necesidad de
reformar la actual LOU caminando hacia la definición de un marco
normativo que facilite a las universidades la elaboración de sus propias
estrategias. De forma reiterada usted ha apuntado en sus trabajos que
para salir de los problemas que atenazan a nuestras universidades es
urgente cambiar el marco institucional -lo ha dicho hace un momento- y
sobre todo la cultura de sus componentes, en particular la de los
profesores y los estudiantes. Es por ello que le pregunto si piensa que
estamos ante una buena oportunidad para propiciar estos cambios
culturales que usted reclama. Si es así, qué aspectos del contenido del
proyecto de ley deberían enfatizarse en los desarrollos posteriores de
esta norma por las administraciones autonómicas y por las universidades.
En tercer lugar, no hace mucho usted mismo, tras la aprobación de la LOU
en la anterior legislatura, mostraba un ferviente convencimiento en la
importancia de los estudiantes en relación con el propio dinamismo de
nuestras universidades, incluso demandaba unos estudiantes más motivados
y más exigentes consigo mismos. Para ello apuntaba una receta: los
estudiantes debían pagar un precio por la enseñanza acorde con el coste
real, argumentando que lo que no cuesta no se valora. Le pregunto en esta
mañana: ¿forma parte este pensamiento del cambio de cultura del
componente estudiantil que usted propone? ¿Es un elemento que permanece o
ha variado usted su criterio sobre esta cuestión? Sobre este apartado sí
me gustaría también conocer su opinión sobre las propuestas recogidas en
el proyecto para potenciar la participación estudiantil, ya no solamente
en su calidad de profesor experto y con una amplia experiencia en las
universidades, sino también en su calidad de sociólogo y antropólogo. Por
último, nos ha señalado que los resultados del sistema de I+D no son
satisfactorios. A mi grupo le gustaría que nos diese su opinión acerca de
lo contenido en la propuesta de reforma de la LOU en los artículos 39, 40
y 41 en lo que se va a denominar, a partir de la aprobación de esta
reforma, la investigación y la transferencia del conocimiento y las
funciones de la propia universidad.
El señor VICEPRESIDENTE (Bedera Bravo): Señor Pérez Díaz, tiene la palabra
para contestar.
El señor CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID (Pérez Díaz):
Ante todo muchísimas gracias por sus preguntas, porque son muy exigentes
y muy interesantes, y contestaré en la medida de mi capacidad.
Es muy importante lo que la señora diputada de Esquerra Republicana ha
planteado y va muy al corazón de las cosas. Yo creo en la autonomía
universitaria de las universidades mismas, por lo tanto mi inclinación
sería: potenciemos al máximo lo que cada universidad quiera hacer. Mi
filosofía de mínimos regulatorios iría en esa dirección. Si esa
universidad se equivoca, si se mete en su propia concha y no sale de sí
misma y de su pequeño entorno pagará un precio. Quizá la comarca, la
región, la autonomía estará contenta con ella porque, por lo que sea,
encontrará motivo de satisfacción en esa institución un poco de
campanario, pero así es la vida, esas cosas ocurren; sin embargo, el
sistema en su conjunto, a pesar de que haya estos procesos patológicos
localistas, funciona mejor si la mayor parte de las universidades se
arriesgan a tomar decisiones sobre con qué idioma se entra en esa
universidad, qué se enseña en esa universidad. Si hace de su capa un
sayo, pagará el precio de los errores que pueda cometer. Al final habrá
un proceso de experimentación del conjunto, un proceso de innovación por
miles de lugares educativos, del que se beneficiará el conjunto de la
sociedad en cuestión. ¿Cuál es el papel que ha de jugar el Gobierno
autonómico? Si yo pienso en Estados Unidos, los gobiernos tienen
capacidad de regulación de sus universidades públicas, no de sus
universidades privadas -que son importantes-, y usan esa capacidad
pensando en que el conjunto de todo el espacio norteamericano funciona de
tal manera que a ellos les conviene una especie de competencia
regulatoria con otros Estados para hacer las cosas bien y razonablemente,
atrayendo estudiantes de Mississippi, si se está en California ¿Cataluña
quiere atraer estudiantes del resto de España o no quiere? Ellos verán.
Si no quieren, eso tendrá implicaciones y consecuencias políticas,
sociales y de construcción de un espacio. Eso se planteará
a todos. Mi planteamiento de patriota cívico o de ciudadano es: yo creo
que es conveniente un espacio español integrado en el cual circulen los
estudiantes, que los de Madrid se vayan a Barcelona. Yo soy catedrático
de la Universidad de Madrid, he pasado tiempo en la Universidad de
Barcelona enseñando y he estado feliz, y me parece que lo normal sería
que la gente se acostumbrara a circular, no solo en España sino en toda
Europa, y que jugáramos no solo con nuestras lenguas estatales y locales
sino con el inglés, que es la lingua franca. Por lo tanto, nuestro futuro
es un futuro de trilingües o cuatrilingües. Tendremos que saber el inglés
sin duda; si no, no tendremos Europa, porque es la lingua franca, es el
latín de hoy para nosotros, y tendremos que tener nuestro español,
alemán, etcétera, y nuestro catalán, etcétera, y nuestro... otras cosas.
Esto nos planteará -lo que no les plantea a los americanos-, unas
complejidades lingüísticas que ellos no tienen; esto es un minus y un
pro. Es un minus porque nos complica la vida, pero es un pro sobre todo,
porque es fundamental que tengamos esas capacidades lingüísticas. Uno de
los problemas que tienen los norteamericanos y uno de los problemas que
tiene su sistema universitario es que no enseña idiomas suficientemente
bien. ¿Esto qué significa? Significa que Estados Unidos está a cargo de o
se siente a cargo de, con responsabilidad del mundo y un mundo que le
responda en inglés, por lo tanto es un mundo que él no acaba de entender
en su lengua propia. Es un déficit cultural que ellos tienen, que no
deberíamos imitar. De manera que nuestra complejidad es un plus. Los
escandinavos lo han aceptado así, y en las mejores universidades
escandinavas, por definición, están operando en inglés; naturalmente con
su idioma propio, pero en inglés. Lo que no sea ir por aquí es una
locura. Por lo tanto, tenemos que construir sistemas de autonomía
universitaria, con la capacidad que tienen los agentes libres para
equivocarse, y dejar que se equivoquen. Si se obstinan en que solamente
se hable allí el occitano, que hablen el occitano y verán lo que ocurre;
serán una curiosidad museística en una generación o dos, ellos mismos lo
verán. Por tanto, autonomía universitaria es autonomía de agentes libres
con la posibilidad de errar el camino y de estrategias; ellos verán, son
libres. Esa es mi respuesta a su pregunta. Al mismo tiempo creo en
espacios abiertos y circulación. ¿Cómo combinar esto? Los americanos más
o menos han encontrado una fórmula. Tienen un sistema político enrevesado
y complicado, pero a base de mercados, a base de inglés, a base de rule
of law y de sistemas han creado un espacio en el cual circulan de manera
natural. Es ilógico que los chicos y las chicas se queden en su lugar de
origen, que no salgan de sus mesas camillas y no se vayan a otra ciudad a
experimentar y a vivir. Lo normal sería una circulación muy grande de la
población estudiantil española en todas las direcciones, no solamente en
España sino fuera, pero desde luego en España.
Entre lo que es gran diseño y lo que podríamos llamar ajustes a lo que hay
existe un problema de prudencia. En conciencia, si vengo aquí y me
preguntan, yo no tengo más remedio que decir que aquí hay un error de
diseño que hemos cometido todos, por razones que vienen de muy atrás. El
problema de la endogamia local no es de la LRU, el problema de la
endogamia local es una inercia institucional y cultural que tiene este
país desde siempre porque han ocurrido muchas cosas, de catedráticos que
han amamantado a sus rebaños para atraerlos a su cátedra y de juegos,
incluso con las oposiciones públicas de antaño, que estaban más o menos
orientados hacia los candidatos locales; después hubo las
regularizaciones de todos los PNN imaginables en sus sitios de origen,
evitando pruebas. Todo esto ha ido construyendo una tradición que se
alimenta a sí misma de quedarse donde se está, jugando a ser el buen hijo
de familia en la familia a la que se pertenece. Como esto ya forma parte
de una cultura acendrada de clases medias y de Administración pública a
todos los niveles, aparte de expectativa de demanda y de oferta, es
complicado desmontarlo. El gran diseño, pienso, tiene el peligro de la
utopía imposible. El soñador que viene de lejos, viene de otra galaxia,
viene de Estados Unidos y nos cuenta unas cosas maravillosas que son
imposibles de resolver. Sé lo que es esa experiencia; sin embargo, la
lógica de la situación europea nos va a obligar a los españoles, porque
lo mejor del sistema europeo comprende que tiene que redefinir el proceso
de Bolonia acercándolo a la experiencia americana, y a nosotros nos
conviene instalarnos en ese proceso de reformas europeas y de
acercamiento hacia lo americano, no tendiendo hacia el ministerio de
educación europeo -no, por favor-, no hacia un exceso regulatorio que
venga de Bruselas, sino hacia una operación más bien de reducción de la
densidad regulatoria de todo el sistema, para que florezcan las cien
flores. En ese sentido es importante tener el marco de referencia de qué
hacer hoy aquí con la selección de profesorado y con la regulación de
títulos. Nos hacen falta las dos cosas, la prudencia de la aplicación
práctica, en la cual los partidos políticos tienen un papel central
porque son una pieza crucial en la modificación del gran diseño hacia
algunos cambios, y el ajuste; sin embargo, sin la idea del gran diseño
los ajustes se van a quedar eternamente cortos porque todo lo que se haga
va a ser traducido a la realidad con el espíritu de antes. Yo puedo hacer
una acreditación que en cierta forma parece sobre el papel que va en la
dirección correcta, pero tengo que prever cómo se aplicará efectivamente.
Por tanto, tengo que estar alerta a cuáles serán los mecanismos que hagan
de eso un mecanismo de flexibilidad y no de reducción de filtros de
exigencia, y eso hay que verlo teniendo en cuenta el contexto. Soy
sensible a lo que hay de intención de flexibilización y acreditación,
pero alerto sobre cómo se traducirá esto en la vida real, en los
mecanismos que efectivamente existen de hacer funcionar las cosas en las
universidades, que están dominadas por las redes locales de
autosostenimiento y autorreproducción. Como la interpretación y la
aplicación de la norma van a estar en manos de gentes orientadas
sustancialmente por su
propia experiencia en esa dirección, hay que estar atentos. Esto no es una
recomendación específica, es una llamada de atención sobre cómo se hagan
las cosas.
¿El grado de endogamia local por tanto aumentará o descenderá? No puedo
predecir qué ocurrirá. Mi preocupación es que la introducción de un
elemento adicional formal, una acreditación requerida para aquello, para
entrar por la vía de funcionarios, se parece a lo que sería la
habilitación, pero en este caso las pruebas y la definición de las cosas
se plantean mucho más en el terreno de la universidad local. Hay algo ahí
que me llama la atención positivamente: que la universidad local tenga el
control de cosas. Hay algo que me preocupa: que todo el contexto sugiere
que será una variante más de lo mismo. De aquí que yo vea que la solución
a este especie de dilema de qué ocurrirá al final nos sea dada no tanto
por las cautelas reguladoras de ahora como por el gran cambio de diseño
que se haga. Serán los profesores y los estudiantes que sean atraídos por
esa vía los que dirán la última palabra sobre si el mecanismo ha
funcionado o no. Mientras no generemos una situación en la cual haya gran
circulación de profesorado y de estudiantado y las universidades no
paguen el precio por hacer la acreditación de la que se espera una
flexibilidad, de tal manera que sea una reiteración del juego previo;
mientras no encontremos los incentivos en el sistema para que las cosas
funcionen correctamente en el sistema mismo, yo veo estos cambios
reguladores con un moderado escepticismo. Entiendo la intención de
flexibilizar, me preocupa la realización efectiva.
Creo que la publicidad puede ser importante, la transparencia de lo que
ocurra. Aquí hay un componente de -entre comillas- vergüenza torera que
es importante, pero tenemos que ir más lejos, y yo veo el más lejos
relacionado en parte con el tema de modelo de gobierno. Una vez más soy
escéptico respecto al tinkering, a los cambios respecto a que el rector
sea nombrado de esta forma, de esta otra o de aquella manera, porque ya
hay un entrenchment. Es decir los grupos de intereses en las
universidades españolas tienen gran sabiduría práctica de cómo hacer las
cosas. Son profesionales de mucho tiempo y saben cómo manejar las
instituciones que se les pongan por delante; lo saben muy bien porque
todos se dedican a esto, o nos dedicamos a esto todos, a mirar la ley, el
reglamento, el subreglamento y las prácticas habituales; hay
complicidades obvias. De manera que estamos jugando en este momento con
un sistema de diseño que el problema que tiene es que cualquiera que sea
quien esté a cargo de esto no paga precio por hacerlo mal, y pagar precio
por hacerlo mal es perder estudiantes que se vayan a otro sitio, perder
profesores que no vayan a una universidad que no va a ningún lado y que
no atrae porque no hay debate intelectual importante y perder fondos de
financiación. Las universidades tienen que perder fondos de financiación
cuando no hacen las cosas bien porque su mixto de financiación sea
complejo, no sea solo sector público, sino también sector privado; el
sector privado tenga que ser las empresas que dan dinero para hacer
investigación -es un problema adicional- y los estudiantes, y ahora
entraré en el tema de los estudiantes que ha salido. De manera que yo
creo no tanto en una modificación de los reglamentos del modelo de
Gobierno como en que cualquiera que sea el modelo de Gobierno pague el
precio de que su universidad tiene grandes dificultades financieras para
salir adelante a todos los efectos, y que de nuevo va a un mínimo
regulatorio que va contra la tendencia dominante en el debate público
español, que sé perfectamente que no va por ahí ni ha ido en treinta,
cuarenta o cincuenta años. Soy perfectamente consciente de mi anomalía
pero insisto en ella.
Que vayamos por el modelo de Bolonia o no depende de cómo funcione a la
hora de la verdad ese modelo. Si funciona al modo escandinavo -los
alemanes son lentísimos en tomar decisiones, las decisiones que han
tomado sobre una cierta jerarquización en las universidades llega muy
tarde, pero van en esa dirección-, si ese mundo de holandeses,
escandinavos y anglosajones empuja el proceso de Bolonia en una dirección
de flexibilidad y de mercado universitario -palabra tabú, mercado
universitario-; si va en esa dirección, la providencia divina nos
sonreirá a todos. Si va en la dirección del exceso regulatorio europeo
continental clásico será simplemente un enfangamiento adicional. La idea
de aproximarnos al grado de bachelor es interesante; un grado de bachelor
que en Estados Unidos funciona bien en cien o doscientas universidades y
no tan bien en otras, e incluso donde funciona bien tiene problemas, de
manera que no hay que verlo como la solución, pero es una vía importante
porque al final -este es un problema de mayor calado todavía- no
tendremos universidades en todo el occidente hasta que no redescubramos
lo que son universidades, que significa uni-versidad, es decir lo junto
de lo diverso, y la capacidad de establecer un debate intelectual
permanente entre las facultades de humanidades, ciencias sociales,
ciencias naturales y demás, y construir una transmisión de cultura junto
a la transmisión de la cultura de innovación. No es la universidad
simplemente lo que se define por innovación, sino por innovación y
tradición de cultura, transmisión de cultura. Esto depende del primer
nivel, del nivel del bachelor, y esto no se ha hecho en las universidades
europeas casi nunca, desde el arranque de la Humboldt en su origen en el
siglo xix, pero sí lo han hecho o lo han intentado hacer las
anglosajonas, sobre todo las norteamericanas, en los últimos cincuenta u
ochenta años, con resultados mixtos, pero sigue siendo para nosotros los
europeos un punto central todavía desenfocado en la discusión pública.
En cuanto a que aprovechemos cualquier oportunidad que aparezca en el
camino, la ley sobre acreditación y cambios de gobierno en la dirección
de flexibilizar me parece una buena intención que aplaudo como intención.
Me encuentro con cierta dificultad de precisar lo que se traduzca de esto
en la realización efectiva, lo reconozco. Ojalá vayan las cosas en esa
dirección. Dar a las universidades
márgenes de juego para las titulaciones es bueno, darles márgenes de juego
para la selección de profesorado es bueno, y en ese sentido estoy a
favor, a condición de que sea público y notorio y las consecuencias
salgan a la luz, se haga con luz y taquígrafos, aparte de que los
resultados no sean simplemente resultados a evaluar por una agencia
evaluadora que es a su vez un organismo, sino que sean evaluados por un
mercado de profesores, estudiantes y recursos educativos económicos que
van o que no van. Naturalmente que entre los recursos educativos están
las tasas educativas y las donaciones de antiguos alumnos. En este país
las donaciones de antiguos alumnos son rara avis. En Estados Unidos son
importantisimas, porque se ha desarrollado una cultura de identificación
con tu universidad a la que tienes íntima gratitud; no gratitud pro
forma, sino gratitud auténtica, y le das algo que tu has recibido. La
lealtad específica a una universidad está muy ligada a la identidad; no a
la universidad, no al sistema, sino a la tuya, con la cual has
establecido una relación personal importante. Esto será un subproducto
del cambio hacia el gran diseño. No se podrá imponer por prédica. Será el
resultado de una experiencia de familiaridad con otro tipo de diseño, si
alguna vez ocurre. Las tasas académicas no pueden ser un sexto de lo que
cuestan las cosas, porque, insisto, el bien educativo de enseñanza
superior es un bien público y privado, tiene un componente privado. Por
tanto, debe ser pagado en parte por aquellos usuarios que se van a
beneficiar sustancialmente, una gran parte de ellos. Y debe hacerse, no
por un sistema de becas puras, sino por un sistema de préstamos a
devolver en su momento a lo largo de la vida profesional. Eso es lo que
dará una sensación de: yo pago una cantidad que es importante y que es un
sacrificio de hoy o del futuro. Una beca o un préstamo no es un derecho,
es un acto de confianza de la sociedad que no tiene por qué invertir en
nosotros, en mí, porque puede invertir en muchas otras cosas que también
son muy importantes. Esto solo se hace sobre la base de que yo doy de mí
lo mejor de mi mismo y estoy en la universidad con la sensación de que
qué hago aquí para no perder el tiempo, porque el tiempo corre y huye, y
yo no puedo estar aquí aburriéndome. ¿Qué es eso de aburrirme porque no
me dan las lecciones con la metodología correcta? ¿No soy yo un ser
humano como estudiante, un agente libre y responsable de mi educación?
¿Es que me voy a colocar en la posición de víctima, me van a dar la
educación a mí y otros son responsables de la educación que a mí me dan?
¿Con 20 años? ¿Con 18 años? ¿Qué son, niños? Son responsables de sí
mismos y son responsables de la educación que tienen que arrancar de los
libros -hay que leer- y de los profesores a los que hay que exigir. Por
eso, lo que tienen que hacer es pagar una parte importante por ellas. La
clase política tiene que tener el valor de enfrentarse con la demagogia
de una calle sobresaltada y fuera de lugar, si eso ocurre. Vía
persuasión, paciente y continua. Vía ejemplo. Vía la sensatez que da el
decir: estas cosas son obligación de todos, incluidos vosotros, incluidas
las familias. Mucho de esto es cuestión de prudencia. Es un camino de
exigencia gradual, de educación y pedagogía colectiva y cívica. La
participación estudiantil es importante, interesante y debe existir. Es
razonable que se potencie en todos los órganos de la vida porque forme
parte de esa democracia deliberativa de la que se nos ha hablado, y se
nos ha hablado bien. Ahora bien, la democracia deliberativa tiene el
punto de: en un momento determinado se toman decisiones responsables por
parte de alguien y las toma esa persona o esa institución. No es la
coartada para un bloqueo indefinido de decisiones porque nadie se hace
responsable de ellas. Que el I+D no es satisfactorio, que lo que se haga
en la universidad, por lo menos utilizando la prédica de: la universidad
debe comprometerse en la dirección de potenciar investigación, es loable.
Se ha hecho en el pasado y si se sigue haciendo, es una conducta que
merece aprobación. Pero la cuestión básica es desarrollar en la vida real
las relaciones entre cada una de las universidades por su cuenta con las
empresas mismas, no por vía regulatoria, sino por la vía de que las
universidades generen unas ofertas educativas o de investigación que
encajen con las demandas, y viceversa, de las empresas del territorio,
para empezar, que se construyan cluster, como se han generado en el
Silicon Valley y en tantos otros sitios, y esto tiene que hacerse
localmente. Cada universidad tiene que batirse el cobre por su cuenta y
tiene que hacer prospección de su territorio, y si crece, su territorio
será más grande. Pero esto es, de nuevo, un problema de autonomías
universitarias, es un problema de realidad vivida al terreno local. Es
ahí donde se crearán los cluster de conocimiento que son la base de las
comunidades de innovación y de las universidades de investigación en
Estados Unidos; no por una regulación de Washington, sino por la
estrategia agresiva, en cierto modo, y prudente de las universidades a
pie de obra.
El señor VICEPRESIDENTE (Bedera Bravo): Muchas gracias, señor Pérez Díaz,
por su interesante aportación. La tendremos muy en cuenta todos los
grupos. (La señora Cañigueral Olivé pide la palabra.) No estamos dando
ningún segundo turno porque habría que abrirlo a todos los grupos, señora
Cañigueral.
La señora CAÑIGUERAL OLIVÉ: Quería hacer una pequeña aclaración, pero por
cuestión de tiempo lo haré en privado.
El señor VICEPRESIDENTE (Bedera Bravo): Si lo puede hacer particularmente,
mejor, y así damos entrada al siguiente compareciente.
-DEL SEÑOR CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DE LEÓN (SOSA WAGNER). (Número de
expediente 219/000728.)
El señor PRESIDENTE: Señorías, continuamos la sesión con la comparecencia
de don Francisco Sosa
Wagner, catedrático de la Universidad de León, a quien doy la bienvenida,
con una doble satisfacción. Primero, porque fue profesor mío hace mucho y
hacía tiempo que no le había visto, aunque le sigo por sus escritos y
libros; en segundo lugar, por haber acudido a esta Comisión de Educación
que, a lo largo de estos días, está recabando la opinión de diferentes
expertos en materia educativa universitaria. Sin más preámbulo, dado que
llevamos cierto retraso en la sesión, le doy la palabra al profesor Sosa
Wagner para que haga una intervención en tiempo y forma moderada con el
fin de cumplir, en la medida de lo posible, el calendario previsto y no
hacer esperar al último compareciente más allá de lo razonable. Señor
Sosa, suya es la palabra.
El señor CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DE LEÓN (Sosa Wagner): Quiero dar
las gracias a los diputados de esta comisión. Es un placer poder reunirse
bajo la presidencia de un antiguo alumno, lo cual demuestra que ya soy un
señor bastante viejo. Les agradezco que me hayan llamado porque creo que
van a perder el tiempo oyendo hablar a un catedrático de provincias que,
además, es un catedrático raso, que no tiene ningún cargo académico, que
ha ostentado algunos cargos académicos pero con bastante desgana. No sé
si mi intervención les servirá para iluminar los debates que aquí se
están celebrando acerca de la reforma de la Ley de Reforma Universitaria.
Yo no tengo más título para hablar aquí que el que me otorga haber
meditado recientemente sobre la universidad y sobre la autonomía
universitaria y haber escrito un libro que se llama El mito de la
autonomía universitaria que publicó Civitas. En segundo lugar, yo no
represento aquí a nadie; me represento a mí mismo. Soy un señor que acaba
de cumplir 60 años, llevo 30 años de catedrático y, como he dicho, no
tengo aspiraciones ni siquiera a ser vicerrector, de manera que lo que
voy a decir aquí son cosas que a mí solo afectan y no tengo ni puedo
ofrecer el respaldo de nadie que esté detrás de mí en cuanto a grupos,
asociaciones, etcétera. Estos son mis dos únicos títulos para hablar.
Desde el punto de vista de mi formación, soy catedrático de derecho
administrativo y mi formación es una formación germánica. Digo esto
porque el compareciente anterior a quien tanto admiro tiene una formación
americana. Yo tengo formación germánica, he estudiado en la universidad
alemana de Tubinga de joven y a esa universidad vuelvo todos los veranos.
Me los paso allí metido en el seminario de derecho público, trabajando y
enredando entre los libros. En efecto, he escrito un libro sobre la
autonomía universitaria que viene muy al hilo de lo que se aborda en este
proyecto de ley.
Atendiendo a la petición que me ha hecho el presidente, que es muy
correcta, justa y adecuada, resumo mi posición que es bastante heterodoxa
en relación con lo que habitualmente se oye sobre todo esto. A la
autonomía yo la he llamado un mito pues no ha existido prácticamente
nunca. En España -no voy a hacer un recorrido muy antiguo- hay dos
documentos que demuestran cómo la autonomía no ha sido una preocupación
en la universidad española tradicionalmente. Me remito al proyecto de ley
que presentó el Gobierno republicano en 1933 siendo ministro de Educación
don Fernando de los Ríos. Don Fernando de los Ríos hace una intervención
muy larga en esta casa sobre el proyecto de ley de reforma universitaria
-que era un proyecto de ley extraordinariamente largo y detenido en
cuanto a artículos, preceptos, etcétera- y en ese proyecto de ley -que
luego no se llegó a aprobar porque enseguida se disolvieron las Cortes y
ya vino otra mayoría parlamentaria- que se presentó aquí por el ministro
en ningún momento se habla de la autonomía universitaria. Cito otro
ejemplo que es el libro canónico sobre la universidad que todavía todo el
mundo cita: la Misión de la Universidad de Ortega, libro publicado en
1930. Podrán comprobar ustedes que Ortega no hace jamás una alusión a
esta idea de la autonomía universitaria. La autonomía universitaria en la
tradición reciente española viene de algunos publicistas conectados con
la Institución Libre de Enseñanza, en concreto con Giner de los Ríos y su
libro La Universidad española, libro muy expresivo de lo que estoy
diciendo. Pero fíjense que Giner de los Ríos y la Institución Libre de
Enseñanza en ningún momento se están planteando la autonomía en los
términos en los que nosotros lo estamos haciendo ahora, como autonomía
organizativa de una institución constitucionalmente garantizada y
regulada. Lo que tienen en la cabeza los institucionistas es la libertad
de enseñanza. ¿Por qué? Porque ellos estaban muy incómodos en una
universidad donde todavía la Iglesia católica ejercía una influencia
decisiva en el control de los contenidos de los programas y de las
conciencias. Decía don Giner de los Ríos: El Ministerio de Educación es
el ministerio de las almas. Pues bien, en el ministerio de las almas
había todavía una penetración enorme de influencia eclesiástica y eso era
lo que veían con extraordinario recelo aquellos hombres. Y lo que pedían
era libertad de ciencia, libertad de cátedra, libertad de enseñanza; no
autonomía de la universidad, sino la autonomía entendida en ese sentido.
Es verdad que luego la autonomía se convierte en una idea fuerza y que en
la transición política española se vincula a la idea más general de la
autonomía política y ciertamente se incorpora a la Constitución. Por
tanto, la idea de la autonomía universitaria carecía de un respaldo
histórico inequívoco. Hay que tener en cuenta que el único decreto de
autonomía universitaria que se hizo fue en el año 1919 por un ministro,
César Silió -que era un hombre de Maura- un hombre ciertamente venerable
e importante, pero hay que ver la que organizó el Decreto de Silió de
autonomía universitaria. A él se opusieron todas las cabezas pensantes de
la época: Pittaluga, Unamuno, Blas Cabrera, y todas las personalidades.
Cuando hubo un cambio de Gobierno el decreto se derogó diciendo que no se
acomodaba a la Ley Moyano y que infringía un reglamento. De manera que la
tradición en ese sentido es muy escasa.
Subrayo esto para decir que llega a la Constitución española con este
pasado histórico tan endeble y probablemente esa es la razón por la que
cuando uno repasa el "Diario de Sesiones" de la discusión constitucional
advierte que se hablaba de la autonomía universitaria pero que nadie
sabía muy bien de lo que estaba hablando. Todo eso pasó sin pena ni
gloria por el debate parlamentario. Pero alojado como está en el texto
constitucional, para nosotros ya es palabra constitucional y así tenemos
que aceptarlo, sobre todo porque el Tribunal Constitucional lo ha
calificado de derecho fundamental. A mi juicio y con todos los respetos
hacia los señores magistrados que firmaron esta sentencia, esto es un
disparate porque la autonomía universitaria se concibió como una garantía
institucional; garantía que, por cierto, es una cosa que viene de Carl
Schmitt, un gran jurista alemán que acabó de nazi. Lo que pretendía
Schmitt era reservar y proteger determinadas instituciones públicas de la
acción legislativa porque temía que los bandazos que representaban los
extremos en el Parlamento de Weimar, es decir, los comunistas y los
nazis, produjeran alteraciones en instituciones básicas de la sociedad.
Por eso Carl Schmitt, que era un hombre muy conservador y que, como he
dicho, acabó de nazi, pero que era muy inteligente, dijo: Un momento, así
como hay derechos fundamentales de los ciudadanos que no se pueden tocar,
hay también instituciones que no se pueden tocar. Es una casualidad que
Carl Schmitt cite el matrimonio, la familia, la herencia, el ejército, el
funcionariado -casi nada-, la Administración local, la universidad. Eso
es lo que hace Carl Schmitt y lo califica de garantía constitucional.
Luego viene el Tribunal Constitucional español y se saca eso del derecho
fundamental, yo lo respeto y todos lo tenemos que respetar porque está en
el precepto constitucional. Mi tesis, sin embargo, es que alojada, como
ha sido, la autonomía universitaria en el texto constitucional y remitida
su regulación a las distintas leyes orgánicas de universidades que ya ha
habido, esta autonomía universitaria se ha convertido en la maleta de
doble fondo para meter en la universidad material de contrabando y sobre
todo material de contrabando averiado. Esa es mi tesis fundamental. ¿Por
qué? Porque lo importante, a mi juicio, no es la autonomía de una
organización. Que se proclame la autonomía de una organización me parece
una cosa irrelevante. Lo relevante en el sistema universitario es que se
respeten las libertades individuales de quienes forman parte de esa
corporación: de los profesores, de los estudiantes, etcétera. Es decir,
son las libertades individuales: la libertad de investigación, la
libertad de ciencia, la libertad de cátedra son los valores que merece la
pena que sean respetados por el ordenamiento jurídico y el ordenamiento
jurídico tiene que aprestar las técnicas y los instrumentos necesarios
para que eso sea una realidad. Que todo eso se aloje en el marco de una
institución autonómica es indiferente. Puede alojarse perfectamente (así
lo destacó, por cierto, el magistrado Díez-Picazo cuando presentó el voto
particular en la sentencia referida a las universidades) en el marco de
una institución que no goce de autonomía. Vuelvo a insistir en que la
comprensión que las leyes universitarias han tenido de la autonomía ha
llevado a esta conclusión: a la introducción en el ámbito de la
universidad de un material de contrabando averiado. Por otro lado, las
universidades gozan de autonomía pero da igual que una universidad
albergue en sus muros siglos y siglos de existencia o que se haya creado
antes de ayer por medio de una ley, un decreto-ley o un decreto. Esto es
realmente chocante. Por eso he comparado a la autonomía con el concepto
teológico de la gracia: un don de la infinita bondad del legislador
destinado precisamente al logro de la bienaventuranza sin que el
agraciado aporte méritos ni proporción a lo que ha obtenido. La autonomía
universitaria es, en términos teológicos, una gracia, porque se crea una
universidad en el papel, por medio de una ley, y al minuto siguiente esa
organización es autónoma y puede ordenarse como quiera en el marco de la
ley. Todo esto es un verdadero despropósito que ha estado presidiendo
nuestra vida universitaria durante todos estos años. El valor
constitucional de la autonomía podía haber tenido otra traducción
legislativa y eso no hubiera afectado en absoluto al contenido del
derecho fundamental, de la garantía institucional o como queramos
llamarlo, de la autonomía universitaria y nos hubiéramos evitado los
destrozos que la incorporación de la autonomía -entendida en el sentido
que estoy señalando- ha producido en el cuerpo universitario. ¿Cuáles son
esos destrozos? Voy a referirme a ellos también muy brevemente.
En primer lugar, en materia de selección del profesorado -esta mañana,
cuando he llegado, estaba hablando uno de los preopinantes, el geólogo, a
quien he oído dar unos datos tremendos acerca de la endogamia; en el
mismo sentido se pronunciaba el profesor Pérez Díaz hace un momento-, se
sustituye en la Ley de los años ochenta el sistema que existía por otro
distinto y, por otro lado, se introduce esta cosa diabólica, esta especie
de sacrificio que presentamos en el altar de la diosa autonomía: que la
universidad proponga a dos personas de la comisión o del tribunal que va
a juzgar la prueba. Pero la universidad no es la propia universidad.
Teóricamente es el rector, el consejo de gobierno o la junta de gobierno.
Sabemos perfectamente que esa propuesta parte de los departamentos y, en
realidad, del propio interesado. En la mayoría de los casos la aparición
de dos personas en los tribunales estaba puesta por el interesado, por la
misma persona que iba a opositar, que estaba destinada a ocupar la plaza,
como ponen de relieve esos datos que se han dado del 95 por ciento de los
propios miembros de la plaza convocante, etcétera. Esto es evidente y es
la consecuencia inequívoca de un sistema que, insisto, inmola en el altar
de la autonomía este sacrificio que es decir que hay que dejar a la
universidad que cite a dos personas. Aquí está la trampa. ¿Qué es la
universidad? La universidad no es nada. La universidad es, al final, el
departamento, el candidato que aspira a ascender como profesor titular o
como catedrático. ¿Qué ocurre en estos
momentos? En el proyecto de ley esta situación se agrava todavía más
porque nos encontramos con unos preceptos referidos al acceso del
profesorado universitario donde se nos dice que unas comisiones
evaluadoras valorarán los currículos. En primer lugar, se suprimen las
pruebas públicas. Es un paso verdaderamente importante. ¿Razón? Conozco
perfectamente una: cuesta mucho dinero montar las comisiones de
habilitación que se desplazan de un sitio a otro. Comprendido. Para mí
sería pavoroso tener que desplazarme para estar seis meses en otra ciudad
examinando a la gente. Esto es molesto para quienes son víctimas del
sorteo y es probablemente caro también desde el punto de vista del
ministerio. Pero, hay muchas cosas caras en la universidad. ¡Anda que no
es caro mantener vicerrectores por las universidades y a nadie se le
ocurre suprimirlos de un plumazo! Ese no es un criterio. No se puede
decir, como criterio para suprimir las pruebas públicas, que son caras,
porque es caro el proceso de selección de un profesor. Estamos ante una
actividad importante, no es una actividad comercial. No se puede medir
esa actividad desde el punto de vista mercantil o comercial. Por tanto,
la supresión de las pruebas públicas va a contribuir a la degeneración
del sistema. Por otra parte, el peligrosísimo precepto remite a la
potestad reglamentaria del Gobierno la composición de esas comisiones.
Como he dicho antes, soy una persona mayor, me inicié en la vida
académica en los años finales del franquismo. ¿Cuál era la reivindicación
de los progres -entre comillas- de la época en relación con todo esto? La
reivindicación era que todos los miembros del tribunal, todos, fueran
sorteados. ¿Por qué? Porque en aquella época había un enredo procedente
del ministerio que nombraba a un señor. Pero el ministerio no era el
ministerio, era el director general de Universidades que administraba ese
asunto nombrando presidentes de tribunales a sus amigos. En segundo
lugar, una segunda persona que aparecía en el tribunal como consecuencia
de un enjuague en el Consejo Nacional de Universidades. ¿Qué pedíamos
entonces los que no estábamos favorecidos por el poder político? Lo que
pedíamos era sorteo de los cinco miembros del tribunal y casi se consigue
al final de la dictadura. En la actualidad y tal como está redactado el
precepto, eso no está claro porque se remite a la potestad reglamentaria
del Gobierno que, por cierto, no sabemos si se trata del Gobierno de la
nación o del de las comunidades autónomas que hayan asumido esa
competencia como exclusiva en sus estatutos de autonomía, que es otro
asunto. Se pasa esa prueba y en la segunda prueba la señora o el señor al
que han puesto el sello de catedrático tiene que esperar a que se le
nombre. Y, ¿cómo espera que se le nombre en una universidad? Las
posibilidades de que le nombren en una universidad distinta, no nos
engañemos -si queremos engañarnos podemos seguir haciéndolo-, son
extraordinariamente remotas, prácticamente inexistentes. Esta señora o
este señor está destinado a ser nombrado en su propia universidad.
¿Cuándo es nombrado en su propia universidad? Cuando tiene buena relación
con el rector o con el equipo de gobierno, es decir, cuando ha atinado a
la hora de votar en las elecciones a rector. Esto es así y todo lo que se
diga en relación con la presentación más o menos almibarada de este
problema, se podrá presentar y nos lo podremos creer como tantos camelos
nos creemos en la vida, pero la realidad es que esas comisiones, que no
están tampoco reguladas en la ley sino que están remitidas a los
estatutos de las universidades, van a ser naturalmente controladas por
quienes manejan la universidad, por la oligarquía que se ha hecho cargo
de la universidad. Todo esto en una ley que nos oculta cómo se nombra a
los miembros de las comisiones que van a acreditar a los futuros
catedráticos o profesores -nos lo oculta y lo deja reservado a la
potestad reglamentaria- y que, sin embargo, regula detenidamente en los
artículos 22 y 23 las funciones del secretario general y del gerente de
la universidad, dos figuras perfectamente prescindibles en el organigrama
universitario, desde el punto de vista de una ley orgánica. Para un
estatuto de la universidad eso está bien, pero que regulemos en los
artículos 22 y 23 detenidamente estas dos figuras, parece un poco
excesivo cuando un asunto central como es el de la selección de las
personas que van a tomar parte en los tribunales de acreditación no lo
tenemos aclarado.
Por otro lado, está este problema infinito en la Función pública española,
que es la convivencia de dos modelos en el sistema, el contratado laboral
y el funcionario. Esta es la cabeza de Jano que no hay forma de encajar.
Sé que esto es así y que no es sino la consecuencia de un modelo de
Función pública que ahora está en el proyecto de ley del empleado público
exactamente igual. Hacer coincidir en una misma estructura universitaria
a los funcionarios públicos con los contratados laborales me parece una
esquizofrenia organizativa que podía evitarse, bien a favor de la
contratación laboral o bien a favor de la Función pública. A mí me da
igual, lo único que pido para la selección del profesorado es un absoluto
rigor en el método a través de comisiones y pruebas perfectamente
públicas que se conozcan, currículos que se publiquen, etcétera, pero que
luego se ostente la condición o regulación jurídica del contratado
laboral o del funcionario, me da exactamente igual. Esto es lo que
tenemos en la ley y me parece que es un retroceso importante. El otro
asunto, que también ha sido la labor de matute que ha metido la idea de
la autonomía universitaria, es el relativo a la elección de rector. La
elección del rector ha pasado por diversas situaciones, como la del
claustro y el último sistema es el de elección por sufragio universal.
Antes ha dicho mi compañero el profesor Pérez Díaz que es igual el
sistema que se establezca porque a quienes son profesionales del mando en
las universidades les da igual cualquier sistema porque los dominan
todos. La mayoría de los profesores no nos dedicamos a ese asunto, pero
quien se dedica -y dedica horas- a todo eso, a la gestión universitaria,
naturalmente que se lo sabe. Por tanto, da exactamente igual que el
sistema de elección del rector sea uno u otro, pero, cuidado, la ley
actual tampoco opta por un modelo y encomienda nada menos que a las
universidades y a los estatutos de las universidades la selección del
sistema de elección de rector. Si hemos montado el sistema de las
comunidades autónomas, con sus parlamentos regionales, si algún margen
podemos dar a las comunidades autónomas a la hora de regular el
desarrollo de la ley orgánica podría ser, por ejemplo, que la comunidad
autónoma diseñara el sistema de elección de rectores y no que esto lo
hagan los estatutos de la universidad. Si los estatutos de la universidad
son los que lo hacen, esto -y perdonen la expresión- es como poner al
lobo a cuidar a las ovejas, porque el rector que esté en el cargo se
perpetuará indefinidamente, por sí o por las personas que van a sucederle
en el cargo y que él quiere que le sucedan. Esto es así, insisto; podemos
presentarlo de manera edulcorada o, como se ha hecho, exhibiendo la diosa
sacrosanta de la autonomía universitaria, pero la realidad es la que yo
estoy contando. Con un sistema en virtud del cual los estatutos de la
universidad señalan cómo se elige al rector, el rector in carica, que
dicen los italianos, el que está en el asiento o designa a su sucesor o,
si es que puede, se autonombra él mismo en función de los años que tenga
en este asunto.
Fíjense en lo siguiente. La autonomía universitaria, tal y como está
concebida en las leyes, llega a tal despropósito que no se puede comparar
con la autonomía local. La autonomía local tiene una seriedad mayor que
la autonomía universitaria, evidentemente los alcaldes, concejales y
diputados provinciales proceden de elecciones libres, iguales,
democráticas, directas y secretas, por tanto, con todas las garantías de
los sistemas electorales que, por supuesto, también tiene el sistema
electoral español. Los acuerdos de las corporaciones locales, a pesar de
que están también rodeadas del halo de la autonomía -artículos
correspondientes de la Constitución, etcétera-, pueden ser impugnados;
hay organizaciones en el Estado, en las delegaciones del Gobierno, el
abogado del Estado o los abogados que están al servicio de las
comunidades autónomas, que están controlando los acuerdos de las
corporaciones locales para ver si se impugnan, y de hecho se impugnan
muchísimos, con mejor o peor fortuna. Esto, que está así establecido para
una autonomía local, una autonomía territorial y, por tanto, una
autonomía seria, resulta que no existe en el ámbito universitario, en el
que no hay manera de impugnar; pueden adoptarse acuerdos alegremente por
los órganos de gobierno sin que nadie tenga la responsabilidad
institucional de proceder a su revisión y, en su caso, a su impugnación y
a que sean los tribunales de lo contencioso-administrativo los que
conozcan del asunto.
Como el presidente me señala que vaya acabando, lo hago ya diciendo
simplemente que, además de estos dos puntos que me he permitido plantear,
podría hablar de los planes, de los estatutos de las universidades, unas
normas extrañas que no permiten ninguna autonomía de la universidad,
porque lo que contenga un estatuto puede ser perforado directamente por
la ley o el reglamento correspondiente. Aquí no ocurre como en la
autonomía local, en la que teóricamente la ordenanza local está
recubierta de dureza para que en ella no pueda penetrar el legislador el
Estado o el de la comunidad autónoma. En el estatuto de la universidad
penetran alegremente las leyes y los reglamentos, los del Estado y los de
las comunidades autónomas, porque no hay manera de preservar un núcleo
duro ajeno al poder de dirección que ostentan el Estado o las comunidades
autónomas. Sobre todo esto no puedo avanzar ya más. Por tanto, me someto
a las preguntas que a ustedes se les hayan podido ocurrir al hilo de esta
intervención disgregadora mía. Les agradezco muchísimo la atención que me
han prestado y vuelvo a agradecerles la invitación para estar con ustedes
hoy aquí, porque para mí es un orgullo y un honor.
El señor PRESIDENTE: Dan ganas de decir que la polémica está servida, pero
ese no es mi papel. Así que tiene la palabra el portavoz del Grupo
Parlamentario Popular, señor Nasarre, y posteriormente el del Grupo
Parlamentario Socialista, señor Tomás.
El señor NASARRE GOICOECHEA: Mis primeras palabras son para dar la
bienvenida y saludar al profesor Sosa Wagner, a quien quiero agradecer
sus aportaciones, su exposición y su ciencia jurídica. Ha manifestado su
condición de persona independiente, y en las tareas de esta Comisión mi
grupo valora que existan voces rabiosamente independientes, que sabemos
que no tienen ninguna vinculación orgánica, y que nos ilustren con sus
opiniones, sobre todo cuando están basadas en la reflexión sobre la tarea
propiamente académica. Por todo ello, agradezco sinceramente al profesor
Sosa Wagner su intervención y he de decirle que mi grupo va a tener muy
en cuenta todas las cuestiones que ha abordado. En los temas de fondo,
los temas clave de la reforma universitaria ha trazado un análisis
realista y de consecuencias jurídicas que me resulta de enorme interés.
En cuanto a la selección del profesorado, que se ha convertido en una de
las claves de esta mini reforma universitaria -en algunos otros aspectos,
por ejemplo, en el gobierno de la universidad y en la incorporación del
deporte se trata de retoques-, insisto en lo que también le dicho antes
al profesor Pérez Díaz, y es que el problema que esto plantea a mi grupo
parlamentario es que, coincidiendo con el diagnóstico que ha hecho el
profesor Pérez Díaz, a pesar de todo el esfuerzo que se ha hecho, del
incremento cuantitativo y en el número de profesores, los resultados de
nuestra universidad, como sabemos, en cuanto a calidad y a competitividad
no los podemos dar por satisfactorios. Hay deficiencias que se han
enquistado en la vida universitaria, y tenemos que salir de ellas para
conseguir la universidad que todos queremos. En eso hay una coincidencia;
y el objetivo es compartido. En este sentido, la selección del
profesorado es un tema que no ha funcionado. Por las razones que sean,
las universidades han utilizado mal los mecanismos
que han tenido para la colocación del personal y las normas han sido
insuficientes, etcétera, y el proyecto de reforma, si no se modifican
otras cosas, plantea el gran riesgo del ahondamiento del mismo problema.
A la vista de su análisis, que le agradezco, quisiera plantearle la
siguiente cuestión. Para conseguir un rigor en la selección del
profesorado, usted ha defendido la necesidad de pruebas públicas
transparentes y competitivas. Ha dicho que estamos ante una situación
esquizofrénica en la que una parte del profesorado es contratado y otra
pertenece a los cuerpos docentes universitarios. Una de las novedades de
esta reforma no es solo que suprime las pruebas públicas competitivas,
sino que confiere a cada universidad un sistema de acceso sin pruebas
públicas anteriores que no puede ser ni homologable ni homogéneo para el
ingreso en la Función pública docente, en cuerpos docentes nacionales.
Personalmente, esto me parece una anomalía grave y además este paso que
podría dar esta ley no existe en ningún otro ámbito de la Función
pública. Me gustaría que, como catedrático de derecho administrativo, nos
comentara usted algo sobre esta cuestión.
La segunda cuestión que le quiero plantear -prácticamente usted no la ha
podido abordar- y también se lo planteo como catedrático de derecho
público, de derecho administrativo, es la referida a la regulación de los
títulos oficiales universitarios. Quiero precisar aquí -ayer lo dije y
hoy lo reitero- que el problema que plantea este nuevo modelo de
regulación de los títulos universitarios es su carácter engañoso en una
primera parte, que se irá descubriendo progresivamente por el estudiante
y por la sociedad, que es crear unos títulos que se siguen llamando
oficiales y que tienen validez en todo el territorio nacional, pero que
al no estar regulados al final dejan de ser títulos oficiales y válidos
en todo el territorio nacional. Nos encontramos con un problema de estas
leyes engañosas. Podemos tomar los legisladores la decisión de decir:
desregulemos, y que no haya títulos oficiales y válidos en todo el
territorio nacional, o que esos títulos oficiales y válidos en todo el
territorio nacional sean unos pocos, los que se refieren a profesiones
reguladas, a directivas europeas o lo que sea, y con ello creamos un
nuevo híbrido, que a lo mejor se tarda en descubrir. Pero si el título de
geólogo o de químico o de biología de la universidad equis tiene un plan
de estudios totalmente distinto del de la universidad y, se llama de
distinta manera, puede plantear problemas. Me gustaría saber cuál es su
reflexión, su análisis, sobre si conceptualmente es posible llamar
títulos oficiales y con validez en todo el territorio nacional sin ningún
tipo de requisito, de troncalidad en los planes de estudio que tengan la
posibilidad de ser homologados.
El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista tiene la palabra el señor
Tomás.
El señor TOMÁS GARCÍA: Señor Sosa Wagner, bienvenido a esta Comisión. En
primer lugar quiero trasladarle en nombre de mi grupo el agradecimiento
por sus aportaciones al debate en torno a la reforma de la Ley de
Universidades, en un momento en el cual pensamos que hacen falta,
efectivamente, voces discrepantes y que provoquen una reflexión acerca de
lo que estamos haciendo. Demuestra usted una preocupación por nuestro
sistema universitario. Lo ha manifestado en su primera exposición y lo
viene manifestando en su producción literaria en torno a esta cuestión, a
la vez que -y esto es algo que quisiera resaltar- observamos una alta
dosis de confianza en los protagonistas que forman parte del sistema
universitario, es decir, en profesores y alumnos. No podríamos pensar de
otra manera, porque después de oírle lo que ha dicho sobre el lobo y las
ovejas nosotros queremos seguir pensando que esto forma parte también de
la alta dosis de confianza que usted manifiesta en nuestro sistema
universitario y en quienes lo desarrollan día a día.
A diferencia de lo que acabamos de escuchar, nosotros no tenemos esas
seguridades categóricas que se nos han expuesto previamente. Por poner un
ejemplo, no las tenemos en torno a una materia como es la de la autonomía
universitaria, de la cual usted ha afirmado con rotundidad que no existe
tradición alguna en nuestra historia reciente ni pasada. Es verdad que
esa es una posición heterodoxa respecto al común, pero a mí me gustaría
remitirle no ya a la manifestación emblemática más reciente, que es la
Magna Charta Universitatum de Bolonia, del año 1988, que literalmente,
por reciente y por contundente, habla de la universidad como institución
autónoma que de manera crítica produce y transmite la cultura por medio
de la investigación y de la enseñanza, sino a los precedentes de la
autonomía jurisdiccional de las universidades europeas que hay que situar
en el siglo XII, en Federico I Barbarroja, en las escuelas jurídicas
boloñesas, en la Authentica Habita, que, como usted bien conocerá, es
autonomía jurisdiccional en la que los miembros de las universidades son
sujetos a la jurisdicción de los maestros o del obispo de Bolonia;
libertad de desplazamiento, libertad de residencia. No solamente es un
caso aislado en la historia europea, sino que además tenemos el dato de
80 universidades en Europa en las que se lleva a cabo el derecho para
actuar como corporación en sus relaciones con la sociedad civil religiosa
-estamos hablando de la época bajomedieval-, derecho a actuar como
corporación con la sociedad civil, libertad para seleccionar a sus
docentes y alumnos y elaborar sus propios estatutos. Por tanto,
permítanos hacer esta matización a su afirmación categórica, que
efectivamente entendemos que esta tradición se rompe en la España
borbónica. Como todos sabemos, desde el siglo XVIII la política
centralizadora tiene su traducción en la armonía -entre comillas-
universitaria, que da perlas como la de 1875, en el siglo XIX ya, de
Manuel Oroño, ministro de Fomento de Cánovas, cuando decretó la
intervención de la libertad de cátedra y la autonomía, religión de
Estado, protección del régimen monárquico, disciplina y orden, cosas
que,
evidentemente, estaban muy bien encuadradas en la Ley Moyano y que se
podían entender muy bien en aquel contexto histórico, pero evidentemente
no en un contexto de la tradición bajomedieval o de la época moderna.
No me quiero extender sobre esta materia, porque me parece que el
compareciente ha hecho una amplia exposición de la misma. Lo que le
quiero preguntar, finalmente, sobre esta cuestión es si usted cree que
nuestras universidades están realmente en posición de desarrollar todo su
potencial, si no existen unas garantías de autonomía y responsabilidad,
tal como vienen recogidas en esta propuesta de reforma de la ley y tal
como se establece también en la comunicación de la Comisión Europea para
cumplir con la agenda de modernización para las universidades. ¿Cree
usted que esto es posible, independientemente del debate histórico que
podemos mantener?
Ha hablado usted también largo y tendido sobre la selección del
profesorado. Creo entender que no está demasiado de acuerdo con las
prácticas endogámicas, por lo que acaba de expresar. Sobre el sistema
actual de habilitación, todos más o menos coincidimos en que debe ser
reformado porque es un sistema costoso, ineficaz e ineficiente y además
no garantiza la selección de los mejores profesores. La propuesta de
reforma establece un sistema de acreditación en el que se valora el
currículum individual y en el que las universidades recuperan la
capacidad para seleccionar el mejor profesorado. Sé que esto entra en el
ámbito de la autonomía universitaria y que puede causar -según usted-
algún perjuicio, pero entendemos que esta es la propuesta que hace el
proyecto de ley, que ha sido muy bien valorada en el día de ayer por el
doctor Haug, de la Comisión Europea, y que esta mañana también puso de
relieve mi compañero Mario Bedera en su intervención ante un
compareciente previo. ¿Qué le parece a usted el sistema propuesto de
sustitución de la habilitación por la acreditación? ¿Cree que la
habilitación ha contribuido a potenciar esa endogamia que usted ha
señalado como un mal terrible? ¿Cómo piensa que se debería seleccionar el
profesorado en las universidades? Esto nos interesa mucho porque estamos
seguros de que ninguno de los comparecientes que hasta ahora han pasado
por esta sala y los que van a pasar hoy y mañana son fruto de la perversa
endogamia ni del perverso localismo que usted ha señalado.
Por último, me gustaría conocer su opinión acerca de otro tema que no ha
abordado hoy directamente pero sí en alguna otra ocasión, que es el de la
relación entre el mercado de trabajo y las universidades. A primera hora
de esta mañana el presidente del Consejo Económico y Social nos daba
datos muy reveladores. Señalaba que el 65 por ciento de los titulados de
artes y humanidades están empleados en tareas no acordes con la
especialidad que han desarrollado, y se refería a otra serie de datos que
vienen a corroborar que hay un problema grave. La pregunta que le hacemos
es si usted piensa que las universidades españolas pueden seguir viviendo
de espaldas a las demandas sociales y económicas del país, y si esta
reforma que proponemos recoge las bases necesarias para facilitar la
transferencia de ciencia y tecnología con el sistema productivo. Por
último, quisiera preguntarle si ve algún riesgo en la tendencia de
estrechar lazos entre el mundo productivo y las universidades, porque
podríamos encontrarnos con alguna sorpresa en ese sentido.
El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Sosa. Le rogaría que, en la
medida de lo posible, nos ciñéramos al tema objeto de la cuestión, que es
la valoración en relación con el proyecto de ley, aunque estoy convencido
de que alguna referencia histórica se traerá a colación. Que sea
razonablemente breve, aunque será intensa.
El señor CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DE LEÓN (Sosa Wagner):
Efectivamente, alguna referencia tengo que hacer a eso.
Los ejemplos que ha puesto el diputado del Grupo Socialista están muy bien
traídos, como el de la Universidad de Bolonia, pero yo he tratado de
explicar históricamente ese fenómeno. La autonomía de la universidad
existe, pero ese concepto de autonomía no se puede trasladar a una época
en la que no existe el Estado. La autonomía exige que haya una
referencia. Cuando no existe el Estado la universidad se organiza de
manera corporativa. Cuando el Estado empieza a crecer, los señores que
han controlado las universidades -no lo olvidemos- han sido la Iglesia,
las iglesias a partir de la reforma protestante, y los señores
territoriales feudales, a partir del cisma de la Iglesia, que termina en
el siglo XV, y la división del cristianismo, el protestantismo, etcétera,
y todo eso lleva a la conformación de un modelo que va acabando en la
construcción de un Estado. El Estado es el que viene a sustituir al poder
que habían ejercido la Iglesia católica y los señores territoriales en
sus respectivos feudos. Es decir, la referencia a esa autonomía no se
puede hacer como ahora a una instancia estatal. Es una instancia estatal
naciente, y esa es la razón por la que se configuran como corporaciones y
no como instituciones o, en todo caso, como fundaciones de personas
particulares, de un obispo o de un señor feudal. Desde esa perspectiva
hay que entender lo que se dice por autonomía universitaria, que no tiene
nada que ver con el concepto actual, cuando está estructurado el Estado.
Insisto, por tanto, en ese dato importantísimo, que es que las
corporaciones nacen cuando no existe el Estado y, a partir de ahí, la
Iglesia y los señores feudales controlan las universidades y,
excepcionalmente -por ejemplo, en el caso de España, la Corona de Aragón-
los municipios también intervienen en las universidades. Pero hay que
tener en cuenta -me permito señalárselo en relación con la afirmación que
usted ha hecho- que la reforma del siglo XIX y la reforma borbónica sobre
todo no suponen un cambio espectacular respecto a la autonomía
universitaria. Felipe II, Felipe III o Felipe IV entraban con sus
inspectores y con sus
veedores a controlar lo que pasaba en las universidades y, por supuesto,
la Iglesia también ejercía ese control. En esos términos hay que colocar
el pasado de la universidad. Lo que ocurre en el caso del ministro, que
no se llamaba Oroño sino Orovio, no es por el espíritu de la Ley Moyano
-la Ley Moyano fue un ley liberal, en el sentido de que fue neutral para
fomentar la educación en España-, es que en todo el funcionamiento
educativo español está presente muy determinantemente la Iglesia, de ahí
que surja el asunto de la Institución Libre de Enseñanza y por ahí
quieran escaparse del predominio ideológico eclesiástico, que todavía
existe en las universidades.
Voy a referirme de manera muy resumida a lo último que me ha preguntado
sobre las relaciones entre el mercado de trabajo y las universidades. Es
evidente que esa relación tiene que existir, por lo que no quiero
insistir sobre eso, pero quiero señalar que hay disciplinas y saberes en
la universidad que no tienen nada que ver con el mercado de trabajo, y no
pasa nada. El señor que se dedica a estudiar griego o lenguas clásicas no
tiene ninguna correspondencia en el mercado de trabajo, y a ese señor hay
que protegerlo, evidentemente, porque, si no, estaríamos hablando de una
empresa que está produciendo tornillos o camisas. No es la productividad
lo que se mira en eso. Tomás y Valiente, gran personalidad, al que todos
debemos respeto y un recuerdo emocionado, decía: La universidad tiene que
ser algo crítico y un poco inútil. Las relaciones entre el trabajo y el
mercado están muy bien -ahí no voy a entrar porque eso lo respeta todo el
mundo-, pero al mismo tiempo señalo que la universidad también tiene que
ser inútil porque tiene que haber en ella personas críticas que no se
crean los camelos que les cuentan en las instituciones que rodean a la
sociedad. Esa es una función muy importante.
Respecto al profesorado, como también el representante del Grupo Popular
me ha preguntado sobre ello y tengo que ser muy breve, voy a decir algo
muy simple. Yo haría una única corrección a todo este sistema. Lo
aceptaría todo, siempre que se introdujera un pequeño detalle procedente
del derecho alemán, que es -no lo digo en alemán porque es una palabra
larguísima y sería una pedantería por mi parte-, la prohibición de
nombramiento de las personas de la casa. En Alemania todo el sistema de
selección del profesorado circula en la propia universidad. Se hace uno
doctor, se habilita en la propia universidad donde está, pero el profesor
ordinario, el catedrático, no puede serlo allí donde ha estudiado, donde
ha hecho la tesis o donde se ha habilitado. Simplemente con ese
correctivo acepto todo lo que está puesto ahí, porque desaparece el
peligro de que las comisiones de las universidades no nombren más que a
las personas que están cerca de los equipos rectorales. Por tanto, acepto
completamente lo que está en los preceptos correspondientes -contesto
también a lo que señalaba el señor Nasarre-, siempre que se establezca
esta pequeña guinda de este modelo alemán tantas veces invocado pero que
no está presente en el sistema español. Ahí está la gracia del asunto.
Ahí está la clave. Creo haber contestado a las cuestiones relacionadas
con el profesorado.
El señor Nasarre me preguntaba respecto a los títulos. No creo que el
sistema que está diseñado en la ley sea para seleccionar profesores de
derecho administrativo, que somos una especie absolutamente inútil en la
sociedad -tengo motivos para saberlo- y, por tanto, me da igual cómo se
seleccionen. Ahora bien, yo me pregunto si se puede seleccionar a un
profesor de patología quirúrgica mandando unos papeles a una comisión.
¿Se pueden seleccionar así? Me parece un poco fuerte. ¿Se puede
seleccionar así a un catedrático de ginecología? Me parece un poco
fuerte. Pero, insisto, yo estaría dispuesto a aceptar el sistema que se
contempla en la ley siempre que se estableciera esta limitación, la
prohibición de nombrar a los de casa, y asimismo que para ingresar como
profesores titulares se exigiera que ese señor se sepa el programa de la
asignatura. El que a un señor que ha hecho una tesis de 300 páginas se le
dé el título para explicar una asignatura completa; me parece una broma.
En algún momento un profesor tiene que demostrar que se maneja; igual que
nos hacían a nosotros antiguamente, que nos dejaban cuatro horas
encerrados con libros. Tampoco era complicado, pero había que defenderse
un poco. Esto me parece importante.
En relación con la regulación de los títulos, lo único que reivindico es
el artículo 149.1.30.ª de la Constitución, donde se habla de la
competencia del Estado a la hora de regular toda esta cuestión por tanto
títulos estatales y troncalidad. Por troncalidad se entiende que se
establezcan básicamente los saberes que tienen que tener nuestros
licenciados, porque los saberes que se incorporen en los planes de
estudio hechos por las universidades, es decir, por las juntas de
facultades y por los enredos de los intereses de los allí presentes,
tanto profesores como alumnos, desde luego no me merecen ninguna
confianza. Por tanto, artículo 149.1.30.ª de la Constitución y
troncalidad.
Termino. Estos días, leyendo unas revistas alemanas de mi especialidad, me
he encontrado una noticia que me ha dejado absolutamente sorprendido y
que afecta a las facultades de Derecho en relación con el espacio
europeo. Cuenta el articulista de la revista cómo en el programa de
Gobierno que han hecho entre los socialdemócratas alemanes y los
cristianodemócratas para formar el Gobierno de coalición han rechazado
para las facultades de Derecho la incorporación del espacio superior
europeo. Lo han rechazado, yo no me lo podía creer y fui a través de
Internet al documento correspondiente del Gobierno alemán; no me costó
mucho trabajo encontrar en Internet de Alemania, por medio de Yahoo, el
documento base que ha servido y sirve para el Gobierno de coalición.
Efectivamente, ahí está dicho: el Gobierno y los partidos políticos que
forman el Gobierno se comprometen a no permitir que se modifiquen los
planes de estudio de las facultades de Derecho alemanas en virtud del
espacio superior europeo porque
entienden que disponen de un sistema perfectamente acreditado que viene
del siglo XIX y no hay ninguna necesidad de modificarlo. Esto introduce
otro factor de confusión y de polémica en el asunto para que no nos
creamos todas las cosas que se nos cuentan en términos generales, porque
no son así. Esta era, en cierta manera, mi función aquí, la de hablar
destruyendo algunos mitos. Probablemente no lo he conseguido, pero esa ha
sido mi pretensión.
El señor PRESIDENTE: Profesor Sosa Wagner, le agradecemos de nuevo esta
comparecencia a petición de la Comisión de Educación y Ciencia. Sus
palabras quedarán bien reflejadas para su posterior estudio en el "Diario
de Sesiones".
-DEL SEÑOR CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA Y MIEMBRO DEL CONSEJO
DE COORDINACIÓN UNIVERSITARIA (PEDRAZA MURIEL). (Número de expediente
219/000729.)
El señor PRESIDENTE: Señorías, completamos con la comparecencia de don
Vicente Pedraza Muriel, catedrático de la Universidad de Granada y
miembro del Consejo de Coordinación Universitaria, las comparecencias que
teníamos previstas para esta mañana de las personas que desde diferentes
ópticas vienen a dar su punto de vista en relación con el proyecto de Ley
Orgánica de modificación de la LOU. Sin más preámbulos, doy la palabra al
profesor Pedraza, a fin de que haga una primera intervención, como es
habitual, para posteriormente fijar posición los grupos parlamentarios.
El señor CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA Y MIEMBRO DEL CONSEJO DE
COORDINACIÓN UNIVERSITARIA (Pedrazo Muriel): Señor presidente, señoras y
señores diputados, doy las gracias a la Comisión de Educación y Ciencia
del Congreso de los Diputados por haberme permitido estar hoy aquí
compartiendo con ustedes algunas ideas sobre nuestra universidad, sobre
la universidad española. Es para mí un honor y una satisfacción hacerlo y
reitero mi gratitud a aquellos que han hecho posible esta presencia.
Yo no soy de formación germánica ni exclusivamente norteamericana -para
seguir en la estela de mis predecesores-, yo soy de formación
franconorteamericana, soy una especie de híbrido. Estudié Medicina en
Granada, hice la tesis en la Complutense de Madrid mientras estaba de
médico en la Clínica Puerta de Hierro y luego, con una beca del
Ministerio de Educación español, estuve dos años en París ampliando
estudios, como se decía entonces, con una beca de ampliación de estudios.
Cuando ya era profesor agregado de universidad estuve como profesor
visitante de la Universidad de Houston durante dos años y por tanto, si
me permiten ustedes, tengo esa doble perspectiva de tener una formación
mitad europea, mitad norteamericana que para mí ha sido muy
enriquecedora. Por otra parte, yo no soy nada localista. Yo empecé como
profesor en la Universidad Autónoma de Madrid, me fui después a la
Universidad de La Laguna y estuve allí siete años y luego me cambié a la
de Granada para ejercer como catedrático desde el final de la década de
los setenta. Por tanto mi posición no es nada localista en esta cuestión,
es más bien -perdón por la inmodestia de decirlo- universalista. Por eso
estoy en contra de la endogamia -y lo voy a decir con palabras lo más
sencillas posibles- y en contra del localismo del que han hablado mis dos
predecesores.
He tenido la fortuna de trabajar por España en algunos comités europeos.
Representé a España en el Comité consultivo para la formación de médicos
de la Unión Europea durante cuatro años. Soy miembro titular en
representación de España, con Javier Trias, de Convergència i Unió -a
quien seguramente ustedes conocen bien-, en el Instituto Europeo de
Ciencias de la Salud; somos los dos españoles que representamos a nuestro
país. He tenido una parte activa en el programa Europa contra el Cáncer.
Es decir, he tenido la fortuna de participar en algunos comités
defendiendo la universidad, la medicina y a España, cosa de la que me
siento y me he sentido siempre muy orgulloso.
Vayamos a la cuestión. Procuraré ser lo más breve posible, teniendo en
cuenta que muchas de las cosas que yo pueda decir ya han sido mencionadas
anteriormente por mis predecesores. El sistema universitario español ha
experimentado una profunda transformación en los últimos 25 años y yo he
asistido a su desarrollo. Se ha incrementado de modo general la demanda
de estudios universitarios por parte de la sociedad y se ha producido una
notable expansión de la oferta. Tenemos hoy en día 64 universidades en el
país y casi 1.400.000 estudiantes universitarios. La tasa bruta de
escolarización universitaria española es hoy día una de las más altas de
Europa. En este proceso de expansión de la educación superior las
universidades españolas aparte de su contribución, que yo considero
fundamental, a la investigación científica han tenido que introducir
quehaceres objetivos a más corto plazo, el más importante de los cuales
ha sido la preparación de los estudiantes para el ejercicio de
actividades profesionales. Por eso, yo digo con frecuencia que hoy día lo
que domina en la universidad española es la formación profesional. La
universidad española está hoy en día al servicio de las profesiones.
En toda mi intervención ruego que se considere que la investigación queda
a salvo. Yo defiendo el desarrollo de la investigación en la universidad
desde 1980 en adelante, que ha sido espectacular. Por tanto, vamos a
dejar a salvo la investigación y hablemos un poco de la función formativa
de la universidad. ¿Qué ha pasado como consecuencia de los cambios
experimentados en las universidades españolas en estos últimos años?
Pues, a mi juicio, han pasado cuatro cosas. En primer lugar, la
universidad se ha masificado. En segundo lugar, los niveles de exigencia
en la formación han disminuido. En tercer lugar, se ha debilitado la
dimensión cultural de la
universidad. El marco cultural en el que debe producirse la enseñanza de
las profesiones, que decía Ortega en 1930, ¿dónde está hoy? No existe,
está fuertemente debilitado. La universidad no es un referente cultural
en la España de hoy. Y, en último lugar, ha habido un elevado porcentaje
de fracaso escolar. La CRUE lo sitúa en torno al 42 por ciento, que es
una tasa de fracaso realmente muy importante porque y el Estado invierte
considerables recursos en las universidades para que el fracaso alcance
casi a la mitad de la población universitaria. De todas estas
consecuencias, a mi juicio, la que más impacto va a tener en el futuro es
la disminución de los niveles de exigencia, porque como la universidad va
a estar masificada todavía durante muchos años, es decir, va a haber una
demanda de formación profesional superior que van a plantear amplios
sectores sociales, el problema es compatibilizar la universidad de masas
que tenemos hoy en España con la calidad de la formación, que son
conceptos en principio antitéticos. Esta es la cuestión fundamental de la
universidad de nuestro tiempo: cómo hacer compatibles ambas ideas o ambos
conceptos. En los Estados Unidos ha sido posible conciliar una y otra
cosa, y lo dijo Víctor Pérez Díaz antes muy bien. La clave del éxito
obtenido en los Estados Unidos para enseñar bien a las grandes masas de
población estudiantil que hay en las universidades americanas está en que
en Estados Unidos el sistema universitario estructural y funcionalmente
está diversificado en sus objetivos y en sus tareas. En Estados Unidos
hay aproximadamente 30 universidades de investigación en las que se hace
mucha y alta investigación y poca formación profesional, y 300
universidades de formación profesional donde se hace poca investigación.
La gente sabe adónde ir porque cuando se busca un determinado objetivo
saben dónde acudir. Estados Unidos ha ofrecido esa posibilidad a sus
ciudadanos. El espacio europeo de Educación Superior se ha creado
justamente para competir con el modelo americano de formación superior.
En última instancia, la última ratio del espacio europeo es competir con
el modelo americano para atraer estudiantes pre y postgraduados de todo
el mundo hacia Europa.
La pregunta que nos podemos hacer como españoles es en qué situación
estamos nosotros dentro de ese espacio formativo. Yo voy a dejar algunos
temas pendientes, por si alguien quiere hacer alguna pregunta, porque no
se puede hablar de todo en una comparecencia tan limitada. Sí quisiera
decirles que Europa no es un superestado; Europa es una agrupación
voluntaria de naciones soberanas con historias, tradiciones, cultura y
sistemas educativos diferentes que hay que armonizar. Utilizando las
propias palabras de la ministra de Educación, Mercedes Cabrera,
armonización o convergencia no significan uniformidad. Para armonizar no
tenemos por qué ser iguales ni emular lo que hay en otras latitudes
geográficas. Nosotros tenemos un sistema que ya dura muchos años para
intentar hacer ahora unos cambios que sean contrarios justamente a los
objetivos que nos planteamos en su día. Hay que buscar una aproximación.
En este sentido, algunos miembros del Consejo de Coordinación
Universitaria, entre los cuales me encuentro yo mismo, hemos subrayado
reiteradamente, pero sin ningún éxito, en el consejo dos cosas: en primer
lugar, que el ritmo de las reformas en España debería haberse acompasado
al ritmo impuesto por los grandes países de la Unión Europea y, en
segundo lugar, que no tenemos por qué desmantelar precipitadamente sobre
todo nuestro sistema formativo, en particular la estructura de los
estudios de grado, sin antes comprobar qué están haciendo en otros
países, no vaya a ser que aquí tomemos una dirección que luego veamos que
otros países no han adoptado.
En este momento en Europa -lo recoge el documento Eurídice, de la Comisión
de las Comunidades Europeas- coexisten carreras de larga duración, seis
años; licenciaturas de perfil académico, científico o cultural, cuatro o
cinco años; ciclos formativos de corta duración, universitarios y de
enseñanza superior no universitaria, tres años, y estudios fuertemente
profesionalizados, dos años de duración. Este es un sistema fuertemente
diversificado de carácter binario. Los sistemas universitarios europeos
son binarios, lo que quiere decir que de un lado hay universidades y de
otro hay centros superiores de formación profesional, pero no está todo
como en España desde 1970 formando una especie de totum revolutum, que
estructural o funcionalmente están separados entre sí. Por eso el modelo
europeo se parece bastante al americano y por eso en Europa ese modelo
puede dar muy buenos o excelentes resultados en el futuro. En España la
convergencia con Europa ha concluido con la igualación a cuatro años de
los programas de estudio de las actuales licenciaturas y diplomaturas.
Todos a cuatro años, excepto las carreras protegidas por directivas
comunitarias y los estudios conducentes a profesiones reguladas por la
ley, entre ellos, por ejemplo, como más importante excepción, medicina.
¿Qué perfil debe tener la formación profesional, que es lo que hoy
predomina en la universidad española? ¿Qué perfil debería tener esa
formación? ¿Carreras de larga duración? ¿Carreras de corta duración?
¿Cuáles predominan? Si son las de larga duración, ¿ese tipo de formación
es congruente con la orientación de la enseñanza hacia el empleo? Yo creo
que no. Siempre hemos dicho en la universidad que lo congruente con el
empleo es la formación de corta duración. Si esto es así, ¿por qué se
prolonga el tiempo de formación de las diplomaturas? ¿Por qué podología
tendrá en el futuro el mismo tratamiento académico que filosofía, que
derecho o que economía? Yo siempre lo digo gráficamente, señor
presidente. Si del tobillo para abajo vamos a obligar a los estudiantes a
que estudien cuatro años, del tobillo para arriba, ¿cuántos años tendrían
que estudiar nuestros estudiantes? A mi juicio, eso es un auténtico
disparate. Estamos hablando del rango académico de una antigua profesión,
a los antiguamente llamábamos -respetuosamente, por supuesto, yo tengo
amigos en ella
callistas. ¿Van a tener el mismo tratamiento académico que la filosofía o
la metafísica? Yo no estoy de acuerdo con esa decisión.
El sistema universitario español -y termino, señor presidente, esta
primera parte de mi intervención- tiene un perfil muy poco especializado.
Lo que hacen o quieren hacer todas las universidades, el principal de sus
deseos es la aspiración a la igualdad: impartir los mismos títulos,
realizar investigación de alto nivel y disponer del mayor número de
estudiantes posible. A mi juicio, la indiferenciación del sistema genera
tres tipos de efectos: en primer lugar, en la sociedad, porque crea la
ilusión falsa de que la multiplicación de centros universitarios iguales
es la única manera de colmar la aspiración de muchos a la formación
superior; en segundo lugar, que los poderes públicos estén más atentos al
número de plazas universitarias disponibles que a la calidad de la
formación que imparten las universidades; y, en tercer lugar, la
indiferenciación del sistema limita la calidad de modo obligado.
Estructuralmente es imposible mejorar la calidad si el sistema no se
diferencia. La gente en la universidad ante el dilema
enseñanza-investigación ha optado por la investigación, y se hace bien, y
ha mejorado mucho la investigación. La ley profundiza en ese aspecto y yo
estoy de acuerdo con esa parte de la ley, pero está fallando la docencia,
y mientras no cambie el modelo organizativo del sistema seguiremos igual.
A mi juicio esto es un hecho sorprendente porque en el ministerio para la
ministra y sus colaboradores -quedó claro en septiembre pasado en
Zaragoza- se tiene conciencia de que el principal problema de la
universidad española del momento es el docente, es la formación. Se tiene
conciencia de que una nueva metodología educativa que refuerce la calidad
de su función es imprescindible en la universidad española del momento,
pero a la hora de la verdad, de establecer los requisitos de acceso al
profesorado el proyecto de reforma insiste en las variables científicas
de la formación y no introduce ningún criterio relacionado con la
enseñanza, con la formación, con la docencia. Suelo decir -permítanme que
lo reitere- lo siguiente: ¿Acaso vienen los estudiantes a la universidad
porque estamos nosotros investigando en ella? Yo digo que no a esa
pregunta. Somos nosotros los que venimos a la universidad porque hay
estudiantes a los que formar. La universidad no existiría de no ser así,
porque para la investigación exclusiva ya está el consejo, ya tenemos una
estructura de investigación y de ciencia en España bastante buena. Por
tanto, si la respuesta a esta pregunta es la expresada en segundo lugar,
¿por qué seguimos apostando exclusivamente por un sistema educativo
superior dominado por la ciencia? ¿Por qué no buscamos un mayor
equilibrio entre enseñanza e investigación en la universidad? Esto es lo
que me pregunto y mi respuesta particular no es importante sino la que
pueda establecerse en el ámbito de esta Cámara.
En el marco de esta realidad universitaria, ¿qué cambia con la reforma?
¿Se diversifica el sistema universitario? ¿Aumenta la competitividad de
las universidades? No, a la primera pregunta; no, a la segunda pregunta.
¿Mejora la calidad de la formación? No, a la tercera pregunta. ¿Se da un
nuevo impulso a la investigación? Probablemente, sí. ¿Se incrementa la
movilidad de los estudiantes y profesores? Sí, la de los estudiantes; no,
la de los profesores, sorprendentemente. ¿Se avanza en la armonización
con Europa? Yo creo que no, y explicaré por qué. ¿Se reduce la endogamia
en la selección de los profesores? Yo creo que no. Se va a incrementar la
endogamia. En este asunto, Víctor Pérez Díaz, en su libro La educación
superior y el futuro de España -que ya ha sido mencionado aquí-, ha
aportado datos cuantitativos, muchos de ellos basados en estudios OCDE,
sobre los efectos perniciosos que la endogamia tiene sobre la ciencia, en
primer lugar, y sobre la propia enseñanza, en segundo lugar. No voy a
repetir lo que ya está escrito y además conocen SS.SS, porque fue el
representante del Grupo Socialista el que hizo alusión a ese libro, pero
sí voy a poner un ejemplo de endogamia. Yo llegué de catedrático a
Granada al final de la década de los setenta, en 1979. Desde 1979 a 2006
no ha entrado nadie en aquella facultad de fuera, y han pasado 27 años.
En 27 años no ha habido entrada en aquella facultad de ningún profesor
procedente de otra universidad. ¿Saben ustedes qué ha pasado en aquella
Facultad de Medicina? Que el nivel de la investigación y de la enseñanza
se han degradado considerablemente. Hay muchas hipótesis sobre la
endogamia. Hay quienes dicen que sí o que no, que si perversa o que no
perversa. Yo digo lo que ha pasado en un centro universitario español de
cierto prestigio como es la Facultad de Medicina de Granada. En 27 años,
nadie de fuera. Eso no puede ser. Sencillamente, no resiste un análisis
superficial por pequeño que este sea.
Pasemos a analizar -y ya empiezo la parte final de mi intervención, señor
presidente- algunos aspectos del carácter de reforma. Voy a insistir no
en todos sino en algunos que considero más importantes. Por ejemplo,
veamos el problema de las relaciones universidad-sociedad, que es un tema
importante. La relación de una universidad como la española, financiada
con fondos públicos en el 80 por ciento del presupuesto -la aportación es
del Estado-, con la sociedad tiene que ser fundamental, porque es la
sociedad la que está nutriendo económicamente a la universidad. El
preámbulo de la LOU alude continuamente al binomio universidad-sociedad:
La sociedad demanda a la universidad profesionales de elevado nivel
cultural, científico y técnico; la ley nace con el propósito de
fortalecer las relaciones recíprocas entre universidad y sociedad. Todas
estas referencias han sido excluidas del proyecto de reforma. El proyecto
de reforma lamina esas alusiones a la sociedad. En consecuencia, se han
eliminado del mismo las estructuras u órganos encargados de hacer
efectiva la vinculación entre la universidad y la sociedad. Así, se han
restringido al mínimo las competencias atribuidas por la ley al Consejo
Social -proyecto de reforma- y se hace desaparecer el Consejo de
Coordinación Universitaria. A mi juicio, pierde la sociedad y gana la
universidad en este
proyecto. Me he hecho la siguiente interrogación: ¿No son contradictorias
una y otra decisiones con el carácter de servicio público de la educación
superior en España? Creo que sí son contradictorias, pero la verdad es
que el proyecto de reforma va en esa dirección.
El proyecto de reforma, por otra parte, en lugar de orientarse hacia el
futuro mira al pasado en lo que a elección de rector se refiere. Ha
habido una polémica esta mañana y yo quiero terciar en ella. En la ley se
deja de nuevo en manos del claustro, o se puede dejar, la elección del
rector. ¿Puede mejorar -me pregunto- la función de las universidades con
un modelo de gobierno que la propia comunidad universitaria en una
encuesta que hicimos en el propio Consejo de Universidades en el año 1997
consideraba agotado? Ese modelo se dio por agotado en el año 1997 y se
resucita ahora. Si el rector ha de ser elegido por la comunidad
universitaria, deben participar en su elección todos los integrantes de
la misma con voto ponderado, como propuso en su día la LOU; y en caso
contrario, en caso de que no sea así, a mi juicio el rector debería ser
designado -no elegido- por un corpus reducido de representantes sociales
sin intereses personales en la universidad, porque el juego de los grupos
de presión -decía antes el profesor Sosa Wagner- en la universidad,
cualquiera que sea el sistema de de elección de rector, acaba
determinando la persona que va a ser elegida y se sabe antes de que se
inicie. No sé si SS.SS. saben que en este momento en buena parte de las
universidades europeas el rector no es elegido sino designado. John Hood,
rector de Oxford, ha sido traído desde Australia y Alison Richards,
rectora de Cambridge, ha venido desde Boston, después de pasar muchos
años en África estudiando el comportamiento de los monos -es
antropóloga-. Cualquier cosa se puede decir de uno y otra, pero no que no
sean independientes y que no estén alejados de los círculos de poderes
existentes entre los miembros del personal académico de las
universidades.
Sobre la endogamia, únicamente añadiré un dato a lo ya dicho. El nivel de
endogamia en Francia no pasa del 50 por ciento, en el Reino Unido es
inferior al 17 por ciento, en los Estados Unidos no pasa del 7 por ciento
y en Alemania no alcanza el 1 por ciento. Lo ha dicho antes el profesor
Sosa. En Alemania no se puede ser profesor en la universidad en la que
uno se ha formado, sencillamente. Por eso, ante estas diferencias cuando
hablamos de armonización o convergencia con Europa, ¿de qué estamos
realmente hablando? Porque no hay niveles comparables. Quisiera, si el
presidente me lo permite, referirme a las consecuencias perjudiciales que
genera la endogamia sobre la propia enseñanza universitaria; no sobre la
ciencia, que también las hay, sino sobre la enseñanza. Yo sostengo que el
ejemplo de aquellos con los que nos identificamos, aquellos cuyo código
de conducta aspiramos a imitar, dice Brodsky, Nobel ruso, constituye la
base de todo aprendizaje. Por esta razón el respeto y la admiración de
los estudiantes por la altura intelectual de sus profesores siguen siendo
elementos sustantivos de la formación universitaria en cualquier lugar.
En España en los últimos treinta años la educación superior ha corrido a
cargo de un profesorado seleccionado por lo general por procedimiento de
circunstancias. El modelo de referencia resultante puede considerarse,
salvadas todas las excepciones, de una ejemplaridad dudosa. De ahí que se
haya resentido el aprendizaje y que sea difícil que mejore si antes no
cambiamos las circunstancias que han hecho posible esta disminución. Dice
el proyecto de reforma -termino, señor presidente- que mediante el
proceso de acreditación, basado en el examen de los curricula de los
candidatos por una comisión de profesores de reconocido prestigio, el
sistema de selección de los profesores garantiza una selección eficaz,
eficiente, transparente y objetiva del profesorado. Ahora bien, ¿puede
considerarse transparente un proceso de selección realizado sin pruebas
públicas? ¿Es objetivo el nombramiento discrecional por los poderes
públicos de las comisiones de acreditación? ¿Serán especialistas los
miembros de estas comisiones, es decir, a los médicos los juzgarán
médicos, a los filósofos los juzgarán filósofos, no economistas? No
sabemos porque no se ha dicho.
Quiero decir unas palabras sobre la acreditación ilimitada que introduce
el proyecto de reforma. Para sus defensores, uno de los atractivos del
sistema de selección de los profesores es que la acreditación introduce
un sistema de selección abierto, no cerrado. La habilitación -dicen- es
cerrada porque se dan dos habilitaciones por plaza y la acreditación, al
ser limitada, genera muchas expectativas, y eso es bueno. La habilitación
es mala, la acreditación es buena. Ahora bien, la acreditación encierra
en sí misma un riesgo enorme, que ya hemos vivido en España en otras
ocasiones. Lo vivimos en 1971 con la reconversión de los adjuntos y en
1984 con las pruebas de idoneidad. Alcanzada una masa crítica de
profesores acreditados sin plaza será difícil que no se produzca una vez
más, de golpe, como en el pasado, el acceso de gran número de
funcionarios docentes a la universidad. Las necesidades de la universidad
no se arreglan metiendo de golpe ocho o diez mil profesores. Teóricamente
el acceso debería estar condicionado a un proceso de selección riguroso,
ordenado y progresivo para ir satisfaciendo a esas universidades. Por eso
yo sostengo en la última parte de mi intervención que el carácter
irrestricto de la acreditación, la evaluación por currículum y la
desaparición de las pruebas públicas del proceso de selección de los
profesores sugieren, como hipótesis, el hecho de que por vía de la
acreditación pueden integrarse de nuevo en la universidad miles de
aspirantes con una buena o excelente formación científica, pero sin
experiencia docente. Si esto es así, puede que se haya resuelto un
problema político, pero la calidad de la formación en la universidad no
va a mejorar.
Concluyo señor presidente con estas palabras y quedo a disposición de los
miembros de la Comisión para cuantas preguntas quieran formular.
El señor PRESIDENTE: Profesor Pedraza, así será por los grupos
parlamentarios, en la seguridad de que, escuchándole no solo a veces ha
hecho preguntas, sino que se ha dado la respuesta. Eso va a facilitar
bastante, estoy convencido, el trabajo de los grupos parlamentarios.
Podrán coincidir más o menos, pero su respuesta a sus dudas y a sus
valoraciones está claro que las ha dejado expuestas en esta Comisión, y
es muy de agradecer la absoluta franqueza con la que usted nos ha
hablado.
Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor González.
El señor GONZÁLEZ RODRÍGUEZ: Bienvenido, profesor Pedraza, a esta Comisión
y gracias por sus reflexiones con preguntas y respuestas algunas veces
llevadas a cabo durante su intervención por lo que sirve para aclarar y
tener en cuenta todas sus referencias a la hora de la redacción última,
espero, de esta reforma.
No pensaba decir algo en mis intervenciones en ninguno de los tres días en
los que iba a estar aquí, pero dado que otros portavoces han utilizado
esa estrategia, creo que es lícito que haga referencia a comentarios que
con motivo de esta reforma se han hecho aquí por los comparecientes antes
de usted -después me dedicaré a lo suyo-, aunque todo está relacionado
obviamente con lo que significa la reforma, las opiniones positivas y
negativas acerca de la misma. Mi grupo considera en general que este
texto de reforma no es bueno, es un texto que tiene sus fallos. Ningún
texto es excelente, se intenta llegar a la excelencia, pero unas veces se
consigue de una forma y otras veces de otra. En esta Comisión el tono
siempre ha sido bueno. Si recogemos alguna de las referencias de los
distintos comparecientes, el rector don Juan Vázquez, presidente de la
CRUE, ayer dijo textualmente que esta reforma es contenida y limitada;
que su valoración general es positiva pero que por supuesto es muy
mejorable; estableció una serie de discrepancias y de aspectos no
contemplados en esta reforma de la LOU -yo he contabilizado hasta once,
tal vez se podría ver con una mayor rigurosidad cuando el "Diario de
Sesiones" esté publicado-: siete discrepancias con el texto y cuatro no
inclusiones de determinados temas a los que ahora mismo no me voy a
referir. El señor Mas-Colell habló del espacio europeo de educación
superior, los famosos 240 créditos ECTS, con los que no estaba de acuerdo
en absoluto. Con respecto a los órganos de Gobierno habló de que
significaban un paso atrás, que recortaba los consejos sociales, a los
cuales me referiré un poquito más tarde, y además utilizó una expresión
que a mi me gustó mucho respecto a los órganos de gobierno, diciendo que
se encontraban en una eutanasia moderada. Finalmente el señor Solá i
Ferrando respecto al último documento que ha presentado el ministerio
dijo textualmente que no es bueno; vuelvo a insistir en que en los cuatro
años los 240 créditos ECTS los consideraba malos -palabras textuales-; y
en la comparación que hizo respecto a los países en los que los cuatro
años son fijos -lo hago para la reflexión en el sitio en el que estamos-,
y sin menospreciar estos países y con todo el respeto del mundo, mencionó
que no están tampoco entre las cien primeras universidades del mundo, y
se refería a Grecia y a Bulgaria. Es más, llegó a hablar de que el
proceso no va bien. Hay algunas limitaciones. Esta mañana hemos podido
oír que estamos muy alejados de los grandes países del mundo, según el
profesor Pérez Díaz; que la acreditación en su segunda fase es una
variante más de lo mismo; y el señor Sosa Wagner, respetando cada uno de
sus distintos planteamientos, decía que es un destrozo de la autonomía
universitaria. Quisiera hacer alguna aclaración que considero importante
porque las cosas se pueden quedar en el aire, después quedar en el
"Diario de Sesiones" y podemos tener algunas confusiones al respecto. Me
refiero especialmente a la selección del profesorado sobre el que después
hablaré un poco más. Se acaba de decir antes por el portavoz del Grupo
Socialista que ahora se valora el currículum individual del candidato
como algo muy importante que establece y contempla la reforma de la
reforma de la LOU. Yo he formado parte de muchas comisiones como profesor
de la universidad española y tanto antes como ahora, que se está
celebrando algún tipo de acción y alguna comisión en alguna de las
universidades españolas, se valora el currículum individual, pero no
solamente se valora sino que el candidato defiende públicamente su
currículum. Por tanto, no veo la novedad textual en este nuevo documento.
También se dijo ayer, pero creo que es necesario recordarlo, que aparece
como una gran novedad en el articulado, en lo referente a la
acreditación, que se va a publicar el currículum de las personas que
formen parte de las comisiones. Desde luego estas leyes nunca son
divertidas, son áridas y presentan aspectos muy duros a la hora de su
lectura y su comprensión; este párrafo puede ser no divertido pero al
menos sorprendente, ya que los currículos de las personas que participan
en estas comisiones evidentemente los conocen los candidatos, las áreas
de conocimiento las conocen, las áreas internacionales de conocimiento se
conocen y obviamente si no se conoce tanto se le da al botón, se mete uno
en Google y aparece la mayor parte del currículum de esta persona. No
creo que eso sea algo realmente interesante.
Antes de entrar en su comparecencia, quisiera hacer una aclaración
-también se ha citado muchas veces- sobre la famosa experiencia laboral
que aparece en este texto respecto a la posibilidad de que las personas
con experiencia laboral pero sin título universitario entren en la
universidad. Quiero recordar que en una proposición no de ley presentada
en esta Comisión en esta legislatura se debatió este tema relacionándolo
con otra proposición no de ley del Grupo Popular, presentada en la
legislatura anterior, cuando se hablaba de la entrada en la universidad
de los mayores de 45 años. En la legislatura anterior el Grupo Popular
estableció la posibilidad, que había que desarrollar durante esta
legislatura, y estamos esperando la reforma de esta ley, de poder
desarrollar
la experiencia laboral como una fórmula muy importante y muy trascendente
para la entrada en la universidad de personas que no tengan, por
distintas circunstancias que no viene al caso comentar, su título
académico. Pido perdón por esta reflexión hecha anteriormente, pero me he
visto obligado a no callar estos aspectos.
Voy a plantear ahora preguntas sobre su comparecencia. Dado que usted
pertenece al Consejo de Coordinación Universitaria, y aunque lo ha dicho,
me gustaría que diera alguna explicación más que sirviera como referencia
para los miembros de esta Comisión y para la redacción final de este
texto. Evidentemente en estos momentos se establece una diferencia muy
clara en el Consejo de Coordinación Universitaria por la Conferencia
General de Política Universitaria y el Consejo de Universidades. Como
siempre -para eso son las comparecencias-, aquí oímos de todo; hemos oído
a alguna persona que ha dicho que le gustaba que estuvieran los políticos
-así de llanamente se dijo ayer- en el Consejo de Coordinación
Universitaria porque era una forma de entenderse a la hora de redactar o
dar las opiniones pertinentes. Obviamente con este planteamiento actual
de la reforma hay una separación absolutamente radical que el grupo que
sustenta al Gobierno y el propio Gobierno consideran que es lo ideal,
pero nosotros pensamos que tal vez no sea así. Me gustaría que nos dijera
algo más sobre esta cuestión.
Respecto a los títulos oficiales, también me gustaría saber qué opina
sobre el famoso registro, así como sobre las acreditaciones. ¿Por qué lo
digo? Por algo que usted ha dicho anteriormente, y lo relaciono con otro
de los aspectos fundamentales en el que insistimos constantemente -es un
tema recurrente de todos-, que es la financiación de la universidad. Dije
ayer y lo vuelvo a repetir ahora que este registro de títulos -no hablo
de que sea bueno o malo, sino desde el punto de vista de financiación
universitaria, dentro de la autonomía universitaria- universitarios, así
como las acreditaciones sin plaza -usted ha puesto muy bien el ejemplo de
las idoneidades, con todos mis respetos hacia los idóneos, es una
experiencia que se tiene-, tanto los títulos como los acreditados, pueden
representar problemas económicos y financieros, precisamente por ese
carácter que ahora se le quiere dar de bondad, como es el de lo
ilimitado; yo no estoy en contra de lo ilimitado, siempre que al final
venga acompañado de recursos económicos por la normativa que se apruebe
en el Congreso de los Diputados. Muy bien, si se tiene que acreditar todo
significa que tenemos una masa crítica y gris en la universidad española
que es formidable; apoyémosla. Ahora bien, esto tiene que ir acompañado
de presupuestos directos, porque si no ya me dirán ustedes qué van a
hacer los rectores. Ayer decía un rector -me pareció muy bien-: Estoy
encantado de tener que seleccionar. Él estará encantado de tener que
seleccionar, pero los no seleccionados no van a estar tan encantados con
su acreditación debajo del brazo. Son cosas reales, pragmáticas, y una
norma de estas características tiene que decirlo y no dejarlo para un
posterior reglamento en una situación parecida.
También me gustaría preguntarle -creo que esto no lo ha dicho, al menos no
lo he oído; obviamente en poco tiempo no puede decirlo todo- respecto al
Consejo de Gobierno de las universidades. ¿Considera que está, según el
artículo 15.2, demasiado reglamentado? ¿Preferiría que este consejo no
tuviera esa reglamentación y que fueran precisamente -aquí sí- los
estatutos de las universidades los que reglamentaran cómo debería
formarse este Consejo de Gobierno? Considero que eso es flexibilidad, eso
es evitar la rigidez. Luego en esos temas la flexibilidad debe verse con
datos reales y no con frases o con aspectos que puedan ir hacia otro
lado. También me gustaría saber qué opina de la nueva redacción y de los
verbos que se han puesto respecto a participación del Consejo Social en
el Consejo de Gobierno. Actualmente el Consejo Social en el Consejo de
Gobierno establece que serán tres miembros. En la nueva redacción se
dice: Podrán ser tres miembros; uno, dos o tres. ¿Qué opina de esa
diferenciación, si la considera importante? Por último, hay algo que
también se ha dicho antes, y que me gustaría repetir, respecto a los
verbos, hablando de los profesores eméritos. La reforma de la LOU dice
que podrán nombrar a profesores eméritos. ¿Cómo es este nombramiento? ¿Se
les paga, es ad honorem, se les tiene un día, dos, siete años, son
vitalicios? Me parece que en este tema la redacción tiene que
contrastarse, porque en principio la indefinición o la poca concreción en
estos aspectos puede producir cierto confusionismo en las universidades,
especialmente entre aquellos profesores que por su edad y por su
situación actual se encuentran en un momento cercano a poder ser
nombrados eméritos.
El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra la señora
Palma.
La señora PALMA I MUÑOZ: Señor Pedraza, ha sido un placer escuchar sus
reflexiones, como no puede ser de otra manera, al ser una persona con un
currículum académico y profesional acreditado como el suyo, además de ser
miembro del Consejo de Coordinación Universitaria desde 1994. Los que nos
movemos en estos entornos somos conocedores de sus intervenciones y de
sus contribuciones al debate en el ámbito de las comisiones y del propio
pleno del Consejo de Universidades. Además en el Grupo Socialista nos
consta que comparte usted muchas veces interesantes debates, a veces
desde la discrepancia pero a menudo también desde los acuerdos y los
consensos, con personas que, a diferencia de usted, que fue propuesto por
el Partido Popular para formar parte del Consejo de Coordinación
Universitaria, han sido propuestas por el Grupo Parlamentario Socialista.
Yo he tenido el gusto de conocer algunas de sus intervenciones por
compañeros universitarios, miembros del Consejo de Coordinación
Universitaria a propuesta del Grupo Socialista.
Me permitirá que le cite a usted directamente en su intervención en una
Comisión de Nombramientos del Senado, que fue la que dio pie a su
renovación como miembro del consejo. Me gustó especialmente una frase
suya que dice así: Desde posiciones discrepantes, no obstante, utilizando
los elementos de crítica racional que decía Kant primero y Popper
después, siempre es posible encontrar una solución, y de compromiso, que
permita avanzar en la línea de los intereses generales. Esta es la
filosofía que le anima hoy, seguramente a partir de las discrepancias con
el Grupo Parlamentario Socialista, que como no puede ser de otra manera
ve con buenos ojos el contenido de este proyecto de reforma de la Ley de
Universidades, aunque también somos conscientes y estamos abiertos a que
en el trámite parlamentario se puedan introducir las mejoras que, fruto
de estas comparecencias y del debate con los otros grupos, seamos capaces
de realizar en beneficio de la comunidad universitaria y del desarrollo
de la educación superior en nuestro país.
Pues bien, desde este posicionamiento, que me parece muy correcto y desde
el punto de vista intelectual acertado, me gustaría que usted, como
miembro que es del Consejo de Coordinación Universitaria, y a partir de
algunas reflexiones que usted hizo al respecto en su momento, valorara
los cambios en la coordinación del sistema. Algo ha dicho usted en su
primera intervención, pero me gustaría conocer su opinión concreta,
precisa sobre la separación en dos órganos de ámbito de decisión
diferentes del actual Consejo de Coordinación Universitaria, es decir, la
Conferencia General de Política Universitaria, donde estarán las
comunidades autónomas, las administraciones autonómicas y evidentemente
la Administración General del Estado como órgano de cooperación
territorial y entre administraciones, y el Consejo de Universidades como
ámbito de colaboración y de cooperación académica. Digo esto porque me
parece que usted hizo una reflexión importante a partir de su experiencia
cuando decía en esta misma comparecencia en la Comisión de Nombramientos
del Senado que los rectores tenían que haber aprendido -decía: y si no lo
han hecho aún tendrán que hacerlo en el futuro- que ahora las
competencias están ya en manos de las comunidades autónomas y
esencialmente deberán discutir con ellas aquellos problemas relativos a
financiación, ordenación, organización del trabajo en sus universidades.
Usted decía: El consejo está desequilibrado en favor de los rectores.
Citaba alguna polémica que han vivido en los últimos tiempos con la
incorporación aun de más universidades -en poco tiempo el consejo ha
pasado de tener entre 40, 50 rectores de universidades públicas y
privadas a tener 72 rectores en estos momentos-; usted ponía de relieve
estas disfunciones y decía: Esto no puede ser, este organismo está
desequilibrado. Por lo tanto, me gustaría muchísimo saber qué le parece a
usted esta división y también qué limitaciones le ve, o qué propuestas
haría incluso para mejorar esta composición.
Nos ha dicho usted que está muy de acuerdo en cómo se plantea la
investigación científica y desarrollo tecnológico. Supongo -si es así
tampoco le voy a pedir que abunde más en ello- que le parecerán bien las
incorporaciones en los artículos 39, 40 y 41, que se refieren a la
transferencia de conocimiento y tecnología, a las excedencias llamadas
tecnológicas para que los profesores puedan incorporarse a empresas de
base tecnológica con un límite de tiempo y de condiciones y a la creación
de instituciones mixtas entre universidades y organismos públicos de
investigación y del Sistema Nacional de Salud que usted bien conoce. ¿Le
parece que podría incluso mejorarse, tendríamos que ir un poco más allá
en esta cuestión?
En cuanto al acceso para el profesorado funcionario usted tiene un
pronunciamiento muy concreto, aunque me ha parecido detectar algunas
contradicciones en el planteamiento que usted hace. Compartimos
claramente su preocupación por la mejora de las metodologías. Usted
también conoce perfectamente que se ha presentado recientemente en el
marco del Consejo de Coordinación Universitaria un trabajo impulsado por
la cátedra Unesco de la Universidad Politécnica de Madrid, en el que se
insiste muchísimo en que con todas estas transformaciones, si no van
acompañadas de un cambio en la metodología docente, tampoco vamos a ir a
ningún lado. Por lo tanto, la calidad en la docencia requiere un cambio
de actitud de los propios protagonistas, y el objetivo de alcanzar la
máxima calidad en los docentes, es decir en el profesorado, también tiene
que ver mucho con el cambio en las prácticas docentes; estoy
completamente de acuerdo con usted en esto. Hay tres elementos que no me
cuadran aquí. Usted reivindica el papel de la docencia versus
investigación, recrimina que en los últimos tiempos en la universidad se
haya insistido demasiado en primar la investigación y a la vez no le
parece bien, si lo he entendido correctamente, que se haya suprimido el
requisito de los sexenios y que sean los currículos públicos. No sé si ha
sido una interpretación que ha hecho el portavoz del Grupo Popular o lo
ha dicho usted directamente. ¿Le parece irrelevante que los currículos de
los miembros de las comisiones que van a juzgar a los aspirantes a la
acreditación o a los concursos sean públicos? Si es así, hay algo que no
encaja aquí. ¿Le parece a usted bien que los currículos de los
componentes de las comisiones sean públicos? (El señor Nasarre
Goicoechea: Está en Google.) Evidentemente, la experiencia investigadora
del personal docente e investigador está en el currículo y algunos están
en la red, pero no tienen por qué estar. (El señor Nasarre Goicoechea: Si
no está en la red, mal asunto.) La ley establece que serán públicos, pero
los hay que no están y muchas veces ha habido serias dificultades para
saber cuáles son los currículos de los miembros de comisiones de
habilitación que son las que están funcionando hasta ahora. En cuanto a
los sexenios nos queda una duda. Evidentemente hasta ahora ha sido la
unidad de medida principal para evaluar la actividad investigadora, pero
si
nos remontamos hacia atrás veremos que en origen el sexenio nace como un
elemento retributivo, digámoslo así de una forma clara y llana, para
subir de una forma encubierta las retribuciones del profesorado que no se
podía o no se quería hacer por otros canales. Por lo tanto, me gustaría
que nos precisara un poco más cómo encajar todo esto.
Una última cuestión. Compartimos con usted la necesidad de diversificar a
imagen y semejanza del sistema norteamericano. Me ha gustado cuando usted
ha dicho que en Estados Unidos han sido capaces de compatibilizar masas y
calidad, que han sabido conciliar las dos cosas, y han conseguido enseñar
bien a todos gracias a la diversificación del sistema universitario, y si
no recuerdo mal en el propio preámbulo de este proyecto de ley se insiste
en que las medidas que se introducen -se hará con más o menos acierto y
lo podremos perfeccionar más o menos a lo largo del trámite- son para que
las universidades puedan buscar y encontrar su propio perfil. En este
sentido iríamos en la misma línea que el modelo americano y es el de
diversificar y flexibilizar. Por lo tanto, ¿comparte usted el espíritu
expresado en este preámbulo, que estar está? En cualquier caso, ¿dónde ve
las limitaciones para que esto se pueda conseguir?
Señor presidente, con estas preguntas al señor Pedraza, con el que
podríamos compartir seguro que muchos ratos más para debatir sobre las
bondades, los defectos y las virtudes de nuestro sistema universitario,
estoy convencida de que sus respuestas serán una gran aportación para el
debate de este proyecto de reforma de la Ley de Universidades en esta
Comisión.
El señor PRESIDENTE: Estoy convencido de que estaríamos encantados de
compartir con el señor Pedraza y con todos los comparecientes mucho más
tiempo, pero tenemos el que tenemos. Así que, señor Pedraza, tiene la
palabra para concluir esta intervención.
El señor CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA Y MIEMBRO DEL CONSEJO DE
COORDINACIÓN UNIVERSITARIA (Pedraza Muriel): Comparto con usted el
principio de que probablemente somos muchos en España los que en un
seminario de discusión desde esa faceta, que presidida por el disenso
inicial y utilizando la crítica racional, y que yo encontré como
instrumento de análisis de los problemas primero en Kant y luego en
Popper -le agradezco la referencia-, podríamos ser capaces de encontrar
una línea de desarrollo para nuestro sistema universitario, sin duda.
Dice el presidente que tenemos un tiempo limitado y yo me voy a ceñir a
él. En este sentido quisiera decir lo siguiente. No sé si usted comparte
conmigo lo que dice Sartori sobre la sociedad abierta y el pluralismo. Yo
he leído recientemente algunas cosas de Sartori. Él dice que el código
genético de la sociedad abierta es el pluralismo. Que estamos en una
sociedad plural es evidente, y en una sociedad plural el disenso inicial
no tiene por qué ser un elemento entorpecedor, sino un enriquecimiento
tanto personal como lo que él llama de la propia ciudad política. Este
Parlamento es un ejemplo de una ciudad política abierta justamente desde
la base del disenso inicial en muchos problemas. Lo que a continuación
pide Sartori es que los grupos representados en el Parlamento se
reconozcan recíprocamente y se hagan concesiones mutuas, y es lo que me
permitiría sugerir en este asunto, pero muy tímidamente, al estilo de don
Camilo José Cela: que busquen ustedes la fórmula de entenderse, de
reconocerse como intérpretes de sectores sociales muy amplios en el país
y de hacerse concesiones recíprocas, buscando lo que usted ha dicho antes
muy bien, los intereses generales. Como no estoy en política, no puedo ir
más allá de mis propias palabras.
Agradezco las intervenciones de los portavoces del Grupo Popular y del
Grupo Socialista y procuraré responder, si puedo telegráficamente
teniendo en cuenta la hora que es, sin teorías. Me alegra mucho saber que
personas de la amplia experiencia profesional y universitaria como
Mas-Colell y Carles Solà se han pronunciado en un sentido semejante al
mío en lo que se refiere a los 4 años de estudios para todo tipo de
grados en España y a las consecuencias negativas que tiene la amputación
de funciones del consejo social fundamentalmente.
Sobre la referencia que usted ha hecho a que en esos 4 años están
involucrados países que están muy por detrás de nosotros, España es ya
una sociedad avanzada en Europa y he hecho en más de una ocasión la misma
reflexión: ¿Debe ser diversificado o no el sistema universitario
subyacente a una sociedad avanzada donde las funciones son múltiples y
muy diversas entre sí? La respuesta parece obvia, el sistema debe estar
diferenciado y no indiferenciado como el que tenemos en España. Puede que
esté en un error, pero lo veo así.
En cuanto a la autonomía universitaria, yo soy autonomista, pero no
soberanista. Este proyecto de reforma da paso a un concepto soberanista
de la autonomía universitaria. Respecto a la selección del profesorado
por currículum que mencionaba antes el profesor (permítame que le llame
así, señor diputado, puesto que lo es usted), el currículum es clave hoy
día en el proceso de selección. Actualmente el currículum pesa el doble o
el triple que la experiencia docente. Sucede en el sistema actual, no en
el del futuro. Hacer esa referencia a que el currículum no se está
tomando en consideración lo suficiente ahora y que en el futuro sí lo va
a hacer, no responde a la realidad porque el currículum es determinante
en la selección.
Sobre el carácter que deban tener las comisiones evaluadoras de
acreditación que se nos plantea en el proyecto, coincido con otras muchas
apreciaciones de universitarios españoles en que la clave está en que la
ley defina los criterios por los que se van a seleccionar los miembros de
esas comisiones, no los nombres de esas comisiones o los nombres de los
integrantes discrecionalmente elegidos por los poderes públicos. Eso
debería hacerse conforme a criterios. Probablemente en España somos muchos
los que podríamos estar en condiciones de cumplirlos. Dicho esto,
añadiría: Entre los que reúnan los criterios establecidos por el Gobierno
en la ley de reforma de la LOU, que se sorteen quienes van a formar parte
de esas comisiones. Lo demás es discrecionalidad pura y dura.
¿Qué pasa con el Consejo de Coordinación Universitaria por el que me
preguntaba el profesor González? El documento de reforma elimina el
Consejo de Coordinación Universitaria y en su lugar da nacimiento a dos
asambleas de cargos públicos: la conferencia sectorial de universidades
constituida por los consejeros de Educación de las comunidades autónomas,
que es un órgano claramente político de relaciones del Estado con las
comunidades autónomas, y el consejo de universidades constituido por los
rectores de universidad. Es la CRUE transformada en consejo de rectores.
De una y otra desaparecen los miembros elegidos hasta ahora por el
Parlamento: los que eligen el Congreso de los Diputados y el Senado que
hasta ahora, en mi modesta opinión, y por el tiempo que llevo trabajando
en el consejo, han sido representantes que desde posiciones absolutamente
independientes han dado lo mejor de sí mismo para el sistema
universitario. Le agradezco la claridad con que usted lo ha dicho,
incluso el afecto, pues hemos trabajado y nos hemos dejado muchas horas
de nuestra vida trabajando sin intereses apriorísticos de ninguna clase
para mejorar el sistema universitario. Como decía Gregorio Peces-Barba en
una de sus intervenciones, nos hemos considerado en el Consejo de
Coordinación Universitaria representantes de la soberanía popular.
Estábamos allí en defensa de los intereses generales del pueblo español y
de su sistema universitario, sin posiciones partidistas ni apriorísticas.
La eliminación de esos miembros del consejo, que se ha hecho a mi juicio
con acierto y reiteradamente sostenida en el tiempo, genera tres efectos.
Primero, el consejo de universidades del futuro va a ser mucho más
burocrático, solo cargos públicos; se burocratiza. Segundo, se debilita
su carácter consultivo porque, ¿acaso los consejeros de las autonomías se
van a aconsejar unos a otros? Ya lo hacen, tienen sus consejos
interterritoriales y sus relaciones múltiples y sostenidas en el tiempo.
La función del consejo se va a debilitar en cuanto al carácter consultivo
que tiene. El consejo es un alto cuerpo consultivo del Estado en materia
de educación. Probablemente retrocedan los intereses generales porque en
ese consejo las voces de los que van allí representando a sus
universidades en principio están más en lo particular que en lo general.
Y es lógico que sea así porque un rector de Alicante no tiene por qué
representar los intereses o los problemas que hay en La Coruña. Por no
ser muy largo, resumiría en tres cuestiones lo que va a pasar con el
consejo: se va a burocratizar, se va a debilitar su carácter consultivo y
probablemente retrocedan los intereses generales.
¿Qué pasa con los títulos y con el registro? El cambio de catálogo a
registro supone una fuerte modificación del consejo porque a partir de
ahora las universidades no van a poder establecer en su programa de
estudios los títulos que figuren en un catálogo preexistente. Tendrán que
discutir con su comunidad autónoma más que con el Estado -ya lo contempla
la LOU y el proyecto insiste en esta dirección, amplía las competencias
de las comunidades autónomas en materia de educación superior- si es
pertinente o no impartir determinado título en función de la demanda
social que haya de él y de los recursos formativos de que disponga la
universidad. Como hemos visto en el consejo, como consecuencia del
cambio catálogo por registro, irán al registro los títulos propuestos por
la universidad, aceptados por la comunidad autónoma y refrendados por el
Estado. ¿Cuál puede ser la consecuencia de ese cambio de catálogo a
registro? La disminución de los títulos que van a impartir algunas
universidades. Los rectores están ciertamente preocupados porque no van a
impartir todas las carreras que quisieran impartir y va a verse un poco
debilitado el juego de intereses rector y grupos de presión existentes en
los claustros que (como dijo antes, Sosa Wagner, se hace por intereses de
grupo, departamentales, apelando en muchos casos a la autonomía
universitaria, pero con intereses claramente personales. De modo que el
cambio de catálogo por registro va a suponer la modificación de los
títulos que van a impartir muchas universidades. ¿Y por qué? Por razones
financieras porque la educación superior necesariamente tiene que tener
un coste limitado. No creo que España, que es un país avanzado pero
situado en la escala templada de los países avanzados, tenga recursos
infinitos a disposición de la educación superior. No los hay; no los
puede haber. Ahora hay una reivindicación encima de la mesa, elevar el
presupuesto de las universidades a un 1,5 por ciento del PIB. Estamos
casi en el uno por ciento. Ya se propuso eso en el año 1994 desde el
propio consejo. Han pasado 12 años y no se ha hecho nada, no porque no se
haya querido hacer, sino porque los sucesivos gobiernos no han encontrado
las fórmulas financieras con objetivación ni apoyo suficiente para dar
ese paso. ¿Qué va a pasar con la acreditación ilimitada de los futuros
profesores si finalmente este sistema va adelante? Probablemente, que las
plantillas de las universidades crezcan o se desborden. En mi texto digo
que se van a desbordar. ¿Y cuál será la fórmula para, una vez producido
el desbordamiento de las plantillas? Primero, las universidades asumirán
ese incremento del profesorado por encima de sus necesidades, porque
vamos a 1.200.000 estudiantes en unos cuantos años sobre el nivel actual,
es decir, se reduce el número de estudiantes. Las universidades tendrán
que reducir el tamaño de los grupos de clase y el Estado tendrá que poner
encima de la mesa de las universidades el exceso presupuestario, pues el
sistema de acreditación ilimitada puede terminar -voy a cambiar el verbo,
como ha hecho la portavoz del Grupo Socialista- con un exceso
presupuestario por encima de los límites actuales. Los estatutos y no la
ley deben fijar la estructura del consejo de gobierno de una universidad,
precisamente
por respeto a la autonomía de las universidades. Soy autonomista no
soberanista, suficientemente autonomista como para entender que esa es
una función que corresponde establecer a cada universidad.
En cuanto a los profesores eméritos, la ley no lo dice claramente, pero la
LOU estipula con mayor claridad que los eméritos se van a contratar por
las universidades por periodos de tiempo variables comprendidos entre dos
y cuatro años. Unas universidades van a ser más exigentes que otras en lo
que al currículum se refiere. Por ejemplo, la mía va a ser muy exigente:
cuatro sexenios acreditados para entrar en la lista de los profesores
presuntamente eméritos y solo dos años de contrato. Otras universidades
son menos exigentes, tienen menos sexenios y más años de contrato. Ahí
juega la autonomía y probablemente los recursos. SS.SS. saben como yo que
en Andalucía el sistema universitario está financiado un 30 por ciento
por debajo de la media nacional y tiene una financiación muy deficitaria,
por lo que no me sorprenden medidas de estas características. Mucha
exigencia y poco tiempo de contrato porque el dinero no da para mucho
más. A los cambios de coordinación que impone el proyecto de ley al
sistema universitario con la creación de la conferencia sectorial y del
Consejo de Coordinación Universitaria he contestado ya. El consejo se
burocratiza y se hace mucho más político, pues la conferencia sectorial
es un órgano político. Considero desacertada -no lo voy a llamar error,
pero es desacertado- la desaparición de los consejeros de extracción
parlamentaria, no porque yo esté entre ellos, porque uno no puede estar
toda la vida en el mismo sitio, sino porque su aportación ha sido
positiva. Yo sé que lo dicen de mí, pero también de otros miembros del
Consejo de Coordinación Universitaria.
Me preguntaba usted si estoy o no de acuerdo con que el proyecto de
reforma conceda algunas competencias más a las comunidades autónomas
respecto de las actuales. Siempre digo que España es una nación
fuertemente descentralizada. El Estado de las autonomías está en la
Constitución y no me sorprende que estas competencias puedan ser asumidas
por las autonomías. Mi opinión es favorable a ese proceso y no tengo
ninguna reserva que oponer, aunque, como está ocurriendo en Alemania,
probablemente llegará un momento en España en que el Estado tendrá que
meditar sobre si se ha ido o no demasiado lejos en las transferencias de
competencias a las autonomías en los diversos órdenes de la vida
política. No estoy en política y no lo sé, pero tal como dijo el otro día
en Segovia un profesor alemán, en Alemania no hay una ley federal sobre
educación como la que estamos haciendo aquí, sino que las leyes son
autonómicas.
Ya me he expresado acerca de cómo entiendo que debe ser elegido el rector.
Si el rector no puede ser elegido por todos los miembros de la comunidad
académica con voto ponderado, lo mejor es que se le designe, como está
ocurriendo en Europa, porque el principio de responsabilidad inherente a
la dirección de una institución tan compleja, con tantísimos recursos a
disposición de la misma por parte del Estado -el 80 por ciento de los
fondos de las públicas los aporta el Estado-, exige una rendición de
cuentas que en este momento nadie hace en la universidad. No se puede
exigir responsabilidad a órganos colegiados, que al final son los que
toman las decisiones. Todos los estatutos de las universidades anteponen
la colegialidad al carácter unipersonal de los órganos de gobierno y no
hay manera de identificar dónde está la responsabilidad. ¿Por qué una
universidad con exceso de profesores sigue gastando dinero público en
crear más plazas de profesores cuando los títulos van a reducirse en el
futuro y va a haber menos títulos? En nuestra universidad tenemos títulos
con dos o tres estudiantes. Hablo de árabe, de estudios semíticos, de
cosas que vienen de la historia que habría que preservar, siempre y
cuando económicamente sea posible. Yo soy de los que dice que si hubiese
alguna titulación que rescatar y se anunciara un cataclismo para todas
las universidades rescataría tres: las matemáticas, la filosofía y los
estudios de música. Es lo que yo rescataría de la universidad, no la
medicina. Conservaría las matemáticas, la filosofía y la música. ¿Por
qué? Porque la música, las matemáticas y el pensamiento abstracto
probablemente son los productos más elevados del espíritu humano, lo que
mejor ha hecho el hombre, sobre todo en Europa y en el siglo XX; en medio
de las grandes catástrofes que asolaron a nuestro viejo continente en el
siglo XX.
Sobre la investigación no tengo más que añadir. La investigación en España
ha funcionado muy bien desde el año ochenta en adelante. El sistema ha
crecido espectacularmente, más en la dirección de la publicación de
artículos de revista con niveles de impacto suficientes que en la
producción de patentes y de desarrollo tecnológico. Hacemos más ciencia
que tecnología en España -ahí hay un problema que corregir en el futuro-,
pero no tengo inconveniente en reconocer -por eso he pedido que separemos
la discusión de la investigación del tema de esta comparecencia- que la
creación de institutos de investigación mixtos es positiva, así como la
transferencia de conocimientos al mundo empresarial. Insisto en que en el
dilema enseñanza-investigación falla la docencia, el problema más
importante que tenemos no es científico sino formativo, y no podemos
seguir defraudando a los miles, decenas y cientos de miles de estudiantes
que vienen a la universidad a formarse y no encuentran un instrumento de
formación a la altura de las circunstancias.
Me preguntaba usted si la calidad de la formación se puede modificar
mediante lo que hoy llamamos cambios en la metodología educativa. En
Zaragoza se nos presentó un documento muy importante, en el que han
trabajado la Unesco y otros muchos como, por ejemplo, el antiguo rector
de la Universidad Politécnica de Cataluña, Jaume Pagès, que ha hecho un
trabajo fundamental en ese aspecto. En medicina la tenemos reconocida la
calidad de la educación como exigencia ineludible en la selección del
profesorado desde 1988, fecha en la que se llegó a un consenso
internacional en la declaración de Edimburgo. Medicina lleva sobre las
demás titulaciones universitarias décadas de ventaja. Empezamos a hacer
lo que hoy llamamos espacio de educación superior en el año 1975, tenemos
sistemas comparativamente homologables de formación, libre circulación de
personas y servicios en lo que denominamos la Europa de las batas
blancas. En cuanto a calidad, la exigencia que utilizamos para la
selección de los profesores data de 1980 y se ha intensificado. En los
tribunales somos conscientes y cumplimos las leyes, pero el que no tiene
experiencia docente suficiente para impartir el programa de una o más de
una asignatura, como decía el profesor Sosa, por mucho currículo que
tenga probablemente tendrá que esperar a adquirirla. No es que no entre;
acaba entrando, pero cuando alcanza la experiencia suficiente. De modo
que no basta solo con el cambio de metodología, sino que hay que cambiar
la mentalidad de nuestros profesores y esos cambios -usted lo sabe igual
o mejor que yo- son de lento desarrollo. De manera que lo que vaya a
pasar con ese asunto va a ser lento y, para que eso acabe en la dirección
que debe ir, a mi juicio hay que introducir estímulos en la selección del
profesorado de carácter docente que el proyecto no introduce. Yo se lo
pregunté a la ministra Mercedes Cabrera en Zaragoza, quien reconoció
públicamente que el proyecto va así porque la investigación es fácil de
medir y la docencia es más difícil, pero que sea más difícil no significa
que no se deba tomar en consideración una cuestión cuya naturaleza en la
universidad es absolutamente fundamental.
Sobre si me parece bien o no que el currículum de los miembros no se haga
público, no me parece ni bien ni mal. Lo importante es que el Gobierno
designe las condiciones para formar parte de esos tribunales, los
criterios de los que hayan que estar en esa comisión y luego que el azar
determine quiénes van a ir y quiénes no, porque en España hay mucha gente
muy bien formada y no deben ir a esas comisiones aquellos que determine
el poder público. Esos nombramientos, cualquiera que sea su naturaleza y
origen, deben tener un tiempo limitado de actuación para no transformarse
en algo en lo que no deben.
Sobre los sexenios, ya sabemos que en principio se establecieron como
mecanismos de modificación del régimen retributivo de los profesores,
pero han acabado transformándose en un elemento que discrimina a los
buenos y a los malos, a los que trabajan y a los que no lo hacen; a los
que brillan y a los que no; a los que mejoran y a los que lastran el
sistema. Es un tema muy complicado que merecería un tiempo de reflexión
superior del que disponemos en este momento.
Muchas gracias, señor presidente.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Pedraza.
Concluido el orden del día de esta mañana, les convoco para dentro de poco
tiempo, porque volveremos a empezar a las cuatro.
Se suspende la sesión.
Eran las tres y veinticinco minutos de la tarde.
Se reanuda la sesión a las cuatro y cinco minutos de la tarde.
-DEL SEÑOR DIRECTOR DE ESCUELAS EMPRESARIALES DE ZARAGOZA (ZULAICA
PALACIOS). (Número de expediente 219/000730.)
El señor PRESIDENTE: Dado que es la misma Comisión de Educación y Ciencia
que la de esta mañana -no es que sean dos distintas, sino que es la
misma- reanudamos la sesión con la presencia de don Fernando Zulaica
Palacios, director de las escuelas empresariales de Zaragoza, al que doy
la bienvenida, para darnos su punto de vista en relación con la
problemática suscitada con la tramitación del proyecto de ley de
modificación de la LOU de 2001. Como le habrán explicado, el trámite que
seguimos en esta Comisión es dar la palabra, en primer lugar, al
compareciente para que en torno a quince minutos pueda explicar y dar su
punto de vista y que posteriormente los grupos parlamentarios puedan
profundizar en las cuestiones. Sé que el tiempo es limitado, pero el
tiempo es importante también en la vida parlamentaria, porque después hay
otro compareciente y tenemos que seguir el trámite oportuno, así que les
rogaría que la intervención pudiera ajustarse a estos parámetros. Seré
benevolente de todas formas. Tiene la palabra el señor Zulaica.
El señor DIRECTOR DE ESCUELAS EMPRESARIALES DE ZARAGOZA (Zulaica
Palacios): Voy a ser lo más breve posible, intentaré ajustarme al tiempo.
Pensaba que tenía veinte minutos y en torno a eso me moveré.
El señor PRESIDENTE: Si digo que son veinte minutos, todo el mundo se pasa
a los treinta.
El señor DIRECTOR DE ESCUELAS EMPRESARIALES DE ZARAGOZA (Zulaica
Palacios): Gracias, he entendido el mensaje.
Señor presidente, señoras y señores diputados, comparezco ante ustedes en
calidad de portavoz de la plataforma estatal de profesores titulares de
escuela universitaria, plataforma que se constituyó en el año 2003 con el
objetivo de coordinar las demandas que desde diferentes universidades se
estaban realizando en torno a la problemática de este colectivo. A día de
hoy, más de 4.500 profesores titulares de escuelas universitarias de 47
universidades diferentes -como se detalla en el dosier que les hemos
facilitado- forman parte de esta plataforma que se creó con dos grandes
objetivos: que se garantizasen los derechos adquiridos hasta la fecha por
los titulares de escuela universitaria y que se produjese la integración
en el cuerpo de los profesores titulares de universidad y en sus propias
plazas de aquellos profesores
titulares de escuela universitaria que poseyesen o adquiriesen el grado de
doctor. Me van a permitir que antes de entrar a valorar el proyecto de
ley por el que se modifica la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de
Universidades, realice unas breves anotaciones en relación con la figura
del profesorado funcionario con el objeto de situar de una forma clara el
contexto en el que nos encontramos.
La Ley de Reforma Universitaria de 1983 estableció las cuatro categorías
actuales de profesores funcionarios: titulares y catedráticos de escuelas
universitarias y titulares y catedráticos de universidad. Se simplificaba
así lo que se denominaba en la propia exposición de motivos de esta ley
como -y cito textualmente- actual caos de la selvática e irracional
estructura jerárquica del profesorado, totalmente disfuncional, diseñando
al mismo tiempo -y así lo dice la ley- una carrera docente. El legislador
respondía no solo a clarificar una situación, sino al mismo tiempo a
reflejar en las figuras del profesorado una realidad obvia como era la
existencia de facultades y escuelas técnicas superiores que impartían
licenciaturas, ingenierías superiores y arquitecturas y escuelas
universitarias que impartían diplomaturas e ingenierías técnicas. De esta
forma, la única distinción normativa de los citados cuerpos docentes
universitarios viene dada por Real Decreto 898/1985, sobre régimen del
profesorado universitario, en cuyo artículo 11, relativo a la docencia,
se establece la limitación para los profesores titulares de escuelas
universitarias de impartir enseñanzas a los tres primeros cursos de la
enseñanza universitaria circunscribiendo de este modo sus obligaciones
docentes a la enseñanza en el primer ciclo de estudios universitarios,
esto es en las escuelas universitarias. Sin embargo, el único requisito
que diferenciaba el acceso al cuerpo de titulares de escuela y al de
titulares de universidad o, en su caso, de catedráticos de escuela
universitaria era el grado de doctor, condición que no se exigía para
optar a una plaza de titular de escuela, puesto que este cuerpo fue
creado exclusivamente para realizar labores de docencia en el primer
ciclo de la enseñanza universitaria y en ningún caso tareas de
investigación, como así está definido en el todavía vigente real decreto
sobre régimen del profesorado antes citado, que establece además
-supuestamente por este motivo- una mayor carga docente, 50 por ciento
adicional para este colectivo de profesorado. Decimos único requisito
diferenciador porque el concurso oposición establecido para ambos cuerpos
era, de facto, idéntico, sin que hubiera definida ninguna prueba
diferenciadora específica referente a la impartición de docencia en el
segundo ciclo o a labores de investigación. La única diferencia de forma
radicaba en la composición de los tribunales, ya que en dichos tribunales
podían figurar otros profesores de escuelas universitarias; pero al mismo
tiempo que se establecían estas diferencias, paralelamente la norma
estableció la plena capacidad docente para todos los cuerpos de
profesorado y la plena capacidad docente e investigadora para todos los
cuerpos -también para el caso de los profesores titulares de escuela
universitaria- siempre que estuviesen en posesión del título de doctor.
Por ello, la primera consecuencia lógica de esta última norma es la
equiparación plena de todos los derechos de los cuerpos docentes en lo
que respecta a la capacidad docente e investigadora, siempre y cuando se
esté en posesión del título de doctor, lo que de facto anulaba las
diferencias antes señaladas dejándolas en solo una cuestión de carácter
contractual que responde más a criterios economicistas que académicos. De
hecho, hasta la aprobación de la Ley Orgánica de Universidades en 2001,
la decisión de convocar plazas para el cuerpo docente de titulares de
escuela universitaria y no de titular de universidad o de catedrático de
escuela universitaria ha estado condicionada en gran parte de los casos
por la política interna de las distintas universidades respondiendo en
muchas ocasiones más a la política presupuestaria de esas universidades
que a diferencias reales entre plazas de escuela y de facultad, de manera
que en general muchos candidatos han concursado a estas plazas siendo ya
doctores y estando plenamente integrados en el sistema de investigación
español, y también gran cantidad de profesores titulares de escuela
universitaria en nuestras universidades ejercen actividades adscritos al
primero, segundo y tercer ciclo por la propia organización docente de los
departamentos. En cualquier caso, sea cual sea el punto del que ha
partido el profesorado titular de escuela universitaria, nos encontramos
en la actualidad dentro de este colectivo con, en primer lugar, un
numeroso y heterogéneo cuerpo de profesorado universitario: el 25 por
ciento del profesorado de la universidad pública española es titular de
escuela universitaria, concretamente, según datos del ministerio, 11.225
profesores, cuerpo que está integrado por diplomados, por licenciados y
doctores. Nos encontramos también con un profesorado de amplia
experiencia y excelente formación tanto en tareas de docencia e
investigación como en tareas de gestión; con un profesorado altamente
cualificado: según datos del ministerio, más del 25 por ciento posee el
grado de doctor y en muchos casos cuenta con trayectorias investigadoras
avaladas por publicaciones, direcciones de tesis doctorales, proyectos de
investigación y tramos de investigación reconocidos oficialmente,
conocidos popularmente como sexenios y que es el baremo de medida de la
investigación realizada; con un profesorado que, sin embargo, cuesta
mucho menos a la universidad y cuyas obligaciones docentes superan en un
50 por ciento las de cualquier otro colectivo de profesorado
universitario, figura a la que, por esta razón, se recurrió desde finales
de los ochenta como consecuencia del aumento considerable en el número de
alumnos que accedían a la realización de estudios universitarios. Es
precisamente este hecho -la mayor carga docente de este colectivo-, unido
a otros factores muy importantes como son la escasa o nula
infraestructura investigadora de las escuelas universitarias o el a veces
limitado desarrollo de la estructura departamental, lo que ha dificultado
en gran medida la obtención del título de
doctor, que hubiera permitido desarrollar adecuadamente la llamada carrera
docente. Pero aun siendo muchos los impedimentos, el profesorado titular
de escuela universitaria, en los casos en que no accedió a la plaza
siendo doctor, no dejó de buscar una mejor cualificación que le
permitiera su promoción desarrollando la carrera docente que la ley había
diseñado. De hecho -como ya he comentado-, más de un 25 por ciento de los
profesores titulares de escuela universitaria son doctores -según datos
del ministerio- sin que esta circunstancia repercutiera en modo alguno
en su situación contractual. Es más, la esperada convocatoria de plazas
de promoción que debería haberse realizado por las universidades no se
llevó a cabo -excepto en casos muy limitados-, ya que primó lo económico
sobre lo académico. Este hecho lo avala el escaso número de catedráticos
de escuela universitaria existentes en la actualidad, en comparación con
el elevado número de profesores titulares de escuela universitaria
doctores, tal y como se puede comprobar en el dosier.
La promulgación de la Ley Orgánica de Universidades de 2001 y el Real
Decreto de habilitación nacional a los cuerpos docentes de agosto de 2002
empeoraron todavía más la situación de los profesores titulares de
escuela universitaria, ya que dichas normas implicaban nuestra extinción,
si bien sin hacerlo constar explícitamente. En efecto, en el apartado
final de dicho real decreto se restringe la posibilidad de convocatoria
de plazas de profesor titular y de catedrático de escuela universitaria a
un número muy limitado de las áreas de conocimiento en las que impartimos
docencia, solo a 12 de un total de 187 áreas de conocimiento. Este
aspecto fue corregido parcialmente tras sentencia por un real decreto
posterior; se hizo esa corrección, pero solamente para situaciones que
calificaba de excepcionales. En definitiva, con la publicación de esta
ley se cambian las reglas del juego. Ahora la convocatoria de uno u otro
tipo de plazas ya no es en función del centro en el que se imparte
docencia, sino del área de conocimiento de la plaza objeto de concurso.
Así, en las áreas en las que no se permite la convocatoria de plazas de
escuela, lo que afecta -y es importante el dato- a 8.622 profesores
titulares de escuela universitaria, siempre según datos del ministerio,
esta nueva normativa trae como consecuencia lo siguiente. Primero,
conculca los derechos fundamentales de estos profesores funcionarios al
negarles la posibilidad de pedir excedencia del servicio activo, puesto
que nunca podrían volver a reincorporarse a una plaza de igual categoría,
ya que esta no podría convocarse. Por otro lado, también se impide la
movilidad de estos profesores, puesto que nunca van a poder concursar a
plazas de su misma categoría en otra universidad. En segundo lugar,
impide la promoción natural de los profesores titulares de escuela a
catedráticos de escuela, una vez que hubieran alcanzado el grado de
doctor. Más aún, se nos sitúa fuera de la universidad -enorme paradoja-,
de forma que para poder promocionar ahora a titular de universidad se nos
exige superar una prueba de habilitación de libre concurrencia con
cualquier persona que accede, ex novo, a la Función pública olvidando que
nosotros ya hemos pasado una oposición de facto idéntica a la que, en su
momento, realizaron los actuales titulares de universidad y siendo
también ya muchos de nosotros doctores en aquel momento, como se ha
indicado anteriormente. Además, no se produce reconocimiento alguno de la
labor que llevamos realizando durante años en la universidad, labor
docente, de gestión y en mucho casos de investigación, con sexenios
reconocidos y habiendo sido utilizados en muchos casos como mano de obra
barata. La exigencia de superar dicha prueba en libre concurrencia con
personal no funcionario, junto con el hecho de que las plantillas de las
universidades están a menudo cerradas, ha conducido a que las
universidades sean extremadamente reticentes a la hora de ofertar plazas
de titular de universidad correspondientes a departamento sin déficit
estructural con profesores titulares de escuela universitaria en su
plantilla, posiblemente por miedo a tener que incorporar a su plantilla a
otro profesor más, lo cual ha ido en perjuicio nuestro, puesto que al
margen de haber una fuerte carrera de obstáculos, esto nos sitúa
nuevamente en un callejón sin salida. Este nuevo escenario supone, por
tanto, un fuerte quebranto de los derechos de todos los profesores
titulares de escuela universitaria adquiridos a la hora de acceder a la
Función pública, derechos que abarcan -como hemos indicado- desde la
excedencia y la movilidad a los de participación política en órganos
colegiados, departamentos y claustro, pasando por la posibilidad de
desarrollar una carrera docente.
Es en este escenario cuando la plataforma de titulares de escuela
universitaria comienza su trabajo de forma coordinada. Así, la
reivindicación que se ha hecho desde el primer día es, en primer lugar,
la de que se garanticen los derechos adquiridos por los profesores
titulares de escuelas universitarias y solo en segundo lugar la
existencia de una carrera docente real junto con el reconocimiento a la
labor realizada hasta la fecha, en la que el cumplimiento del requisito
del doctorado para integrarse en el cuerpo de titulares de universidad se
plantea como un elemento que nos iguala en condiciones a nuestros
compañeros titulares de universidad en el momento de su acceso a la
Función pública. Debe quedar claro que no buscamos una situación de
privilegio ante un cambio de legislación ni perseguimos reivindicaciones
corporativas bajo el amparo del totum revolutum ni queremos una entrada
en un cuerpo superior por una puerta falsa o un coladero, sino que
buscamos que exista un reconocimiento al trabajo realizado y una
recuperación de derechos perdidos ubicándonos a los titulares de escuela
junto a los titulares de universidad cuando se alcancen los mismos
requisitos que se exigieron a estos últimos para ingresar en su cuerpo de
profesorado, esto es, ser doctores.
El diálogo que la plataforma ha mantenido con las autoridades
ministeriales, autonómicas y académicas, fundamentalmente con la
Conferencia de Rectores de
Universidades, desde que se anunció la modificación de la LOU en el año
2003, ha permitido superar propuestas iniciales poco reflexionadas. La
actual propuesta pasa de los cuatro cuerpos de profesores funcionarios
antes mencionados a solo dos: catedrático de universidad y titulares de
universidad desapareciendo de iure, no solo de facto, el cuerpo de
catedráticos de escuela universitaria y el de titulares de escuela
universitaria. La actual propuesta de reforma de la LOU plantea la
extinción del cuerpo de profesores titulares de escuela universitaria
como una consecuencia lógica de la inmediata implantación del espacio
europeo de Educación Superior en el que desaparece la diferencia clásica
entre escuelas universitarias que impartían diplomaturas y facultades que
impartían licenciaturas, circunstancia con la que estamos totalmente de
acuerdo la plataforma de titulares de escuela universitaria. Esta
superación de etapas anteriores es la que nos permite hoy aquí estar
hablando, en el marco del actual proyecto de ley orgánica por la que se
modifica la LOU, de una disposición adicional segunda en la que se recoge
la integración del cuerpo de profesores titulares de escuelas
universitarias en el cuerpo de profesores titulares de universidad y en
la que se establece que quienes no accedan a la condición de profesor
titular de universidad permanecerán en su situación actual manteniendo
todos sus derechos y conservando su plena capacidad docente y, en su
caso, investigadora. Sin embargo, este nuevo escenario, aunque representa
una mejora en relación con la situación de partida y que apreciamos en lo
que supone de esfuerzo por parte del ministerio, entendemos que no
soluciona el problema de los profesores titulares de escuela
universitaria y ello -y siguiendo el orden de la redacción de la
disposición adicional segunda- por lo siguiente.
Primero, se ha arbitrado un sistema de integración en el cuerpo de
titulares de universidad donde desaparece la exigencia a realizar un
nuevo concurso oposición y la limitación temporal para alcanzar el grado
de doctor -mejoras considerables respecto a anteriores borradores-; sin
embargo, para que dicha integración sea efectiva se nos exige una
acreditación, entre comillas, conforme al procedimiento regulado en sus
artículos 57 y 59, sin que todavía se haya definido cuáles serán los
requisitos a exigir en dicha acreditación, ya que se dejan para el
desarrollo reglamentario posterior a la aprobación de la ley. Pero aunque
esté por definir el sistema de acreditación, hay algo que sí está claro
en los citados artículos y es que hacen referencia a la acreditación del
nuevo profesorado, o sea de los que desean acceder a la Función pública,
y esto es precisamente la antípoda de la realidad que nosotros
representamos. Ni somos profesores nuevos ni pretendemos acceder a la
Función pública. Somos profesores universitarios de pleno derecho con una
dilatada experiencia en las universidades y parece poco adecuado tener
que acreditarnos como si fuéramos personal ajeno. Por tanto, entendemos
que ni se nos debe pedir un requisito de acreditación, que no tuvieron
que cumplir los actuales profesores titulares de universidad, ni se nos
debe pedir una acreditación por la vía de unos artículos que no es
posible que puedan responder de forma equitativa a perfiles tan dispares
como son los representados por los profesores de nuevo acceso y los
profesores titulares de escuela universitaria. La declaración de
extinción de un cuerpo de titulares de escuelas universitarias y de
catedráticos de escuelas universitarias obliga necesariamente a
instrumentar una vía de integración de los profesores pertenecientes a
los mismos en la figura equivalente o inmediatamente superior de entre
las que existirán tras la promulgación de la ley, esto es en la figura de
profesor titular de universidad. Así lo hace el proyecto de reforma de la
LOU con los catedráticos de escuela universitaria al integrarlos de forma
directa en el cuerpo de profesores titulares de universidad sin más que
solicitarlo. Sin embargo, en el caso de los profesores titulares de
escuela universitaria las medidas arbitradas para su integración en el
cuerpo de titulares de universidad no tienen, en nuestra opinión,
parangón en la historia de la democracia española en la que nunca hasta
la fecha un colectivo de funcionarios ha sufrido semejante trato
discriminatorio. Históricamente, en situaciones análogas de cambios de
estructura de profesorado universitario, el Gobierno llegó a ser
extremadamente generoso con el colectivo de profesores afectados en
aquellos momentos. Así, por ejemplo, en el paso de la antigua Ley de
Ordenación Universitaria a la Ley de Reforma Universitaria, la LRU, se
articularon diferentes disposiciones transitorias especiales para
distintas figuras que permitían la integración de los diferentes
profesores afectados en cuerpos de profesores funcionarios. Más
recientemente, la Ley Orgánica de Universidades en 2001 estableció,
mediante sendas disposiciones transitorias, la integración de los
profesores numerarios de escuelas oficiales de Náutica en el cuerpo de
profesores titulares de universidad y la prórroga de la integración de
los maestros de taller o laboratorio y capataces de escuelas técnicas;
existen más precedentes que podrán consultar en el dosier que les hemos
facilitado.
Segundo, en el mismo párrafo de la disposición adicional segunda, en la
que se exige el doctorado y la superación de la acreditación, se dice
que, cumplidos estos requisitos, los profesores titulares de escuela
universitaria accederán directamente al cuerpo de profesores titulares de
universidad siempre que las universidades doten presupuestariamente
dichas plazas. Se genera así una nueva incertidumbre en el proceso de
integración, ya que en aras de mantener la autonomía universitaria se
legisla la integración en el cuerpo de titulares de universidad
supeditándola a la capacidad económica de cada universidad. La propuesta
no cuenta con posibles implicaciones del propio Ministerio de Educación y
da como resultado que el cumplimiento del requisito de acreditación no
garantiza la efectiva integración en el cuerpo de titulares de
universidad tal como queda redactada la disposición adicional segunda.
Además, dejar la aplicación de una ley de carácter general a la voluntad
de cada
universidad no solo es contradictorio sino que podría conculcar el
principio de igualdad de mérito y capacidad.
Tercero, expresamente se dice que quienes no accedan a la condición de
profesor titular de universidad permanecerán en su condición actual
manteniendo todos sus derechos y conservando su plena capacidad docente
y, en su caso, investigadora. Sin embargo, tal y como está redactado, se
siguen conculcando sus derechos al no permitir la posibilidad de
excedencias, como se colige de la lectura del artículo 67 del proyecto.
Tampoco se garantizan ni respetan los derechos adquiridos por estos
profesores al acceder a la Función pública al desaparecer la posibilidad
de traslado, que siempre estará vinculada con la existencia de plazas
vacantes del mismo cuerpo y área de conocimiento. En este aspecto,
abogamos por que se recojan en el articulado del proyecto que corresponda
las sugerencias expuestas por la Conferencia de Rectores en mayo de 2006
y relativas a los concursos de méritos como fórmula que permitiría dar
solución a esta cuestión. En lo que respecta a la participación en
órganos de gobierno, la mejora introducida en los órganos unipersonales,
artículo 24, donde se recupera el derecho a representar a un centro de
los profesores con vinculación permanente sin exigirles la posesión del
doctorado, no se ha visto acompañada con medidas en la misma dirección en
lo que respecta a la composición del claustro y al órgano colegiado de
representación de los departamentos.
Desde la plataforma estatal de profesores titulares de escuela
universitaria venimos reivindicando desde hace más de tres años una
solución global que satisfaga a los tres actores implicados en el
proceso: al ministerio en cuanto al cumplimiento de los estándares de
calidad que se imponen en la universidad actual; a la universidad
española en cuanto al control presupuestario y a los profesores
funcionarios afectados en cuanto al mantenimiento de sus derechos y la
existencia de una vía real de promoción justa y digna, la cual debe
contemplar a todo el colectivo. El sistema universitario de calidad y
excelencia que persigue la LOU como principal objetivo no puede
conseguirse sin corregir antes los defectos estructurales del sistema y
sin el reconocimiento del esfuerzo realizado por el profesorado
funcionario ya existente. No debemos olvidar que nosotros ya formamos
parte del sistema universitario y estamos contribuyendo a la calidad de
nuestras universidades. Por ello, pensamos que es muy importante que
exista una vía real de integración. Si existe esa vía, conseguiremos que
muchos profesores titulares de escuela universitaria diplomados y
licenciados se esfuercen en emprender ese camino, lo cual redundará
obviamente en una mejora de la calidad de nuestras universidades. Por
todo ello, esa vía no debe nunca percibirse como algo difícilmente
alcanzable.
Después de todo lo anteriormente expuesto, realmente nos preguntamos cuál
es la verdadera razón que ha motivado que este problema no se haya
resuelto todavía satisfactoriamente para todos. No podemos desaprovechar
la ocasión que se nos presenta para conseguir el gran objetivo de mejorar
la estructura de las universidades españolas a todos los niveles a fin de
poder afrontar en buenas condiciones los retos que nos deparará en el
futuro la convergencia europea, esfuerzo colectivo al que todos los
profesores titulares de escuela universitaria difícilmente vamos a poder
contribuir desde el desánimo y la frustración. La única esperanza que nos
queda es que la propia universidad comprenda que frente a la exigencia de
más calidad y excelencia que se pretende conseguir, ella también tendrá
que exigir que se otorguen los medios adecuados para conseguir los
objetivos propuestos a todos los que participamos en este proyecto. En el
caso de los profesores titulares de escuela universitaria se nos debe
proporcionar una situación de partida digna que contemple la
regularización de nuestra situación. Todavía estamos a tiempo, en esta
reforma de la LOU de 2001, modificando la actual propuesta de la
disposición adicional segunda, de forma que la redacción sea la siguiente
-y cito textualmente la redacción que nosotros proponemos-: A los efectos
del acceso de estos profesores al cuerpo de profesores titulares de
universidad, los profesores titulares de escuela universitaria que a la
entrada en vigor de esta ley posean el título de doctor o que lo obtengan
tras su entrada en vigor accederán directamente al cuerpo de profesores
titulares de universidad en sus propias plazas. Quienes no accedan a la
condición de profesor titular de universidad permanecerán en su situación
actual manteniendo todos sus derechos y conservando su plena capacidad
docente. Los cambios en la disposición adicional segunda del proyecto que
implica esta nueva redacción son las que ustedes podrán encontrar en la
página 19 del dosier, donde aparece la actual redacción con aquellas
modificaciones que nosotros incluiríamos. Finalmente, esta petición que
les hacemos, fruto del diálogo y la reflexión, cuenta con el apoyo -como
comprobarán también en el dosier- de un gran número de autoridades
autonómicas y académicas, con las que en el caso de estas últimas, en
concreto de la Conferencia de rectores de universidades españolas, aunque
su propuesta no es exactamente la misma que la que nosotros hacemos, sí
que coincidimos en dos cuestiones que entendemos son esenciales: el
mantenimiento de los derechos adquiridos y el rechazo a una acreditación
para los titulares de escuela universitaria idéntica a la que se exigirá
a un profesor que accede, ex novo, a la Función pública.
Muchas gracias por su atención, disculpen si me he excedido un poco más de
lo previsto y quedo a su disposición para cuantas preguntas estimen
oportuno realizar.
El señor PRESIDENTE: ¿Ve? Si le decía quince minutos, eran veinticinco,
pero tampoco pasa nada.
¿Grupos que deseen intervenir? (Pausa.) Por el Grupo Catalán, en primer
lugar, tiene la palabra la señora Pigem.
La señora PIGEM I PALMÉS: No voy a formular preguntas, únicamente quería
trasladar al compareciente nuestro agradecimiento por esta vehemente y
apasionada exposición que nos ha hecho de su situación, que por otra
parte ya conocíamos. Me he visto colapsada en mi e-mails por los cientos
de miles de e-mails que hemos recibido exponiendo la situación, pero
además he de decirle que tuve el placer de hablar con unas compañeras
suyas que con amabilidad y con claridad me expusieron la situación en la
que se encontraban, que usted ha reiterado y repetido hoy. Usted ha dicho
muy bien que se lleva arrastrando desde hace algún tiempo y que,
indudablemente, como toda situación compleja requiere de una
articulación, de un engranaje que pueda encajar las distintas piezas
procurando dar satisfacción a todos los componentes de este puzle. Como
les dije a sus compañeras cuando vinieron a visitarme, desde Convergència
i Unió atenderemos las propuestas que ustedes nos hacen y que están
además muy bien explicadas en este dosier que nos deja y miraremos de qué
manera -teniendo en cuenta todas las posiciones en juego- se puede dar
respuesta a la situación que vienen planteando no solo esta legislatura
sino que creo que se presentó ya cuando se tramitó la LOU en la
legislatura anterior.
No sé si lo conoce, pero ayer el presidente de la Conferencia de rectores
de universidades españolas hizo una propuesta por escrito para que
hubiera un camino por el que los titulares doctores quedaran
automáticamente acreditados como titulares universitarios en el caso de
que tuvieran concedido un sexenio. Quizá la pregunta sería esta. Ya sé
que esto no responde exactamente a lo que ustedes solicitan, pero me
gustaría que me diera su opinión al respecto. Sobre el tema de
acreditación, los interrogantes que usted nos ha transmitido acerca de
los requisitos y de perfilar un poco en qué consistirá se nos han venido
manifestando por todos los sectores, porque realmente es un tema que
todavía no está dibujado. En cuanto a si hay que pasar el camino de la
acreditación y luego siempre estás a merced de que las universidades
creen la plazas y contraten, esto va a suceder así exactamente con todos
los profesores, con lo cual le traslado un poco el fruto de las
comparecencias que hemos tenido y me gustaría saber cuál es su opinión
sobre la propuesta de la CRUE.
El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular tiene la palabra el señor
González.
El señor GONZÁLEZ RODRÍGUEZ: Quisiera dar las gracias al señor Zulaica y a
la representación que de la plataforma de titulares de escuelas
universitarias tenemos en esta sala. Les voy a dar la espalda, pero no
puedo doblar la cabeza. Les pido disculpas por la situación de esta sala,
que es un aula con un encerado, pues tenemos ahí a un señor que fue muy
importante. (El señor diputado se refiere al cuadro que representa a
Práxedes Mateo Sagasta.) No voy a hacer grandes preguntas respecto a lo
que usted ha expuesto, porque como lo ha expresado de una forma tan clara
y, como ha dicho mi compañera de CiU, de una manera tan vehemente, es
evidente que usted se cree lo que está diciendo, lo cual es muy
importante para defender una causa. Yo también he tenido contactos, como
no podía ser de otra forma, al igual que otros miembros del Grupo
Popular, con la plataforma de los denominados TEU y me parece que la
labor que vienen ustedes realizando desde hace años es una labor
importante, una labor que ha creado una escuela a imitar por otros grupos
universitarios que tienen situaciones parecidas, y de ahí que felicite a
los miembros de la plataforma sobre todo por la corrección con la que
tratan a los grupos parlamentarios y con el reconocimiento, que no es
fácil y que no es normal muchas veces, de lo que estos grupos
parlamentarios hacen ante las peticiones que nos hace la sociedad, en
este caso la plataforma de los TEU universitarios. Desde luego, no me voy
a meter en lo que usted ha dicho, porque lo ha dicho bien y creo que lo
podrá decir más alto pero no más claro. Lo que sí que tengo que destacar
son algunas singularidades, porque me parece que el suyo es un caso
complejo-también se ha dicho ya- y de una enorme singularidad, sin duda
alguna, y esta singularidad la veo en dos aspectos: la veo en que son
profesores universitarios que han alcanzado el tercer grado, es decir, el
doctorado, y que antes o después son doctores; y la otra singularidad que
me parece realmente destacable y que ustedes y la Conferencia de Rectores
también destacan, como ha dicho también la diputada Pigem, en el
documento que nos presentaron ayer como enmiendas al articulado de la
reforma de la LOU, es el caso suyo y de todos sus compañeros con respecto
al tema de la posesión de un sexenio, es decir, son doctores pero además
tienen un sexenio. Me viene muy bien este apartado del sexenio porque
esta mañana hemos tenido alguna discusión con respecto a los currículum
de las personas, los curricula de los distintos miembros de la comunidad
universitaria española, y me gustaría que quedara bien claro en el
"Diario de Sesiones" que es evidente para mi grupo y para mí que los
sexenios forman parte del currículum pero no son el currículum,
evidentemente. Es el único indicador que tenemos en España cuantificable
de lo que es la investigación de una persona, pero los sexenios
representan lo que son, son lo que son y desde mi punto de vista son muy
importantes. Evidentemente, si además del doctorado se pusiera un
sexenio, no estaríamos hablando de algo frívolo o de algo que no responda
a un esfuerzo docente e investigador de los TEU de universidad, sino de
algo que responde a lo que es una carrera docente e investigadora en la
universidad española, en cualquier universidad pero en este caso en la
española. De ahí que esta singularidad sea una singularidad con dos
aspectos, desde mi punto de vista, muy positivos para el planteamiento
que ustedes llevan haciendo desde hace bastantes años. Yo ahora, como
usted comprenderá, tampoco me puedo pronunciar diciendo si vamos a hacer
tal o cual cosa, ahora toca la comparecencia para analizar lo que ustedes
nos dicen y
ver qué podemos hacer y le puedo asegurar que vamos a intentar hacerlo lo
mejor posible y que sea lo más positivo para todo el grupo de los TEU
universitarios doctores. Además, esta singularidad creo que viene apoyada
por la institución u organismo que hasta ahora reúne al grupo más
sobresaliente -al menos porque así creemos que es, se podría discutir,
pero creo que es así- que es la Conferencia de rectores de universidades
españolas. Usted lo ha dicho, pero creo que sería conveniente repetirlo
nuevamente, la Conferencia de Rectores, la denominada CRUE, en enero y en
mayo de 2006 se ha pronunciado al respecto y, por no ser pesado, para los
TUE doctores dice la CRUE exactamente que se valora positivamente que el
reconocimiento de un sexenio comporte la acreditación automática para
titular de universidad; también se puede decir más alto pero no más
claro. De ahí que he enmarcado su problemática, la problemática de su
grupo, y creo que tenemos elementos suficientes para, en un momento
determinado, dentro de unos días, ver cuál va a ser el comportamiento por
parte del Grupo Popular. Sí le voy a hacer algunas preguntas relacionadas
con todo esto, aunque es un poco de forma indirecta. Tenía la pregunta
sobre qué opinaba de la reducción a dos cuerpos, el de catedrático de
universidad y el de titular de universidad, pero usted lo ha respondido
directamente en una frase diciendo que están de acuerdo, por eso no
insisto. Dentro de esto se reúnen una serie de condiciones o de
planteamientos que no son científicos ni académicos; a lo mejor es un
planteamiento sentimental. Me ha llegado la noticia -me han comentado
profesores y se lo pregunto a usted como representante de todos ellos
para ver si yo me aclaro también- en concreto de que el paso de
catedrático de escuela universitaria a profesor titular de universidad,
que es un paso automático, no requiere nada, no hay mayor incentivo
económico ni menor, ni va a tener un despacho más grande ni más pequeño
en el centro, va a seguir ejerciendo el mismo tiempo de docencia, el
mismo horario, pero sí he oído a catedráticos de escuelas universitarias
que dicen que por qué tienen que cambiar de denominación si no quieren.
Se produce ahí un aspecto puramente romántico y le pregunto si esto lo
considera respetable o no, el que todos pasen al mismo vagón y también se
lo pregunto -que también lo dijo el presidente de la CRUE ayer, el
profesor Juan Vázquez- con respecto a la eliminación de la denominación
de escuelas universitarias, que obviamente por la reforma, por la LOU,
debe desaparecer porque van a pasar todas las escuelas superiores a
facultades. Ahí la pregunta ya no tiene tanto romanticismo sino que tiene
también una singularidad con respecto a las escuelas universitarias.
Usted es director de escuela universitaria y por eso le hago la pregunta:
¿Cree usted que puede haber fricción? ¿Va a estar bien resuelto el
asunto? Aquí podría haber algo que ha estado en el ambiente, en la
atmósfera de estos dos días que llevamos con las comparecencias y es
precisamente la especialización por determinadas escuelas, por
determinadas facultades que sean la singularidad en sus distintas
universidades, comunidades autónomas o territorios diferentes de este
país. La pregunta, le repito, es si ese paso, que por la reforma de la
LOU y por el espacio europeo de Educación Superior es automático, es tan
fácil resolverlo. Le pongo el caso de mi universidad; está la Escuela
Politécnica, que es donde se dan, vamos a denominarlo con la terminología
antigua, los peritajes, y está la Escuela Superior de Ingenieros. Las dos
que le he nombrado desaparecen. ¿Cómo se resuelve eso? Usted lo sufre en
su propio pellejo y me gustaría que me respondiera a lo que le estoy
diciendo. También le pregunto otra cosa: ¿cómo ve como director de
escuela y como TEU doctor con un sexenio -en fin, con todo eso que ya
sabemos y que no vamos a hablar de momento- la obligatoriedad que no está
en el documento de reforma, pero que sí está en el documento borrador de
las carreras futuras en este país? ¿Cómo ve la obligatoriedad de los 240
créditos FTS para todas las titulaciones? Pregunto y le digo que es una
pregunta recurrente, se la hacemos prácticamente a todos. Por último, una
curiosidad: ¿qué opina usted de estas nuevas plazas que han sido
convocadas por el ministerio para TEU no doctores? Últimamente ha habido
seis plazas para un cuerpo que tiende a desaparecer. Le puedo asegurar,
señor Zulaica, que el Grupo Popular va a estudiar con el máximo esmero,
con el máximo cariño, su planteamiento y esperamos no equivocarnos y que
aquello que decidamos sea lo más justo, lo más positivo para todo este
grupo tan importante, de tanto trabajo y de tanta excelencia de la
universidad española.
El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista tiene la palabra la señora
Casaus Rodríguez.
La señora CASAUS RODRÍGUEZ: En primer lugar, desde el Grupo Parlamentario
Socialista queríamos dar la bienvenida al señor Zulaica en representación
de la plataforma de los TEU, también a los acompañantes que con él aquí
están y con los cuales nuestro grupo parlamentario ya se ha reunido y
hemos tenido conversaciones sobre el tema que aquí se nos ha planteado.
Nos encontramos ante una reforma de la Ley Orgánica de Universidades cuyo
principal objetivo es trasformar nuestras universidades, pero hacerlo de
acuerdo con una nueva estructura de la construcción del espacio europeo
de la Educación Superior que se nos avecina, de acuerdo también con la
dotación de una mayor autonomía a nuestras universidades. Aquí tengo que
hacer hincapié diciendo que un elemento esencial dentro de esta reforma,
tanto para mi grupo como, por ejemplo, para el experto europeo en
política educativa superior que ayer compareció ante esta Comisión, el
señor Guy Haug, y, por supuesto, también la transformación de nuestras
universidades de acuerdo con el impulso de la calidad y la rendición de
cuentas. Creemos que son una manera básica para esa transformación de las
universidades que pretende esta reforma de la LOU. He hablado de calidad,
ya que consideramos que es uno de los ejes fundamentales
de esta reforma, garantizar la calidad. ¿Cómo? Pues principalmente
consideramos que se hace a través de ese sistema de acreditación, un
sistema de acreditación que propone esta reforma que, por cierto, según
el informe que el Consejo de Estado ha realizado con respecto a esta ley,
ese sistema de acreditación puede servir para combatir la endogamia en la
selección del profesorado universitario y también puede servir para
garantizar un estándar uniforme de calidad para todas las universidades
públicas. Ese estándar de calidad puede ser la aspiración que se plantea
en este texto de reforma acerca de que todos los profesores
universitarios sean doctores. Garantizamos así una mayor calidad. De ahí
que se reduzcan a dos, como usted también ha mencionado, los cuerpos
docentes en la universidad quedándose en catedráticos de universidad y
profesores titulares de universidad. Consideramos desde mi grupo que este
estándar nos va a permitir poder introducirnos en la construcción del
nuevo espacio europeo de la Educación Superior y, por supuesto, un grado
de máxima calidad. Partiendo de este breve análisis que me he permitido
hacer y tras escuchar atentamente sus aportaciones, le puedo asegurar que
hemos tomado buena nota de todo lo que usted aquí nos ha dicho y que en
sus planteamientos concurren elementos administrativos, elementos
jurídicos, elementos académicos, que deberemos estudiar a fondo y que
ahora es el momento, porque nos enfrentamos al trabajo parlamentario de
sacar una reforma de la Ley de Universidades todavía mejor y mejorarla en
todo lo que podamos. Además, entendiendo y compartiendo con usted muchas
de esas aportaciones que nos ha hecho, he de señalar que no hay que tener
ningún temor -como se plantea o suscita en su intervención- a ese nuevo
sistema de acreditación que se propone en este texto de reforma que, por
cierto, ya veremos en el posterior desarrollo de esta ley qué criterios,
qué requisitos y cómo se va a establecer con mucho mayor detalle ese
sistema de acreditación, porque se trata de la reforma de una ley, que es
algo general, y luego las particularidades las veremos en el posterior
desarrollo y desglose de esta ley. Pero lo que nos queda claro, lo que
podemos tener todos claro y para mi grupo además es un elemento a tener
muy en cuenta, es la investigación, que consideramos que es la vía por la
que conectamos la universidad con la sociedad, es decir, a través de los
conocimientos. Somos conscientes -además en las reuniones mantenidas con
su plataforma hemos podido comprobarlo- de que a veces el colectivo al
que usted representa tiene más horas de docencia que de investigación y
consideramos que ambas son importantes y necesarias en pro de esa calidad
de la que venimos hablando y buscando. Por eso, desde mi grupo nos
comprometemos aquí a ser muy sensibles y respetuosos para que esa
realidad se refleje en la ley. Es decir, que debe haber un equilibrio
entre la docencia y la investigación. En esa misma línea que estoy
diciendo de equilibrio entre la docencia y la investigación, ayer en esta
misma Comisión, como han comentado los portavoces que me han precedido,
el presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades
Españolas nos presentó una propuesta de la cual tomó buena nota el Grupo
Parlamentario Socialista. Además, habrá que tener también en cuenta las
limitaciones y las condiciones que muchos miembros del colectivo de TEU
al que usted representa han tenido para poder acceder a esa actividad
investigadora. Me gustaría hacerle una pregunta sobre cómo vería usted
que se valorase la docencia, la investigación y también la gestión en los
profesores de un modo equilibrado.
En cuanto a la preocupación que existe en una parte del colectivo de su
plataforma de la posibilidad de que aquellos funcionarios que no
adquieran el título de doctor puedan ser excluidos del sistema, estoy en
disposición de decirle que esto nunca va a suceder, a lo mejor ustedes no
lo conocen porque no aparece junto con el proyecto de la reforma de ley,
pero el ministerio ha presentado una memoria económica que contempla una
partida importante para la integración progresiva de esos profesores y
para la extinción progresiva y paulatina del cuerpo, que cuenta con una
cantidad de algo más de 38 millones de euros para unos 11.600 TEU que
actualmente están en el sistema universitario español. Usted a lo mejor
no ha podido tener acceso a esa memoria económica, pero la memoria
económica se ha presentado en el Congreso junto con la ley, la ha
acompañado el ministerio, y en esa línea me gustaría transmitirle desde
nuestro grupo que esa incertidumbre de la que habla se puede ver un poco
más calmada con esto y me gustaría saber si esto le da seguridad para que
desaparezca la incertidumbre de la que hablamos. Además, considero que
esto puede ser un motivo para que esos profesores que dice usted que
pueden estar desmotivados o desincentivados puedan continuar motivados y
aspirar a tener la acreditación de doctor de la que hemos hablado.
Desde aquí nos ponemos a su disposición. Ahora es el momento de trabajar y
de empezar a reorganizar las cuestiones para poder ampliar y mejorar esta
reforma de la universidad.
El señor PRESIDENTE: Para fijar la posición en relación con los temas que
se han planteado, tiene la palabra el señor Zulaica.
El señor DIRECTOR DE ESCUELAS EMPRESARIALES DE ZARAGOZA (Zulaica
Palacios): Muchas gracias por sus intervenciones y porque se ha tomado
buena nota de lo que se ha dicho en esta comparecencia. Voy a intentar
contestar a algunas cosas en concreto y a otras en general.
Creo que la primera pregunta que tengo que contestar, porque además es la
primera que se me ha hecho y se ha repetido en varias ocasiones, es la
que hace referencia a los sexenios. Se ha hablado de los sexenios, se ha
hablado del sexenio como una forma de acreditación y, evidentemente,
tengo mi opinión -me han preguntado mi opinión y la voy a dar-, pero
antes quiero, de alguna forma, corregir un pequeño error. Tengo en mis
manos
el documento de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas
de fecha 29 de mayo, que es donde se fija la posición de la Conferencia
de Rectores en su momento y, evidentemente, habla del sexenio, pero
después de hablar de una acreditación específica para los titulares de
universidad. Es decir, en este documento de la CRUE que tengo aquí habla
de dos cosas -y cito textualmente-, en el tercer punto de la disposición
adicional segunda dice: Se debería establecer en la ley que el reglamento
de acreditación debería contemplar un mecanismo específico para la
acreditación de TEU como titulares de universidad en el que se debería
valorar la docencia, la investigación y la gestión de estos profesores;
después, en particular, en concreto, debería mantenerse la propuesta del
anterior borrador contemplada en su disposición adicional tercera en el
sentido de que los TEU con título de doctor que tengan concedido un
sexenio queden automáticamente acreditados como titulares de universidad.
Efectivamente, dice lo del sexenio, pero después de haber dicho que está
planteando una acreditación específica para los TEU, que es lo que he
recogido en mi documento. Lo digo porque es bueno poner los dos niveles
para que sepamos qué es lo que está planteando la Conferencia de Rectores
y, evidentemente, esa posición no es lo que nosotros pedimos pero creemos
que es una posición que se acerca bastante más a lo que nosotros estamos
pidiendo en nuestra reivindicación. Evidentemente, no es lo que nosotros
queremos, pero creemos que se acerca.
Desde la legitimidad que me da ser titular de escuela universitaria,
doctor y poseer sexenios, puedo decir que no me parece una buena
solución, y digo que no me parece una buena solución porque el hecho de
pedir el sexenio no significa ni muchísimo menos que se esté acreditando
la calidad del profesorado. Creo que tendríamos que recordar -todos
tenemos memoria histórica y hemos vivido muchos años en la universidad- y
pensar cuándo surgen los sexenios. El sexenio es una bufanda, no lo
olvidemos, el sexenio surge como una bufanda en un momento determinado,
como un complemento económico; así surgió, como otro más. Evidentemente,
se perfeccionó de tal forma desde el primer momento que para conceder
esos sexenios automáticamente se vio que había un baremo para medir la
investigación. No estoy diciendo que no sirva más que para eso, pero digo
que surge con ese planteamiento. De la misma forma que si hubiésemos sido
capaces también de crear algún tipo de elemento de medición de la
actividad docente, que no hemos sido capaces de hacerlo y ahora lo que
hacemos es chocolate para todos, también tendríamos en estos momentos
algún tipo de valoración que se denominaría de otra forma, complemento
docente o como se quiera, que también nos mediría la excelencia docente.
Pero surge así y, al surgir así, eso va a generar muchos problemas. Si yo
quiero comparar las 187 áreas de conocimiento que antes he mencionado
-antes eran 196 y luego redujeron algunas-, las 187 que en estos momentos
existen, el criterio de concesión del sexenio de una área de conocimiento
no tiene ni remotamente nada que ver con los criterios que están
aplicando en otras áreas de conocimiento. ¿Cómo podemos utilizar como
criterio para medir la investigación de los profesores universitarios si
son de diferentes áreas de conocimiento todos ellos y son criterios
diferentes los que están aportando en cada una de las áreas de
conocimiento? Eso es una realidad inmensa, eso está ahí y por tanto creo
que después de haber hecho -en el caso de que haya que hacerlo- algún
tipo de acreditación específica, entendería perfectamente que aquellos a
los que les han valorado su sexenio en su área de conocimiento no haría
falta que mandaran papeles, por decirlo de alguna forma, pero ese no
sería el criterio primero, pienso que sería un error y de hecho la CRUE
lo dice claramente; la CRUE está diciendo que primero una acreditación
específica y después, dentro de esa acreditación específica, contémplese
a aquellos que tienen sexenios. Yo lo entendería desde ese punto de
vista, pero, en cualquier caso, el tema de los sexenios, ya lo digo, me
parece que es muy peligroso porque eso no homogeneiza, al contrario, lo
que hace es que en aquellas áreas de conocimiento donde sea más fácil
conseguir el sexenio, aquellos podrán promocionar y obtener su plaza de
titulares de universidad y aquellos otros que tengan mayores dificultades
se van a encontrar con el problema de que no van en ningún momento a
poder promocionar. Por tanto, lo que estamos haciendo es en lugar de
solucionar un problema, crearnos otro nuevo, crearnos el problema de que
pueda haber unas disfunciones entre áreas y unas disfunciones dentro de
un mismo centro universitario donde nos encontremos con que hay unos
profesores que sí van a obtener una promoción y otros que no simplemente
porque son de diferentes áreas de conocimiento. Si caemos en ese error,
creo que en lugar de ir hacia delante lo que estamos haciendo es ir para
atrás. Por tanto, insistiría en que en el momento actual lo del sexenio
no debería ser el criterio, ni muchísimo menos. Hay más datos. ¿Cómo es
posible exigir a los titulares de escuela universitaria la posesión de un
sexenio si hay un 40 por ciento de titulares de universidad -datos del
ministerio, no me los invento-, un 40 por ciento de titulares de
universidad que no tienen sexenio? ¿Cómo es posible pedir a titulares de
escuela universitaria un sexenio si resulta que hay catedráticos de
universidad -repito, catedráticos de universidad- que no tienen sexenio?
No recuerdo en estos momentos el porcentaje, pero los hay -datos del
ministerio-. ¿Cómo es posible pedir, insisto, a un cuerpo que lo único
que está pidiendo es reconocimiento de una labor docente, investigadora y
de gestión, un requisito que buena parte de profesores de cuerpos
superiores no tiene? Evidentemente, me parece que caeríamos en una
contradicción exigiendo eso. Por lo tanto, mi opinión con respecto a los
sexenios creo que ha quedado clara y creo que haríamos un flaco favor al
proyecto de ley introduciendo ese factor que más que solucionar, insisto,
lo que haría sería distorsionar todavía más la situación.
Con esto creo que contesto al tema de los sexenios, aunque es posible que
luego vuelva al final cuando hablemos un poco de la acreditación y de la
calidad de la misma. Pero, en principio, como se me ha preguntado
directamente, creo que he contestado con claridad.
Me preguntaba el señor González, del Grupo Popular, sobre algunas
singularidades que de alguna forma se planteaban, como en el caso de los
doctores, de la CRUE. Creo que hemos hecho una labor en estos tres años
que antes mencionaba donde no nos hemos lanzado ni muchísimo menos a un
planteamiento demagógico. Creo que hemos hecho una labor donde hemos
perseguido siempre el mismo objetivo, es decir, vamos a ser razonables y
a quien más le preocupa la calidad de la universidad no es solamente al
ministerio, no es solamente a la sociedad española, no es solamente a las
universidades, es también a nosotros. Yo también quiero calidad en mi
universidad y quiero calidad en mi centro y quiero que los profesores
tengan calidad y, por tanto, respecto del baremo de la calidad en estos
momentos, en un diseño de ley donde se está estableciendo que los
profesores funcionarios tienen que ser doctores -ese es el diseño de la
LOU-, en ese diseño yo participo, yo contribuyo y lo primero que digo es
que vamos a consensuar una postura por parte de los titulares de escuela
universitaria que surja de un principio de calidad, principio de calidad
que es ser doctor. Por lo tanto, creo que el objetivo es mejorar la
calidad de la universidad y hacerlo a través de que todos aquellos que
estuvieran en estos momentos sin el doctorado; por diversas
circunstancias que no eran atribuibles a nosotros mismos sino que venían
determinadas fundamentalmente por cuestiones económicas, como antes he
planteado. Pongamos las herramientas, hagamos el camino, una vía real
para que eso se cumpla. Ese es el camino, esa es la vía, eso es lo que
nosotros perseguimos y hemos luchado por eso, estamos planteando eso y en
ningún momento hemos planteado cuestiones demagógicas tales como: bueno,
como cambia la ley y somos 11.000, ¡lo que podemos organizar aquí! No
queremos organizar nada, queremos garantizar la calidad de la universidad
y por eso estamos viendo algo que creemos que es bastante razonable. Ese
es nuestro objetivo y lo hemos planteado siempre.
Me preguntaba también por cuestiones ya concretas: paso de catedrático de
escuela universitaria a titular de universidad. Tengo aquí el borrador de
la ley y quienes no soliciten dicha integración permanecerán en su
situación actual. Por lo tanto, el romanticismo lo pueden cumplir si
quieren, no lo piden y siguen como catedráticos de escuela universitaria.
Pueden seguir exactamente igual, ellos deciden cómo, cuándo y de qué
forma pasan si quieren pasar. Reconozco que el ministerio también ha
hecho una labor muy positiva con respecto a los catedráticos de escuela
universitaria, una reivindicación que ellos hacían en su día en la línea
de que se les reconociera la antigüedad, que no se les reconocía en
anteriores borradores y lógicamente ellos se encontraban con el problema.
Yo he tenido también trato con compañeros catedráticos de escuela
universitaria y se planteaban cuestiones como, por ejemplo: si yo ahora
paso a titular de universidad, los veinte o veinticinco años que llevo de
docencia, de antigüedad, los pierdo. Ahora se recoge en el borrador que
conservan su antigüedad, afortunadamente, y me parece positivo porque
habrá que reconocerles ese trabajo; también me gustaría que me lo
reconocieran a mí, aunque no me he atrevido ni siquiera a pedirlo. Ellos
pueden decidir.
Desaparición de las escuelas. Yo soy director de una escuela, la Escuela
de Empresariales de Zaragoza. Se fundó en 1887, el año que viene hace 120
años, y estoy orgulloso, cuando no había nada más de empresariales en el
tejido cultural de Aragón. Y quien dice la mía dice cualquiera de las que
hay, como la de Minas, es decir, tenemos miles de ejemplos. Pero no me
planteo en estos momentos que desaparezca mi escuela, al revés, lo que me
estoy planteando es que mi escuela vaya a más y que si antes impartía una
diplomatura, ahora va a impartir un grado, que es más, y que si antes
estaba en rivalidad con otros centros, ahora va a estar junto a ellos
trabajando por conseguir un mejor tejido empresarial en mi región y
lógicamente las otras escuelas lo harán también en su parcela
correspondiente. Por tanto, no lo veo como una amenaza, lo veo como una
oportunidad, fantástica oportunidad. Creo que afortunadamente vamos a
ganar todos simplificando y clarificando una situación; es más, creo que
se tenía que haber hecho en 1983, creo que se perdió una oportunidad en
aquellos momentos. En el año 1970 era difícil, es cuando se integran con
la Ley General de Ordenación; ahí se integran, fantástico. No era el
momento en 1970 de integrarlas y de incardinarlas dentro de otros
centros; no era el momento, había muchas diferencias, pero en el año 1983
ya se podían haber integrado esas escuelas dentro de otro tipo de
estructuras más amplias. Se puede pensar también que tampoco era la
oportunidad en ese momento. Digo que puedo pensarlo porque todavía la
estructura departamental empezaba a nacer. Igual ha sido necesario -y
puedo entenderlo- que haya transcurrido ese tiempo, desde 1983 hasta
ahora, donde la estructura departamental, con sus virtudes y sus defectos
-no digo más-, ha empezado a caminar, ha funcionado, ha generado
sinergias, ha hecho que en estos momentos el profesorado que hay en las
escuelas universitarias sea un profesorado -insisto, y lo he dicho antes
en mi comparecencia- altamente cualificado, plenamente integrado en las
estructuras departamentales en lo que ha podido integrarse, porque no
siempre ha sido posible una forma más directa ya que ha habido
alejamientos geográficos y de otros tipos, pero llevamos 23 años de
conexión, vía departamento. Cuando en mi centro se tiene que decidir algo
sobre la docencia o sobre planes de estudios o ahora que estamos hablando
del grado, tan importante es el peso de mi centro como el peso que puedan
tener, lógicamente, los departamentos. Desde ese planteamiento, desde esa
situación, lo celebro con las manos abiertas, encantado. Eso me lleva a
la otra pregunta:
240-180. Depende. El otro día teníamos una reunión -y perdonen, que igual
soy un poco jocoso en esto- en la universidad convocados por el rector
donde nos explicó un poco el Decreto que acaba de sacar el ministerio, de
27 de septiembre, en el que se habla de las estructuras básicas, las
líneas y todo ese tipo de cosas, y surge la discusión entre 180-240. A mí
me da la sensación de que estamos discutiendo de tamaño y me parece que
no tiene sentido discutir de tamaño, hay que discutir de contenidos. Si
esos 240 me permiten mejores contenidos, bienvenidos sean, pero si esos
240 no me van a permitir nada, me sobran los 60 que me han puesto de más.
Lo que sí está claro es que en este momento ir a 240 créditos cuando
queremos integrar -así lo entiendo yo y así lo leo en ese documento del
ministerio- aspectos transversales tan importantes como son las prácticas
y las queremos integrar como obligatorias en los grados; aspectos tan
importantes como las herramientas informáticas, que también las queremos
integrar; y aspectos tan importantes como el tema de los idiomas, pues
evidentemente vamos a necesitar los 240 créditos porque, si no, no vamos
a tener créditos suficientes para dar los contenidos específicos de la
carrera. Pero siempre que lo aprovechemos para eso, que lo aprovechemos
para ese tipo de cosas y no, como puede ocurrir o como se podría plantear
en alguna otra ocasión, para aspectos como por ejemplo ver si mi
departamento consigue más créditos porque así puedo conseguir más
profesores. No, hombre, no, por favor, ya va siendo hora de que
desechemos lo de repartirnos el pastel porque no tiene sentido.
A lo de la desaparición de escuelas ya he contestado. Las habilitaciones
recientes. En mi opinión, no tiene sentido. Me da la sensación de que es
preferible tener ideas claras en estos momentos respecto a qué queremos
legislar en términos de figuras -esa es mi opinión- y si queremos
legislar una figura de colaborador, que no lo sé; si va a haber una
figura de colaborador como profesor no doctor que atienda... No lo sé, es
preferible legislar en eso y tener esas ideas claras que no gotear
plazas, para muchas de las cuales -y lo veníamos hablando los compañeros
antes cuando estábamos reunidos comiendo- van a salir las oposiciones
posiblemente en noviembre, diciembre o enero de 2008, cuando la ley ya
lleva ocho o nueve meses en vigor. Me parece que no ha sido muy
afortunado, pero entiendo que es posible que se estén buscando también
soluciones a aspectos muy puntuales, y desde ese punto de vista también
puedo entender que se hayan hecho ese tipo de convocatorias, pero siempre
pensando que puede haber algo que de alguna forma lo explique, y que no
sea de índole general, porque desde el punto de vista general, insisto,
no tiene demasiado sentido. Creo que con esto contesto a todas las
preguntas que me hacía el señor González.
La señora Casaus me hablaba de que su planteamiento es garantizar
fundamentalmente la calidad del profesorado y esa garantía es a través de
la acreditación. Estoy totalmente de acuerdo, pero se olvidan de una cosa
y es que estamos ya en la universidad. No estamos hablando de personas
que acceden a la universidad, estamos ya en la universidad, y la forma de
garantizar que los que estamos en la universidad tengamos mayor calidad
es que empecemos a trabajar en investigación y la forma de trabajar en
investigación es poniendo los caminos y los pasos que incentiven para que
esos profesores que en estos momentos están muy alejados de la plaza de
titular de universidad inicien ese camino. Así garantizamos la calidad,
porque de lo contrario lo que vamos a hacer es perpetuar en el colectivo
de titulares de escuelas universitarias una serie de profesores que no
van a tener ningún interés en hacer el doctorado. ¿Por qué? Porque no se
les reconoce. Es decir, ¿cómo le puedo pedir yo en estos momentos a una
persona que es diplomada, que tiene que hacer primero el grado -supongo
que el grado ya-, que después tiene que hacer el doctorado, que después
tiene que acreditarse y que además posiblemente tiene que pedir un
sexenio? Es decir, le estoy pidiendo que supere cinco obstáculos a cual
más complicado. Evidentemente, una persona que tiene 40 años, que ya
tiene la plaza fija, va a decir que para qué. Pero con eso no contribuyo
a la calidad, al contrario, estoy perjudicando la calidad de la
universidad, ¿por qué? Porque esas personas no van a ir nunca por esa
vía. En ese sentido creo que de alguna forma acreditar y garantizar la
calidad pasa en estos momentos por una vía real factible y que además
todos los miembros del colectivo, insisto, todos, los que están más
alejados y los que están más próximos, perciban como posible, como
factible, como que se puede alcanzar. Eso es fundamental, porque si eso
no está puesto en el papel, evidentemente nos vamos a encontrar con el
problema de que en lugar de mejorar la calidad vamos a perpetuar una
situación que en estos momentos no tiene ningún sentido y que de cara a
la convergencia europea es absolutamente absurda, en mi opinión.
Me hacía una pregunta respecto a la valoración en equilibrio, en igualdad,
de la docencia, la investigación y la gestión. Por supuesto, ya va siendo
hora. En la universidad española, en mi universidad que es la que más
conozco, estamos 27 centros, de los 27 la mitad somos escuelas
universitarias y las escuelas universitarias están en estos momentos -y
hay datos que tienen en el dossier- dando docencia a cerca de la mitad de
los estudiantes de la universidad española; es decir, que estamos
impartiendo docencia a la mitad de los estudiantes de la universidad
española y estamos gestionando esos centros, los estamos llevando
adelante y están haciendo cosas cada vez más importantes cara a la
convergencia europea, desde las diplomaturas virtuales o las
licenciaturas virtuales a las innovaciones pedagógicas. En mi toma de
posesión, que no fue hace mucho tiempo, mi rector, Felipe Pétriz, decía
que estamos hablando de convergencia europea y estamos hablando en muchas
ocasiones de mejorar la docencia y no nos damos cuenta de que en muchos
centros llevamos muchos años
haciendo ya ese tipo de educación, ese tipo de docencia. Nosotros estamos
en la convergencia europea hace muchos años, afortunadamente, en docencia
y en investigación en lo que podemos; estamos, faltaría más.
Evidentemente, nos gustaría que eso se valorase. Ya he dicho antes,
cuando hemos hablado de los sexenios, que parece ser que no se ha dado
con la fórmula para medir de forma correcta la excelencia o no de la
docencia. Esperemos que se dé en algún momento con esa fórmula y que se
pueda medir, pero por supuesto que tienen que estar los tres elementos.
Creo que me estoy pasando demasiado, en cualquier caso, creo que con esto
he hecho repaso a todas las cuestiones que me han comentado ustedes. Me
dejo muchas cosas en el tintero, pero creo que tampoco es cuestión de que
les aburra y muchísimas gracias por atenderme.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Zulaica. La verdad es que
escuchándole a usted escuchamos al colectivo, porque además de director
de las Escuela Universitaria de Empresariales de Zaragoza viene en
representación de este colectivo, al que felicito por su denodado trabajo
y por haber elegido un portavoz tan vehemente y tan ilusionado con los
resultados. Solamente le pediría que, cuando nos manden correos
electrónicos, con que cada miembro del TEU mande uno ya nos lo leemos.
Por mandar veinte iguales no significa que nos leamos veinte veces el
mismo, solamente se produce un colapso en el sistema que dificulta
nuestro trabajo, con lo cual no podemos seguir escuchando ni leyendo a
otros TEU que también nos los envían y por eso les rechazan a veces
algunos correos electrónicos.
-DEL SEÑOR PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE CATALUÑA (JARAUTA
BRAGULAT). (Número de expediente 219/000731.)
El señor PRESIDENTE: Continuamos la sesión.
Damos la bienvenida a esta Comisión a don Eusebi Jarauta Bragulat,
profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña, que nos acompaña lo
mismo que anteriores comparecientes para dar su punto de vista en
relación con la tramitación del proyecto de ley de modificación de la
actual LOU. Le doy la palabra en primer lugar al señor Jarauta y
posteriormente se la daré a los grupos parlamentarios para que hagan las
reflexiones o preguntas oportunas.
Tiene la palabra el señor Jarauta.
El señor PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE CATALUÑA (Jarauta
Bragulat): Señor presidente, señoras y señores miembros de esta Comisión,
es un placer para este profesor universitario comparecer hoy ante esta
Comisión para exponer las reflexiones y debates que a raíz de la
discusión del proyecto de ley orgánica de modificación de la Ley 6/2001,
de Universidades, se han llevado a cabo en el ámbito de universidades de
Iniciativa per Catalunya Verds en colaboración con el ámbito de
universidades de Izquierda Unida y en contacto con organizaciones
sindicales y asociaciones estudiantiles. Precisamente quiero referirme al
estamento estudiantil por cuanto en este aspecto ha mostrado una gran
sensibilidad y preocupación, especialmente en temas relacionados con la
implicación social de la universidad, el espacio europeo de educación
superior y la financiación de las universidades (becas, ayudas al
estudio, etcétera). Quiero agradecer especialmente a nuestros jóvenes de
la Asociació de Estudiants Progresistas su actitud y su implicación en
este tema y he de añadir que habían sido propuestos para comparecer ante
esta Comisión pero, al parecer, por problemas de agenda no ha sido
posible.
Entrando ya en materia, la ley que se intenta modificar, la Ley Orgánica
de Universidades, es la segunda ley del periodo democrático -la primera
es la LRU
de 1983-, a diferencia de la LRU que a nuestro entender parecía inspirada
en un determinado modelo de universidad y escrita como resultado de un
cierto proceso de reflexión, una observación de la realidad
universitaria, una voluntad de actuación en relación con el sistema
universitario del conjunto del Estado, la LOU parece más bien producto de
una actuación poco meditada, sin un modelo de referencia, o por lo menos
no está explícito, no se sabe a ciencia cierta cuáles son sus objetivos,
qué se pretendía corregir o mejorar. La única idea concreta que nos queda
de cuando se elaboró y que trascendió era que en la universidad había un
bicho muy, muy malo llamado endogamia y que había que acabar con él; eso
es lo único que recordamos. La comunidad universitaria rechazó y expresó
un rechazo a esta ley con un grado de mayoría sin precedentes pero, aún
así, salió adelante con el impulso del Grupo Popular y el apoyo o la
complicidad de otros grupos parlamentarios y entró en vigor en enero de
2002.
La LOU es una ley mejorable, muy mejorable, por muchos y diferentes
motivos entre los que me voy a referir a los siguientes. En primer lugar,
no se sabe cuál es el modelo de universidad que subyace ni qué
perspectiva de futuro presenta a medio y ni siquiera a corto plazo.
Además la redacción no se fundamentó en un consenso entre las diferentes
fuerzas políticas en torno a los elementos esenciales que deben regir el
sistema universitario, consenso que debería estar articulado en unas
bases sólidas entre las cuales debería estar al menos la existencia de un
modelo de sistema que recoja y admita la pluralidad, formulación de unos
objetivos compartidos con diferente perspectiva, un esquema básico de
estructura, adecuación a las nuevas funciones de la universidad,
existencia de un diálogo con la comunidad universitaria y sus
representantes institucionales y sindicales. Se caracteriza por un ansia
reglamentista excesiva concretada en un marco rígido que no se
corresponde con la diversidad existente y deseable para nuestro sistema
universitario, una diversidad que es
esencial para la mejora de la calidad, que es un objetivo que al parecer
está muy en la mente de todo el mundo; una mayor eficiencia de nuestras
instituciones universitarias y ayudar a conseguir un objetivo esencial:
la incorporación plena, efectiva y real de nuestro sistema universitario
al espacio europeo. En cuarto lugar, parece traslucir una cierta
desconfianza del Gobierno hacia la universidad pública e impide avanzar
en la modernización. El diseño de las unidades académicas es deficiente y
poco exigente, con unos elementos de gobierno que no permiten una toma de
decisiones ágil y no promueven un aspecto esencial, que es la
planificación de las actividades y la rendición de cuentas ante la propia
universidad y ante la sociedad. En quinto lugar, la estructura de los
órganos de gobierno contemplados en la LOU daña seriamente la autonomía
que la Constitución reconoce a las universidades, y dicha autonomía es un
elemento que es decisivo para garantizar un servicio público de calidad
en la institución universitaria, vinculado y al servicio de la sociedad y
del interés general. En ese sentido y a título de ejemplo, presentando un
escaparate democrático como el proceso de elección del rector por
sufragio universal -ponderado, por supuesto- diseña unos órganos de
gobierno que hacen imposible en la práctica ejercer un control efectivo
sobre el gobierno de la universidad por los miembros de la comunidad. En
sexto lugar, no distingue y confunde aspectos esenciales como dirección,
gestión, representación y control y se establece un conjunto de órganos
de gobierno de un tamaño que es inadecuado, una composición
desequilibrada y restrictiva y procesos de elección excesivamente
complejos que no incitan a un aspecto fundamental que es la participación
de la comunidad. El Consejo social, en séptimo lugar, está definido por
actividades meramente de tipo económico y se estructura en torno a una
participación unidireccional. Este organismo para ser de utilidad debe
poner el acento en actividades de tipo social que ayuden a la proyección
de la universidad hacia el exterior y ser realmente una interfase entre
la sociedad y la universidad. La carrera académica del profesorado es
confusa, desorganizada y fragmentada, lejos de un modelo que propugnamos
y que conocemos como promoción personal por méritos académicos,
fundamentado en un sistema sólido, veraz, homogéneo y transparente de
evaluación de la actividad académica, actividad que debe ser entendida
con perspectiva global contemplando las distintas y ricas vertientes de
la actividad académica universitaria. El sistema de selección del
profesorado es manifiestamente mejorable. No incentiva la actividad
académica de calidad entendida en sentido amplio; se fundamenta en un
sistema denominado habilitación nacional, que en realidad es un proceso
encubierto de oposición que no garantiza el acceso a plaza. En último
lugar, carece de un elemento esencial para incidir de una forma efectiva
sobre el sistema universitario que es un marco de financiación adecuado y
suficiente para asegurar un funcionamiento básico de calidad y la equidad
en la distribución de recursos.
Introducir enmiendas con el objetivo de arreglar un texto del que se tiene
una opinión genérica como la que se acaba de comentar puede parecer una
idea descabellada, poco menos que imposible y estuvimos tentados de
sugerir en nuestra propuesta una enmienda que rehiciera la ley ex novo.
No obstante hay unos temas hirientes, unas aristas muy cortantes, un
impacto acusado de esta ley en el sistema universitario, y un
planteamiento como el que se propugna basado en una primera actuación no
puede sernos ajeno. Si se trata de remendar, pues vamos a remendar, pero
sin olvidar tampoco el compromiso de que más adelante habrá que abordar
una reforma en profundidad, una profundidad de tabla rasa o casi,
buscando una nueva ley que en el marco de la estructura política del
Estado español atienda a la universidad, sus necesidades, sus personas,
sus funciones, sus objetivos, en definitiva a lo que la sociedad espera
de ella y lo que la universidad está dispuesta a darle.
Centrándome en el proyecto de ley que hoy nos incumbe, me gustaría
destacar en primer lugar y en positivo que el proyecto de modificación al
que hoy nos referimos es mucho menos reglamentista que la propia LOU, si
bien es cierto que tiene dos inconvenientes que quiero ya destacar de
entrada. En primer lugar, la aprobación de la ley no cierra el problema
que se quiere resolver, y que se dice como esencial, que es en el ámbito
del profesorado universitario la sustitución del sistema de habilitación
por el de acreditación, por cuanto sin una normativa de las
acreditaciones el sistema de acceso en el profesorado funcionario seguirá
paralizado. En segundo lugar, un tema importante: la discrecionalidad con
la que el ministerio o las universidades, según el tema de que se trate,
pueden abordar el desarrollo de algunos aspectos normativos puede
resultar una indefensión jurídica, por cuanto la disposición adicional
octava establece que no se está obligado a rehacer los estatutos; y eso
no debe ser así. Una ley más abierta como la que se propone tiene también
grandes ventajas, como es el hecho de permitir una mayor estabilidad en
el tiempo, ya que menos rigidez permite por un lado una mayor adaptación
a la evolución de las necesidades de la enseñanza superior y por otra
parte una mayor facilidad para encajar las peculiaridades de las diversas
universidades al marco común. Por otra parte, no olvidamos el compromiso
del ministerio de desarrollar mediante decreto -esperamos que con el
diálogo previo necesario- algunas normativas específicas que contribuyan
a mejorar el marco legislativo, el estatuto del PDI por un lado y el
estatuto del estudiante por otro. En este contexto, pensamos que esto es
crucial.
A continuación quisiera referirme a las ideas básicas que inspiran unas
propuestas que se han sugerido en forma de enmiendas parciales en
general, compartiendo el objetivo básico mencionado, lo que se hace según
la experiencia adquirida y el escenario que se plantea en esta reforma de
la LOU y que, por otra parte, es lo que
espera la comunidad universitaria, dejando, como se dice, para una ocasión
posterior la renovación más completa de la ley. Las ideas básicas que
compartimos los que hemos redactado y sugerido estas enmiendas que vamos
a presentar a los diputados y diputadas son las siguientes. En primer
lugar, respecto a la configuración de los órganos colegiados de las
universidades debemos matizar su definición para mejorarla y hacerla más
coherente con la naturaleza, funciones y atribuciones; en particular el
claustro debe recuperar las competencias que tenía en la LRU y que la LOU
transfirió en parte al rector y principalmente al Consejo de gobierno. Es
necesaria, en segundo lugar, una redefinición de las unidades académicas
de la estructura de las universidades -nosotros les llamamos así,
unidades académicas-, adecuarlas a la realidad y precisar mejor sus
funciones. En tercer lugar, para la elección del rector es conveniente
que se modifique el sistema del sufragio universal y volvamos a la
elección por el claustro, pero como alternativa cabe destacar que la
reforma deja en mano de las universidades decir cuál es el sistema que va
a aplicar.
En cuanto a financiación dos puntos clave: garantizar a las universidades
unos recursos para un funcionamiento básico de calidad y, en segundo
lugar, reclamar recursos adicionales explícitos para la incorporación
satisfactoria al espacio europeo de educación superior, más aún cuando
parece que ahora los grados van a ser de cuatro años, lo que encarece
notablemente los costes. En cargos unipersonales bien se eliminan
requisitos genéricos y se deja a criterio de las universidades en sus
estatutos o bien estos requisitos genéricos deben tener una cierta
coherencia. En cuanto al profesorado deben garantizarse criterios
públicos y transparentes para ser aplicados en el proceso de
acreditación; la carrera académica debe basarse en la promoción personal
por méritos que tengan en cuenta todas las funciones del profesorado y
hace falta una mejor y mayor precisión de las funciones asignadas a cada
categoría para clarificar dichas funciones y obligaciones. Es necesario
introducir un plan personal de dedicación académica relacionado con la
planificación de las unidades académicas de la universidad. En cuarto
lugar, debe contemplarse la posibilidad de un tratamiento para los
catedráticos de escuelas universitarias en su promoción a catedráticos de
universidad similar al que aquí se hace para los TEU cuando se les
promociona como titulares de universidad. En cuanto a transferencia de
resultados de la investigación es de apreciar que el proyecto de ley
aborde el tema y resalte su importancia y también es positivo que procure
poner un cierto orden en la situación actual, sin embargo, sería bueno
poder ir un poco más lejos en la diferenciación entre lo que es la
actividad de transferencia y lo que es una mera actividad profesional o
de servicio que se realiza en las dependencias universitarias. En cuanto
a la extensión universitaria lo que no entendemos es cómo se hace un
capítulo sobre el deporte y en cambio otras actividades, tales como la
cooperación, el voluntariado, la sostenibilidad, la igualdad de
oportunidades, la cultura de la paz, no tienen un desarrollo similar.
Sobre las universidades privadas, se apoyan las propuestas recogidas en
el proyecto sobre exigencias académicas y de democracia interna para las
universidades privadas explícitamente. En la adaptación de estatutos -ya
lo he dicho- no compartimos la modificación aparecida en el proyecto tras
su paso por el Consejo de Estado; no es aceptable para nosotros que las
universidades no tengan la obligación de adaptar sus estatutos en un
plazo razonable. Con estas ideas hemos elaborado enmiendas de tres tipos:
unas de carácter general, que afectan a todo el texto, otras de carácter
específico y otras de carácter técnico. Me referiré muy brevemente a
ellas.
Como enmiendas de carácter general, el redactado debe incluir el género
femenino y el masculino en todas las denominaciones y en el orden
alfabético que corresponda. Proponemos sustituir el título XIV, que es el
punto 61 del proyecto de ley -lo que he dicho del deporte-, así como
sustituir transferencia del conocimiento por transferencia de resultados
de investigación. A este respecto quería decir que el conocimiento para
nosotros se transmite, pero no se transfiere. Piensen ustedes lo que
ocurre cuando se hace una transferencia bancaria; normalmente el que hace
la transferencia se queda sin el dinero que transfiere y si los
profesores transfirieran su conocimiento lo podrían hacer solo una vez.
Por tanto, es una terminología incorrecta; es más correcto decir
transferencia de resultados de la investigación. En cuanto a enmiendas de
carácter específico hacemos una aportación a la exposición de motivos,
que recordamos que también forma parte de la ley; hacemos referencia a
las unidades académicas de la estructura de las universidades, queremos
que los centros se llamen así, facultades y escuelas, sin otros
apelativos y que estas unidades puedan añadir a su denominación otros
elementos de identificación. Hay que recordar que la terminología de
escuela universitaria queda obsoleta con la aparición del grado. Queremos
también que los títulos de grado sean competencia exclusiva de los
centros docentes. En cuanto a los departamentos ya he hablado de la
rendición de cuentas y de la transparencia, pero proponemos que realicen
una memoria de sus actividades, que la presenten a su consejo y den
cuenta de cómo reparten su presupuesto; esto enriquece el sistema
enormemente. En cuanto a los centros adscritos y su regulación por las
comunidades autónomas, hay una enmienda para ser coherentes con las
competencias de las comunidades en ese aspecto. En cuanto al artículo 13,
mencionamos algo respecto a la paridad. Hay que definir el Consejo social
como verdadero elemento de interrelación entre universidad y sociedad y
no solamente como fiscalizador del presupuesto, y queremos que el Consejo
social no solo haga entrar la sociedad en la universidad sino que haga
salir la universidad a la sociedad, porque eso es muy importante.
Queremos que se defina el Consejo de gobierno como órgano permanente de
gobierno y al claustro como máximo órgano de
gobierno de la universidad. Hacemos una referencia también a que se
garantice a la universidad los recursos básicos para un funcionamiento de
calidad. Hacemos una mención a la conciliación de la vida personal y la
vida laboral, que es importante en los tiempos que corren. También hay
una referencia a los profesores asociados. No entiendo lo que dice de
especialista de reconocida competencia cuando nadie dice quién otorga
esta reconocida competencia, y aparte hay que saber que en materias
básicas -yo soy profesor de matemáticas- también nos gusta tener
profesores asociados que imprimen un gran valor añadido a ese ciencia
básica cuando son profesionales conocidos por su actuación en el exterior
que imparten matemáticas u otras materias del mismo estilo.
Me he referido también a la programación de la actividad académica por el
profesorado universitario. Este es un elemento esencial. En ninguna
organización se deja de hacer esa labor, que es esencial: qué objetivos
tiene cada individuo que la conforma a lo largo de aquel periodo o de
varios periodos. Hay una motivación subyacente en la ley, y se piensa que
todo el profesorado hace lo mismo y además a lo largo de toda su vida.
Hay que diferenciar en cuanto a las categorías y en cuanto a las
distintas etapas de la carrera académica; por tanto atender esta demanda
es imprescindible. También hay una omisión de los catedráticos de escuela
universitaria en el artículo 60 respecto a que puedan solicitar su
acreditación para catedrático de universidad. El proyecto de ley solo
habla de los funcionarios del cuerpo de titulares, pero hay que incluir
también a los catedráticos de escuela universitaria con categoría de
doctor; es esencial. También hay una referencia a los concursos de
traslado y a la reincorporación de excedencia. Hay un punto crítico, y es
que el profesorado de centros adscritos que no sean de titularidad
pública debe tener la misma incompatibilidad que el profesorado de
universidades privadas, porque si no las universidades privadas pueden
soslayar esa prohibición adscribiendo sus centros a universidades
públicas. Se sugiere pedir una actualización del título XIII sobre el
espacio europeo de educación superior. Termino con la necesidad de que
las universidades deban adaptar sus estatutos -nosotros pensamos que dos
años es un plazo razonable-, que el Consejo de gobierno tome las
decisiones que estime oportunas pero que dé cuenta de ellas al claustro
universitario.
Con esto, me pongo a su disposición para las consideraciones y preguntas
que quieran formularme y espero poder responderlas con muchísimo gusto.
El señor PRESIDENTE: A efectos de mejorar el funcionamiento de la Comisión
y de obtener el máximo de información, ¿desea que el texto que usted ha
leído se distribuya a los grupos parlamentarios? Se lo digo porque como
he visto que al final el tiempo nos apremia...Lo digo por ser eficaces,
si quiere nos lo deja y se lo repartimos a los grupos parlamentarios dado
que hacía aportaciones de carácter incluso técnico, de enmiendas
posibles, etcétera. Si cree oportuno que se pueda distribuir...
El señor PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE CATALUÑA (Jarauta
Bragulat): Es que no está preparado para su distribución. Son ideas.
El señor PRESIDENTE: Era por facilitar el trabajo de la Comisión. ¿Grupos
que desean fijar posición? (Pausa.) Por el Grupo de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya tiene la palabra la señora García.
La señora GARCÍA SUÁREZ: Empiezo por darle la bienvenida, agradecerle su
intervención, que me ha parecido muy realista, reflexiva y no por ello
falta de crítica, pero tampoco conformista. Es una intervención, como
usted ha planteado muy bien en más de un momento, en la que ha ido
combinando las ventajas y los inconvenientes que esta reforma tiene en
estos momentos en que nos encontramos, y que posiblemente es la mejor de
las situaciones que ahora podemos tener. Es, por tanto, una oportunidad
para abordar aspectos, como usted ha dicho, que es muy necesario mejorar
de manera rápida, pero también ha dejado claro que consideran que a pesar
de esta reforma va a quedar pendiente otra en profundidad y no demasiado
tarde, quizás en un tiempo más o menos prudente también, que recoja y dé
respuesta a retos que quizás esta reforma de la LOU ahora mismo no acaba
de resolver, por lo que creo haber entendido de su intervención. Son
retos que tienen que ver también con una ubicación más adecuada a la
propia estructura política del Estado y a las nuevas necesidades que la
sociedad en estos momentos espera de la universidad. Sin duda están
planteando que se echa en falta en la reforma de la LOU una definición
mucho más clara de qué modelo de universidad estamos planteando
realmente, por tanto cuál es el objetivo no ya a corto plazo -seguramente
a corto plazo lo vemos más definido en esta reforma-, sino a medio y a
largo plazo. No quiero alargarme, usted ha planteado una serie de
enmiendas que, ya que tenemos la suerte de que queda todo registrado, me
parece que se interpretan bastante claramente; si no, lógicamente en mi
caso tengo claro que se las pediría y si cualquier otro grupo así lo
quisiera también lo podría hacer.
Le voy a plantear algunas preguntas. Una de ellas tiene que ver con la
comparecencia anterior, y es muy clara y directa. Como usted ha llegado
antes, habrá podido escuchar gran parte de la comparecencia anterior. Le
quiero preguntar qué piensa usted y todo el colectivo en representación
del que nos ha ofrecido su intervención de la situación de los TEU,
doctores en definitiva, de la propuesta de disposición adicional segunda
de la ley y que ha sido motivo de bastante debate en la comparecencia
anterior. También quisiera pedirle que nos aclarara un poco más su
propuesta en relación con las funciones del profesorado universitario, de
la que deduzco
que plantea que sean establecidas por los estatutos de la universidad.
Imagino que está introduciendo la necesidad de relacionar mucho más el
encargo de las unidades con la programación personal. Mi pregunta es:
¿Qué se puede ganar, mejorar; qué ventajas realmente para el conjunto de
la comunidad académica podía tener lo que usted plantea? En segundo
lugar: ¿Cómo considera usted que debe relacionarse la reforma de la LOU
que estamos debatiendo en este momento, con el proceso de Bolonia, es
decir con el futuro espacio europeo de educación superior, y de futuro
nada porque ya es el espacio europeo? Aquí ha mencionado además que hay
una gran preocupación de las asociaciones estudiantiles y con la que
también nos sentimos absolutamente identificados, aunque no es en el
marco de esta reforma de la ley donde se ha de abordar, pero en todo caso
creemos que ha de haber un hilo conductor mucho más claro que el que en
estos momentos hay. En tercer lugar: ¿Cómo se desarrollan y articulan los
principios constitucionales de autonomía universitaria y los de libertad
de cátedra en esta ley, cómo cree usted que quedan recogidos y resueltos?
Ayer el señor Josep Ferrer, rector de la Universidad Politécnica de
Barcelona -y usted me ha parecido que también lo mencionaba- planteaba
que la sociedad hoy está pidiendo a la universidad un nuevo compromiso
social, que vaya más allá de lo que hasta este momento se ha esperado de
la universidad. Yo le pregunto: ¿Cómo cree usted que puede realizarse
este nuevo compromiso social? ¿Qué haría falta tanto por los estamentos
universitarios y académicos como por el conjunto de la sociedad? Me
parece que este nuevo compromiso social no pasa solamente por soluciones
que vengan exclusivamente en este caso del ámbito universitario, sino que
es mucho más complejo que todo eso.
Le agradezco de nuevo su intervención.
El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Catalán de Convergència i Unió tiene la
palabra la señora Pigem.
La señora PIGEM I PALMÉS: Muchas gracias, señor Jarauta, por su
comparecencia y por sus explicaciones. Realmente ha abordado muy
directamente todos los temas que aquí se trataban e incluso una reforma
más en profundidad, es decir no solo lo que se está abordando ahora sino
que ha apuntado las líneas de hacia dónde le gustaría que fuera una
reforma en más profundidad.
Tengo pocas preguntas que hacer. Quizá no he estado suficientemente atenta
al inicio de su exposición, pero como usted habla en plural me gustaría
que nos repitiera, si puede ser, a qué colectivo representa. Ya le digo
que seguramente no he estado suficientemente atenta, pero me gustaría
saber en nombre de quién hace estas propuestas que, como digo, son
ciertamente muy concretas. Hay algunas con las que estamos de acuerdo,
por ejemplo suprimir todo el tema del deporte, etcétera. Nosotros, desde
Convergència i Unió, además de enmiendas de modelo, plantearemos
evidentemente también enmiendas competenciales, puesto que de acuerdo con
el nuevo Estatuto de Cataluña hay competencias compartidas importantes
que este proyecto quizá no refleja adecuadamente. Me gustaría preguntarle
su opinión al respecto, si usted ha cotejado las nuevas competencias, la
nueva definición de lo que son las competencias compartidas y si piensa
que habría que hacer algún retoque respecto al proyecto. Otra cuestión es
sobre el tema del espacio europeo de educación superior. No se aborda en
este proyecto de ley, pero sí hay una propuesta del Gobierno acerca de la
duración de las titulaciones -usted lo ha mencionado al principio-. Aquí,
por las comparecencias que hemos ido teniendo, quizá se vería la
conveniencia de no ir a un modelo tan rígido; no hablo ya de cuatro años;
ni tan rígido de cuatro ni tan rígido de tres, sino apuntar hacia un
modelo más flexible, como tienen en gran parte de los países de nuestro
entorno para que se pudiera con flexibilidad decidir qué titulaciones
requieren tres años para una adecuada impartición de conocimientos y qué
titulaciones puede requerir cuatro, de manera que podamos converger
realmente con el espacio europeo y, sobre todo, con la movilidad de
estudiantes en el segundo ciclo, que es quizás en nuestro entorno cuando
más se produce esta movilidad. También me gustaría saber su opinión sobre
la movilidad del profesorado, no solo profesorado comunitario sino
también, ya que el proyecto recoge adecuadamente lo que podría ser la
participación de profesorado no comunitario, si es suficientemente
flexible la redacción para que esto se pueda hacer, porque es
enriquecedor tanto para nuestro profesorado ir como para otro profesorado
impartir determinadas sesiones, semanas, conferencias o cualquier tipo de
docencia.
El señor PRESIDENTE: Les recuerdo que don Eusebi Jarauta Bragulat viene
como profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña, que es lo que
aparece en el orden del día.
La señora PIGEM I PALMÉS: Sí, señor presidente, perdón, pero como ha
hablado en plural, quizá me he perdido saber a quién representa, por eso
le he pedido que lo repitiera.
El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular tiene la palabra el señor
González.
El señor GONZÁLEZ RODRÍGUEZ: Bienvenido a esta Comisión, señor Jarauta. Le
agradezco enormemente en nombre del Grupo Popular su intervención y le
puedo asegurar que no me ha aburrido en absoluto, por lo menos a mí no me
ha aburrido sino que me ha tenido bien despierto por las cosas que ha
dicho, y no solamente no me ha aburrido y me ha tenido despierto sino que
a veces me ha sorprendido. Por todo ello, le agradezco enormemente su
intervención. También le voy a preguntar -ya se ha dicho, pero me niego a
no decirlo- sobre el concepto de nosotros; me gustaría
saber cuál es ese grupo. Desde luego, como usted podrá comprender y en la
situación en la que me encuentro, con mi compañero Nasarre aquí sentado
en el contexto de este Congreso de los Diputados, en la oposición, que es
donde quiso el pueblo español ponernos, aparte de todo eso que es así y
no tiene vuelta de hoja, como no puede ser de otra forma, no puedo estar
de acuerdo con las palabras que usted ha dicho respecto a la LOU de que
era una ley poco meditada, sin objetivos, con un bicho que era la
endogamia. Llevamos una tarde, una mañana y otra tarde, y seguramente
mañana puede que salga también, hablando de la endogamia, pero no la
tomamos como un bicho sino como algo muy preocupante para la comunidad
universitaria española. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo, se
puede favorecer o no, puede haber endogamia buena y endogamia mala -es
como el colesterol, que hay colesterol bueno y colesterol malo-, pero
desde luego nunca tomamos este tema como un bicho sino que como algo muy
importante, muy trascendental para que las universidades funcionen, el
mundo universitario funcione o la comunidad universitaria funcione. De
ahí que hay personas que opinan que la endogamia puede ser mala, hay
otras que opinan que puede ser buena y desde luego hay críticas para
todos los gustos, y como se ha dicho mucho y está en el "Diario de
Sesiones" yo no voy a repetirlo, pero desde luego a mi grupo le preocupa
este fenómeno, único en Europa, muy singular en la dimensión española y
muy singular para el contexto internacional; pero desde luego hacemos lo
posible por evitarla, aunque tal vez no lo hayamos conseguido y cueste
trabajo. Este es un tema muy complejo, pero desde luego en la LOU se
meditó mucho este tema, se plantearon objetivos para evitarla, y puede
que no se acertara, eso depende de las definiciones y de la experiencia
de cada uno, pero desde luego sí nos preocupó. Por otro lado -perdone,
pero han sido sus palabras-, dice que la LOU estaba poco meditada, sin
objetivos, y era una ley que en el aspecto externo que tuvo en las
ciudades, en las calles, en las universidades, era el gran caos; era la
ley que iba a provocar el caos en las universidades, era la ley que iba a
provocar el gran desastre en el mundo universitario español. Respeto esos
comentarios, pero usted aboga por una gran reforma de esta ley. Ahora
mismo el Gobierno actual, que también opinaba en su momento que era un
horror, una ley que iba a provocar un gran desastre, enmienda solo una
parte; es una enmienda parcial, sin duda alguna importante, pero es una
enmienda parcial. Es decir, hay muchos artículos que se quedan; esta
mañana dijeron el número total de artículos enmendados y puede que me
equivoque pero creo que dijeron veintisiete, aunque no sé exactamente
porque no los he contado. La situación es la que es, por tanto pueden ser
temas a meditar haciendo con mayor rigor los comentarios.
Voy a hacerle algunas preguntas muy concretas y decirle también cosas en
las que coincido plenamente. Primero, le voy a señalar en lo que coincido
plenamente, porque me parece que no todo es discordia, sino que,
obviamente, en relación con el mundo universitario, y esta casa es la
casa de la libertad de expresión y de decir libremente lo que cada uno
piensa, coincido más -me ha gustado mucho que lo haya dicho y me siento
responsable de no haberlo comentado anteriormente- en lo que ha
manifestado sobre la extensión universitaria. He sido durante ocho años
vicerrector de la Universidad de Sevilla, vicerrector de extensión
universitaria y relaciones institucionales. Le tengo un cariño especial a
la extensión universitaria. La LOU hablaba de la extensión universitaria,
la LAU, que es la Ley Andaluza de Universidades, también planifica la
extensión universitaria pero, sin duda alguna, la extensión universitaria
siempre ha sido la gran olvidada y en la extensión universitaria pueden
estar muchas de las consecuencias o alguna de las soluciones que la
diputada por Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds ha presentado
sobre el compromiso social. Tal vez ahí pueda haber unos mecanismos o
unos instrumentos que usted ha comentado, de cooperación, etcétera, donde
se halle parte de lo que se quiera desarrollar respecto a toda esta
temática. Es una parcela dentro del mundo universitario, desde dentro, y
obviamente tiene que ser hacia dentro y hacia fuera, y después lo
enlazaré con el Consejo Social. Me ha gustado y le felicito. Es algo de
lo que no se habla y hay que decirlo porque forma parte, desde hace más
de un siglo, de lo que es el mundo universitario en nuestro país. Por
otro lado, también estoy de acuerdo -lo dije ayer ya- con lo poco que ha
tratado o manifestado -ya sé que me van a decir que hay un artículo
respecto al mismo, que además propuso el Partido Socialista en la
anterior ley de la LOU- respecto al espacio europeo de Educación
Superior. Hay que tener en cuenta los momentos en los que estamos,
también la diputada de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds ha
dicho que no es que se trate del futuro sino que estamos en él. Respecto
a esta Ley orgánica, el Consejo de Estado, como dije ayer y repito lo
mismo, echa en falta un mayor articulado sobre este tema que es muy
importante con relación al momento en el que nos encontramos.
A partir de aquí, ya no va a haber tanto acuerdo. Voy a hacer preguntas y
espero que me dé las explicaciones más oportunas. Creo que no ha dicho
nada -si lo ha dicho, perdone, no le he escuchado- de la misma situación
del Consejo de Coordinación Universitaria. Me gustaría saber qué opina
respecto del nuevo Consejo de Coordinación Universitaria o de los dos
grupos en los que se divide en la actualidad. También, qué opina del
Consejo de gobierno. Mi grupo considera que lo que establece la nueva ley
es bastante reglamentista; tal vez esa división entre 30, 40, ... por
ciento del Consejo de gobierno de las Universidades sea un tema de
estatutos, no tanto de una ley orgánica -aquí digo lo contrario- como de
los mandatos estatutarios de las distintas universidades. Me gustaría
saber su opinión sobre la composición del Consejo de gobierno. Una
pregunta sobre algo que me ha llamado la atención, ¿por qué desconfía
usted o por qué no le gusta el sufragio universal para
designar rector? Usted apoya más la otra posición -aunque evidentemente
esta ley habla de las dos posibilidades-, ¿por qué tiene usted dudas ante
el sufragio universal? Es la primera vez en este día y medio, en estas
casi veinticuatro horas aquí metidos y disfrutando de lo que es el mundo
universitario que lo oigo. ¿Por qué duda del sufragio universal? Las dos
elecciones, una más indirecta y otra menos indirecta, son absolutamente
democráticas, pero tal vez considera el sufragio universal menos
democrático; pregunto, no lo sé, no sé cuáles son las dudas en el
planteamiento.
Respecto a la movilidad estudiantil, sería la última pregunta: ¿Usted cree
que este proyecto -ya se ha hablado de la movilidad estudiantil- favorece
la movilidad estudiantil? ¿Por qué le hago esta pregunta? La movilidad
estudiantil en estos momentos en España y en Europa funciona. Tenemos el
programa Erasmus, que es un programa que mueve a los estudiantes de un
lado para otro de Europa. Yo fui coordinador de Erasmus también en mi
universidad y ha sido una de las experiencias más bonitas que he tenido
en mi vida, pero tengo que decirle una cosa, lo bien que funciona el
programa Erasmus para Europa es proporcional a lo mal que funciona el
programa Séneca en nuestro territorio, es decir, no hay movilidad
nacional. Yo tengo mis propias ideas al respecto, pero le pregunto ¿por
qué ha funcionado algo que puede resultar muy incómodo, como es ir fuera,
en una nación como España que no ha tenido esa proyección hacia el
exterior hasta hace muy poco tiempo, y por qué a las familias les cuesta
que su hijo o su hija, dependiendo también de las regiones o de las
comunidades autónomas, se trasladen de un sitio a otro de nuestro
territorio? En España no ha funcionado el programa Séneca. Hay movilidad,
sin duda alguna, no todo es blanco o negro, siempre hay matices, pero
dicho programa no ha funcionado y me parece muy interesante; sin embargo,
sí ha funcionado muy bien el programa Erasmus. ¿Usted cree que en este
proyecto de reforma de la LOU hay elementos que nos puedan dar la
esperanza de que se pueda producir esta movilidad interna?
Muchas gracias, señor Jarauta y quiero decirle que no me he aburrido.
El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista tiene la palabra la señora
Palma.
La señora PALMA MUÑOZ: Señor Jarauta, quisiera darle la más cordial
bienvenida a esta Comisión desde el Grupo Parlamentario Socialista.
Usted, como ha dicho el presidente, es profesor de la Universidad
Politécnica de Cataluña y hemos visto también, por su currículum, que ha
tenido experiencias en la gestión, pero también nos gratifica tener aquí
a una persona que desde el ámbito de las matemáticas, es especialmente
sensible a las labores docentes, puesto que usted es autor de una obra
que fue galardonada en un concurso convocado por la propia Universidad
Politécnica, concretamente una obra relacionada con materiales docentes
de ayuda y apoyo a los estudiantes. Nos parece, pues, que su experiencia
hoy aquí también puede ser de especial interés.
Ha hecho una valoración crítica del texto de la LOU, de la Ley Orgánica de
Universidades de 2001 y, a partir de aquí, ha analizado la ley orgánica
de modificación de la LOU. Nos ha expuesto, a su entender, cuáles eran
las virtudes y los defectos. Desde el punto de vista global ve usted más
virtudes que defectos y, en cuanto a los defectos, me permitirá que diga
que, sin minimizar en absoluto la relación de propuestas que ha hecho hoy
aquí, una gran parte de ellos son subsanables y muchas de sus propuestas
son susceptibles de ser tenidas en cuenta en el trámite parlamentario
para lo que seguramente queremos todos, mejorar el texto en este trámite
y conseguir, si es posible con el máximo consenso, tener una ley que sea
algo más que una ley provisional. Usted la ha calificado a esta propuesta
como de remiendo -es usted muy libre de tener esta opinión-, pero en
cualquier caso quería plantearle tres cuestiones para llegar, si es
posible, a la conclusión de que no es solo un remiendo sino que es algo
que va un poco más al fondo de la cuestión. Hay tres temas sobre los que
me parece de interés recabar aquí hoy su opinión: En primer lugar, los
elementos de evaluación de la calidad; no los ha tocado en su primera
exposición, pero supongo que es buen conocedor del funcionamiento en los
últimos años de las agencias de calidad y de acreditación, en el caso de
Cataluña la ACU y a nivel nacional la Aneca. ¿Qué le parece el
tratamiento que este tema tiene en la reforma de la ley, más
concretamente el paso de la Aneca a ente público y a estar sujeta, como
agencia estatal, a la recientemente aprobada Ley de agencias estatales
para la mejora del servicio público? En segundo lugar, respecto al
profesorado, es un cambio que en el Grupo Parlamentario Socialista
entendemos como un cambio de gran calado, un cambio en profundidad, por
varias razones, no solo por el cambio en el sistema de acceso del
profesorado funcionario, en un esquema de acreditación, en primer lugar
y, en una segunda fase, de concurso-oposición en las universidades.
Aunque usted ha dicho que echa en falta más concreción o que habrá que
ver cómo se desarrollan los criterios de acreditación, en cualquier caso
la ley dice que el Gobierno desarrollará posteriormente estos criterios.
¿Qué le parece que esto quede así en una ley que no queremos que sea
excesivamente reglamentista sino que posibilite los desarrollos
correspondientes después? La segunda pregunta sobre este tema sería:
¿Confía usted en el sentido de responsabilidad de las universidades, que
tendrán un importante margen de maniobra en la segunda parte de la
selección del profesorado? ¿Tiene usted confianza en lo que puedan hacer
las universidades y le parece bien que tengan este margen de maniobra?
Porque aquí también se ha dicho -y esto tiene relación con la endogamia y
hablamos mucho de ella- que la endogamia puede ser mala o buena; en
cualquier caso, si la endogamia se practicara entre los mejor
cualificados, tampoco tendría por qué tener malos resultados. Si una
universidad puede cubrir sus plazas con personas
conveniente y rigurosamente acreditadas con un sistema de acreditación que
lo que hace es garantizar que vamos a seleccionar entre los mejores, esto
desde nuestro punto de vista no tendría por qué ser malo. Respecto al
profesorado, mi compañera del Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya Verds, doña Carme García, ya le ha planteado el tema de los
titulares de escuela universitaria. Es importante que nos diga qué le
parece, tal como está planteado en el proyecto de ley, y yo le añadiría
otra cuestión que es la desaparición de la figura del profesor
colaborador. ¿Cuál es su opinión? Porque en un caso es para profesores
funcionarios, en el otro para profesores contratados, pero en el fondo
subyace la misma filosofía que es tender a que en la universidad el
profesorado tenga el grado de doctor. ¿Qué opinión le merece este
objetivo y qué dificultades ve también en él?
En tercer lugar, respecto a cuestiones que cambian sustancialmente, usted
lo ha tocado un poco de pasada, ¿qué opina sobre si se debería suprimir
en la estructura de la universidad la existencia de las escuelas
universitarias o no, en concordancia con la supresión de los cuerpos de
profesores de escuela universitaria, tanto titulares como catedráticos.
¿Qué opinión le merece el hecho de que tampoco aparezcan las áreas de
conocimiento, que tendamos a suprimir las áreas de conocimiento? Y, en el
mismo sentido, otra supresión -más que una supresión es una sustitución-,
¿qué opinión le merece la sustitución del antiguo catálogo de títulos por
un registro que, desde nuestro punto de vista, y nos gustaría saber si
usted comparte esta opinión, permite más flexibilidad, permite más
diversificación y, por lo tanto, más margen de maniobra en el propio
sistema para pedir que las universidades también consigan algo de lo que
aquí se ha hablado mucho y es que tengan, todas y cada una de ellas, su
propio perfil? Porque, usted que es de una universidad politécnica grande
y con una larga historia y trayectoria, sabe perfectamente que lo que
ocurre en su universidad a menudo es muy distinto de lo que puede ocurrir
en universidades de distinto tamaño, de distinto perfil, de distinta
trayectoria.
El señor PRESIDENTE: Concluida la fijación de posiciones de los grupos
parlamentarios, tiene la palabra para contestar el señor Jarauta.
El señor PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE CATALUÑA (Jarauta
Bragulat): Voy a intentar hacerlo con la mayor precisión y concisión,
puesto que ya va siendo hora de que dejemos de aburrirles a todos
ustedes.
Vamos a ver, si algunas preguntas están repetidas las tacharé cuando
proceda. Sobre mi opinión del tratamiento de los TEU doctores que se da
en el proyecto de ley, es extraordinariamente correcto a falta de una
mención que diga que es; una acreditación específica, porque
conceptualmente lo es, las personas que no sean TEU y accedan a la
condición de titular de universidad tienen que hacer dos cosas, primero
pasar la acreditación y luego el concurso de acceso. En el caso de lo que
se propone es, primero titular de escuela universitaria que ya es doctor,
se transforma en titular de universidad si las universidades dotan
presupuestariamente las plazas. Este es un mecanismo específico y, por
tanto, entendemos que debe ser dicho así, pero si lo que me pregunta es
si estoy de acuerdo con que el TEU no solamente con ser doctor pase a
titular de universidad, es evidente que estoy de acuerdo; yo no confundo
doctor con titular de universidad. Es decir, para mí la condición de
doctor es un grado previo y no es lo que la ley llama la capacidad
docente y la capacidad investigadora. Capacidad investigadora la tiene un
estudiante recién titulado porque no podría investigar si no tuviera
capacidad investigadora, pero lo que aquí está en juego es la capacidad
de dirigir investigación, no de hacerla, y por tanto se entiende que una
persona accede a una categoría superior cuando no solo ha acreditado que
sabe hacer investigación, sino que sabe dirigirla -esta es mi opinión- o
que está obligado -no sé si en la universidad se obliga a alguien a hacer
nada- o que dentro de sus atribuciones razonables estaría la de dirigir
la investigación, la de formar nuevos doctores.
Me ha preguntado la diputada Carme García sobre las funciones del
profesorado universitario. Yo no concibo que en la universidad no se
pregunte a nadie cuál es su plan de actuación para el año o años
próximos. ¿En las empresas nadie pregunta eso, nadie pide cuentas? ¿El
profesorado es privilegiado, no tenemos que dar cuenta a nadie de lo que
hacemos? Yo no lo entiendo así; estamos en una institución muy sensible y
muy importante para la sociedad y debemos, primero, planificar nuestra
actuación dando el mejor servicio docente -antes se hablaba de un libro y
ahora ya son muchas webs y otras cosas que se incluyen en esta actuación
para la incorporación de las TIC. Yo estaría encantado de poder
explicarle, primero, a mi departamento y a mi centro qué es lo que quiero
hacer; es más, incluso eso permitiría una cosa que he mencionado que es
la diversificación de perfiles y de funciones. Pensar que todos hemos de
hacer las horas de clase que dice el BOE con lo que sea y las horas de
tutorías y el porcentaje de investigación sin pedir nada más a cuenta, no
es un modelo de universidad del siglo XXI. Por tanto, es muy enriquecedor
para las personas poder hacer esta planificación personal y para las
unidades académicas saberlo y poder planificarla con visión de conjunto,
puesto que si no resulta que los objetivos de la universidad son la suma
de las actuaciones y objetivos individuales de cada una de sus personas
sin que nadie pida cuentas y marque objetivos generales y eso me parece
inadecuado.
Por lo que se refiere a la relación LOU espacio europeo, si no existe
vamos mal. O bien la reforma de la LOU encauza la antigua Ley de 2001 y
la proyecta hacia el espacio europeo con el desarrollo reglamentario y
legislativo que tenga que haber y con los recursos que hemos dicho o
vamos mal. Otra cosa es lo de las titulaciones,
porque me parece que luego me han preguntado si me parecía bien que las
titulaciones fueran de tres o de cuatro años. Esto depende de lo que se
quiera hacer. Si lo que se pretende es que las diplomaturas dejen de
existir y asciendan a la categoría de licenciaturas y éstas pasen a ser
de cuatro años, es posible que eso sea no solo conveniente sino lo
necesario porque esto está ligado directamente con las atribuciones
profesionales; por tanto, o bien se hace así o no se podrá hacer. Aquí se
ha empleado la palabra flexibilidad. Es una palabra que en cierto sentido
me gusta porque supongo que está relacionada con la riqueza organizativa,
pero tiemblo en según qué contexto; cuando oigo a la patronal -vamos a
decirlo así, en abstracto- hablar de flexibilidad, me parece que se
refiere a otra cosa que a la riqueza organizativa. Es una palabra que sí
puede dar un cierto contenido si se trata de organizar las cosas de forma
que todas no sean iguales, sino que ciertas titulaciones puedan estar en
180 créditos; por ejemplo, los maestros o la enfermería ya están bien
así, pues perfecto, pero en otros casos será difícil dar los contenidos
-el compareciente anterior ha dado en el clavo, los contenidos son la
clave- para que las personas que se forman, los estudiantes, adquieran no
solo la información sino también la formación. Hoy día se le exige a la
universidad que formemos con conocimientos, pero también con habilidades
y actitudes y eso, o bien se tiene un cierto tiempo y un periodo de
maduración o no se puede hacer. Luego me han preguntado sobre los
principios constitucionales de autonomía universitaria y libertad de
cátedra. Me gustaría que esta relación fuese mucho más directa, mucho más
intensa y que algún jurista, alguna vez me concretara quién es el sujeto
del derecho de la autonomía universitaria. Yo todavía no sé a qué sujeto
corresponde este derecho constitucional ¿al rector, al Consejo de
gobierno? Muchas veces se reclama autonomía universitaria para tomar
decisiones dentro, pero luego se necesita de la institución financiera
para recabar recursos del exterior puesto que los que tiene la
universidad son insuficientes. Este es un aspecto muy importante. Hoy he
dicho que la universidad tiene que tener unos recursos para un
funcionamiento básico de calidad y eso es importantísimo porque, si no,
¿saben qué pasa? Que si el presupuesto es tan exiguo y las unidades
académicas se tienen que ir a buscar recursos fuera, aparte de la
perversión en las funciones, puede haber una perversión en los objetivos,
porque en Cataluña decimos que quien paga manda, no sé si en el resto del
mundo debe ser así. Quien paga, manda y, por lo tanto, quien paga incide
sobre los objetivos de la actuación de aquella persona que va a pedir
dinero, y por tanto, está condicionando los objetivos de la universidad.
Es decir, autonomía universitaria, que se defina, que se establezca quién
es el sujeto de este derecho y que se diga cuál es su alcance y cuáles
son sus límites. Me parece que es importante. La libertad de cátedra, no
digamos lo importante que es. La libertad de cátedra no se puede
confundir con que cada uno haga lo que le dé la gana. Esto creo que es la
antítesis de una universidad en la cual -y más en una sociedad moderna-
todo el mundo está propugnando el trabajo en equipo. Si la libertad de
cátedra se toma como que cada uno hace lo que le da la gana, esto es
imposible. Me pareció entender en su día que esto iba más por las teorías
económicas, políticas o filosóficas, porque al hablar de la
interpretación económica o de las teorías económicas de la historia había
un cierto margen de maniobra y no se le podía impedir a no sé quién que
explicara las teorías marxistas en la universidad, cosa que la libertad
de cátedra amparaba, el derecho a explicarlo. Cuando se trata de explicar
el teorema de la función inversa o la inversión de matrices, les
garantizo que el margen de maniobra es menor, aunque metodológicamente
haya cierto margen. Debería definirse también qué es libertad de cátedra
y cuál es su alcance, pero creo que la solución no está en restringir
sino, al contrario, en alimentar el sistema con propuestas que lo
enriquezcan. Es decir, que las personas hagan su propuesta de trabajo,
que la defiendan, que la presenten, y los departamentos y los centros
organicen estas propuestas personales con visión de conjunto. De esta
forma, yo, director de un departamento de Matemática Aplicada III de la
Politécnica, en lugar de asignar a esas personas ocho horas de clase, si
me presentan un plan en el que durante dos años tienen un proyecto
competitivo europeo y se trata de ir a hacer una estancia no sé dónde,
podré liberarlos de unas horas, y a otras personas que durante un cierto
tiempo están meditando y tienen menos proyectos de investigación, les
pondría unas cuantas horas más de clase. Así podríamos repartir mejor,
enriqueceríamos a la institución con una diversificación de funciones y
conseguíriamos los objetivos que realmente nos propongamos.
El compromiso social. He hablado de que me gustaría que el Consejo social,
además de ser la representación de la sociedad en la universidad y de
intervenir en la fiscalización de cuentas, nos ayudara a proyectar la
universidad hacia fuera. La ebullición de la universidad, que tiene una
gran vía que es la de hacer progresar y conservar el conocimiento en su
sentido más amplio -por ser parte de la sociedad y por estar directamente
relacionada con su progreso y con el nivel intelectual de las personas
que a ella van y se enriquecen con ello-, debe proyectar su actuación en
la sociedad y el Consejo social debe adquirir esa vertiente y atender a
las necesidades, a los problemas de la sociedad y hacer salir a las
cátedras de su reducto universitario para proyectarlas e interrelacionar
más la universidad con la sociedad. El compromiso que estamos dispuestos
a adquirir y que actualmente está muy concretado en actuaciones
voluntaristas a través de los centros de cooperación, etcétera, que son
cosas muy poco organizadas en la extensión universitaria, deberían
adquirir mayor rango y el Consejo social es el elemento adecuado para
adquirir esa función que creo es imprescindible para desarrollar lo que
yo llamo el modelo académico social de la universidad, que
es esa universidad basada en la excelencia académica y en su compromiso de
proyección hacia la sociedad.
Señora Pigem, me ha preguntado por el colectivo al que represento. No he
venido aquí representando a ningún colectivo; lo que he dicho es que unos
cuantos profesores universitarios, la mayoría de nosotros está en el
ámbito de universidades de Iniciativa per Catalunya Verds, hemos meditado
sobre este tema, nos hemos puesto en contacto con las asociaciones de
estudiantes, que hay muchas en nuestra universidad y en otras, con
sindicatos -Comisiones Obreras, Unión General de Trabajadores, etcétera-,
hemos leído lo que han escrito y hemos hablado con personas y cuando he
dicho nosotros, es que nosotros, los que estábamos allí, escribimos y
pensamos hacer llegar nuestras ideas a las personas que quieran
atendernos en esta Cámara. Se las haremos llegar cuando las concretemos.
Yo tenía escritas en mis papeles unas ideas, pero como no soy de leyes,
me cuesta mucho escribir en el lenguaje de la ciencia jurídica; escribo
mejor en otro tipo de lenguaje, pero ya que estamos en eso... he querido
comentar aquí unos aspectos, unas directrices y quizás otra cosa
importante, nuestra sensación. Ha habido otros representantes de la
comunidad universitaria que han comparecido aquí y hemos intentado
transmitirles lo que pensamos, pero también lo que sentimos y eso debe
formar parte también de nuestra faceta personal.
Temas competenciales en el Estatut. Soy perfectamente consciente, porque
algunos de mis compañeros sí son eminentes juristas de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Barcelona, y me han dicho que por ahí
vendrán..., pero ya he manifestado que particularmente venía a referir
aquí unos cuantos aspectos sin pretender tocar todo lo que habría que
tocar de la LOU. Sé que habrá otras sensibilidades y que se presentarán
otro tipo de enmiendas; yo he comentado aquí las que nosotros, los que
estábamos allí, pensábamos que eran más importantes. Soy perfectamente
consciente de que hay problemas de esta naturaleza.
Movilidad del profesorado, totalmente de acuerdo. En nuestro departamento
tenemos incentivos a la movilidad y últimamente menos. Antes también
otras personas se han referido a la movilidad del estudiante, pero esto
forma parte de la cultura. La cultura celtibérica, vamos a decir
hispánica, es muy estática. No estamos acostumbrados a movernos y el
segmento social universitario que está sensibilizado para ello es
pequeño. Yo lo vivo en la percepción cuantitativa. ¿Ha ido aumentando?
Sí, pero lo que percibo es que todavía no forma parte principal del
sistema el convencimiento de que hay que salir y hay que moverse. ¿Que
estamos en ello y que los últimos planes de actuación han cambiado
actitudes y percepciones? Sí; ¿que hoy día son muchísimos más los
estudiantes y el profesorado que se mueve? Y tanto. Yo me voy a referir
al profesorado, porque nosotros tenemos tanto el que se va como el que
viene y esto es enriquecedor en ambos sentidos. Incentivamos esa
movilidad y nuestro profesorado se va por regímenes trimestrales,
semestrales o años sabáticos y la verdad es que en el plan estratégico de
nuestro departamento que presenté hace seis años, la movilidad
inicialmente era del uno por ciento y ahora debe andar por el 20 o el 30
por ciento, es decir, dos o tres de cada diez de nuestros profesores se
mueven al menos una vez en cada curso académico, lo cual es muy
enriquecedor. Ahora tenemos problemas de espacio porque no sabemos dónde
ubicar a los profesores visitantes e investigadores que colaboran, de
universidades de España y de fuera, que llegan y necesitan unas
dependencias donde trabajar porque nuestras dependencias están diseñadas
para la plantilla que hay y no contábamos con esto; afortunadamente, esos
son problemas que a uno le gusta tener.
Aclarado también el nosotros. Opinión sobre la LOU y lo de la endogamia.
Lo de la endogamia y el colesterol ya lo había oído otra vez. Me parece
que cuando pensábamos al respecto, habíamos detectado tres instituciones
que tienen como objetivo fundamental la formación del personal que se va
a quedar dentro: La iglesia, el ejército y la universidad. Estas tres
instituciones, desde mi punto de vista, tienen en su funcionamiento esa
estructura. En la Universidad se accede por la vía de una figura que
llamamos ayudante, en otros sitios se llaman teacher assistant, y otras
figuras y estas personas son las que, después de haber adquirido su
titulación universitaria, sienten la llamada de la investigación y se
quedan en nuestros departamentos y aprenden o no lo que les queremos
enseñar, hacen el doctorado, etcétera. Afortunadamente, el cambio de
cultura respecto a la movilidad hace que estas personas salgan más y que
casi no les tenga que decir que se vayan; es que me los quitan y, por
consiguiente, aquel codirector de la tesis de Suansea o del MIT me dice:
No, el semestre que viene Yolanda se vendrá conmigo. ¡Ah, pues qué bien!
Por tanto, yo no lo percibía como un elemento intrínseco de la
universidad, por lo menos en el entorno en el que yo estoy. Oía
machaconamente este discurso y también he de decir que he visto y he
leído actitudes que sí son susceptibles de ser tachadas como de endogamia
mala. Si la estructura era que el catedrático colocaba de titulares a sus
parientes, amigos o conocidos y los promocionaba, porque el mejor es el
que yo digo, eso no es bueno para la institución universitaria. Seguro
que en todas partes hay de todo, pero nosotros no habíamos visto que la
solución fuera esa en positivo que yo digo, sino que la solución era las
pruebas de habilitación; hasta aquí podríamos llegar, no veíamos la
correlación entre una cosa y otra.
Que la LOU iba a provocar el caos y el horror, si lo he dicho lo lamento
muchísimo, pero espero no haberlo dicho; lo que he señalado es que la ley
es muy mejorable, pero en ningún momento que iba a provocar el caos y el
horror; espero no haberlo dicho. Sobre la extensión universitaria,
coincido con lo que me ha comentado y además por experiencia personal
sabe mejor que yo que es un tema que hay que cuidar de buena manera.
Sobre el espacio europeo, si está más articulado y, la actualización,
creo que sí. Nosotros esperábamos que hubiera una referencia -y antes me
lo ha preguntado la señora Pigem al hablar del espacio europeo-; yo
esperaba que el título que habla del espacio europeo, como mínimo se
actualizara, porque si no recuerdo mal aparece todavía la palabra
habilitado que debería ser sustituida por acreditado, pero esperábamos
que transcurridos unos años y a las puertas de la finalización de la
implantación, eso ya debería haber sido corregido por lo menos, y he
querido transmitir la inquietud -en mi tierra decimos angoixa- de la
comunidad universitaria a este respecto, de que no vemos que haya una
mayor sensibilización de esta Cámara, por tanto, del Poder Legislativo,
para que se dé el espaldarazo que merece la legislación universitaria
para provocar ese flujo. Los fluidos en las tuberías no circulan si no
hay presión; la legislación aquí debe ejercer una cierta presión sobre la
comunidad universitaria que necesita salir y desarrollar este apartado.
Qué opino acerca del Consejo de Coordinación Universitaria. No le puedo
decir que opine mal, porque hacen su función ni creo que -ahora se vuelve
a la terminología de Consejo de Universidades- vaya a ser diferente. Me
da la sensación de que una parte del cambio que debe hacer la universidad
se debe propiciar desde la legislación, pero debe venir de la propia
universidad. En este sentido, no hemos propuesto ninguna enmienda y nos
parece bien lo que dice el proyecto de ley. En cuanto a la composición
del Consejo de gobierno, creo que me ha dicho, nosotros no hacemos
ninguna referencia a la composición. La hacemos a la definición del
Consejo de gobierno como el órgano de gobierno, dice la LOU de 2001, y
nosotros decimos órgano permanente de gobierno porque creemos que quien
debe ejercer la máxima normativa interna y marcar las directrices
genéricas y estratégicas de la universidad es el claustro. Por tanto, lo
único que proponemos es una mención a su concepto, no a su composición.
Ahora creo que se habla de que si el 30 por ciento del rectorado debe
obedecer a los distintos sectores, seguro que ya habrá alguien que lo
trate y los propios rectores son los más interesados. No hemos entrado en
ese detalle, solo nos hemos centrado en el concepto del Consejo de
gobierno.
Respecto al sufragio universal para la elección del rector, no es que sea
más democrático o menos democrático. Es una cuestión del modelo. Cuando
nosotros votamos no elegimos al presidente del Gobierno, elegimos a unos
diputados y, en función de la mayoría parlamentaria, eligen al presidente
del Gobierno. No sé si sabrán que en Cataluña ha habido hace poco unas
elecciones y se ha votado a unos diputados y a unas diputadas y entre
ellos elegirán, designarán, pactarán o no sé cómo lo harán, un presidente
del Gobierno de Cataluña; creo que es así. En mi ayuntamiento, cuando
voto, creo que voto a unos concejales -regidors o concejales- y ellos son
los que eligen al alcalde, no hay elección. El problema es el modelo. El
modelo de la LOU, al establecer el sufragio universal, instaura un modelo
presidencialista que es contradictorio con lo que nosotros pensamos, que
creemos que es el claustro el que debe ser el poder legislativo y el que
debe elegir al presidente de la universidad, alias el rector. Es una
cuestión de modelo, no de que yo me atreva a decir si es más o menos
democrático. Así que, por supuesto, no lo diré. Lo de la movilidad
estudiantil ya lo he dicho. En cuanto a si hay elementos suficientes, la
movilidad estudiantil es mejorable, seguramente porque las condiciones
que tienen los estudiantes para moverse no son las óptimas y eso habría
que mirarlo; no sé si hay suficientes becas, residencias... Me he
referido a elementos culturales, pero luego hay otros elementos
estructurales y objetivos que también se refieren a ello.
En cuanto al tratamiento de la Aneca como ente público, totalmente de
acuerdo y también con la conceptualización de los elementos de evaluación
de la calidad en el contexto que los cita el proyecto de ley. En cuanto
al PDI, un gran cambio de gran calado, en efecto, es un cambio
metodológico de gran calado, porque nosotros estamos sensibilizados a lo
que entendemos que es un gran perjuicio que es el modelo de habilitación,
que se llama así, pero que en realidad es una oposición que no garantiza
el acceso a plaza, hecha en dos etapas, y en cambio la acreditación, que
creo que es el mecanismo que funciona a nivel europeo, debe basarse en
reglas de juego objetivas. Es decir, cada persona debe saber qué tiene
que hacer para ser evaluado y promocionarse a tal categoría, por tanto,
yo sé cuántos artículos tengo que escribir y en qué revistas para tener
un sexenio. Yo ya lo sé, ya los escribo y procuro que se publiquen,
aparte de otro material. Pero el profesorado debe saber cuáles son las
reglas de juego claras y que haya una cierta homogeneización. El
compareciente anterior se ha referido a una cosa que es lo peor que puede
pasar, que para la misma actuación existan criterios totalmente
distintos; tan injusto es hacer distinto lo que es igual como hacer igual
lo que es distinto y creo que la injusticia puede venir por ahí y cada
persona debe saber cuáles son esas reglas del juego y si se quiere
promocionar debe saber cuál es el grado de exigencia que se le da y, por
supuesto, vamos a decir que todos tengamos las mismas oportunidades y no
sé si en todos los departamentos existen las mismas oportunidades.
Me ha preguntado la opinión sobre el TEU doctor y creo que ya la he
manifestado. De hecho, yo escribí en mis tiempos un artículo que se
llamaba, La teoría de los tres niveles. No es descabellado que en la
universidad exista una figura de contrato laboral de una cierta
estabilidad -son los cuatro u ocho años que se proponen- cuyo grado no
sea el de doctor. Es socialmente injusto que no exista esto. De hecho,
creo que en la legislación laboral eso ya está previsto, que una persona
cuando lleva un cierto periodo de prácticas y ha pasado su fase de
aprendizaje, que aquí llamaríamos la consolidación en investigación, ya
puede estabilizarse cuando tiene lo que llamamos el DEA, el diploma de
estudios avanzados. De todas formas, si el modelo es ese, eso pasa por
la
transformación de los centros en superiores, por supuesto, y es un cambio
de mayor profundidad. Obsérvese que lo que se dice en el proyecto de ley
no solo es un mero cambio de los cuerpos docentes, es un cambio, un
impacto en el modelo de la universidad, en el modelo estructural. A
propósito del modelo de universidad, quería referirme al modelo de
universidad, modelo en abstracto y universidad en abstracto, porque creo
que no debe haber un modelo rígido sino que cada universidad debe
adaptarse a unas ciertas directrices generales, a unas estructuras, a
unas vigas para tener la estructura, y luego cada una pondrá las paredes,
las alfombritas, pintará el salón del color que quiera, pero de acuerdo
con una estructura común. Estoy de acuerdo y en que sea sólida, que sea
sólida y no que nos la cambien muy a menudo. En eso también estoy de
acuerdo. En cuanto a que el sistema tenga una cierta riqueza de
interpretación y funcionamiento, creo que si hay un sistema de
organización interna rico y de rendición de cuentas más rico todavía, eso
funcionará sin ningún género de dudas. En cuanto a lo del colaborador, el
mal está en parte hecho cuando ahora ya hay colaboradores a tiempo
permanente y si se quiere cambiar el modelo, coexistirán en este nuevo
modelo personas con contrato indefinido y con este grado de no doctor
inicialmente. En mi departamento, todos los colaboradores son doctores,
han sido doctores antes que colaboradores.
Las escuelas universitarias y las áreas de conocimiento. Me alegra que me
haga esa pregunta porque creo que, de facto, el proyecto de ley las
suprime o se suprimirán cuando todas impartan la titulación de grado. De
hecho, creo que en alguna universidad como la Politécnica de Valencia ya
no existen escuelas universitarias, sino que se llaman todas superiores
de no sé qué. Han cambiado la terminología de esos centros. Es una cosa
que va de suyo con el proyecto de ley y por eso nosotros proponemos que
los centros docentes se llamen facultades y escuelas, sin más apelativos
que algunos que permitan especificar qué tipo de estudios se hacen allí.
Creo que es más interesante no tipificar el nivel sino que se sepa que
aquello es la escuela de ingeniería civil de la politécnica de no sé
dónde. Creo que eso es más rico. En cuanto a las áreas de conocimiento,
deben saber SS.SS. que el conocimiento hoy día es muy transversal. Yo
estoy repartido en un símplex -que llamo yo- tridimensional de
matemáticas, geología e ingeniería, puesto que investigo en
geoestadística de variables composicionales aplicadas a la geología, y
cuando voy a los congresos de geología me dicen el matemático; cuando voy
a los de matemáticas me dicen el geólogo; cuando escribo en una revista
de ingeniería me dicen que es matemáticas y en cambio, en los proyectos
donde trabajo, se me exige tener conocimientos de las tres cosas, porque
si no lo miras con la perspectiva global, no hay forma de tratar los
temas que tratamos. Por tanto, a las áreas de conocimiento en la ley de
Cataluña se las llama ámbitos y los ámbitos son más ricos que las áreas.
Aquí se las llama áreas, pero no son las ciento ochenta y pico áreas de
conocimiento, sino cinco ámbitos: la ingeniería y la arquitectura, las
ciencias jurídicas y demás. Esta me parece una división bastante
razonable, pero las áreas de conocimiento del profesorado creo que deben
saber que es un castigo que no nos merecemos en una universidad con
visión de futuro y de cara al siglo XXI.
Sobre el catálogo o registro de títulos, estoy muy de acuerdo en que el
concepto de registro es bastante más enriquecedor que el de catálogo. Un
catálogo da la sensación de ser una cosa cerrada. Un registro, previa
acreditación y constatación y supongo que seguimiento
-porque espero que también se sepa que los procesos no deben ser estáticos
sino dinámicos, es decir se deben hacer las cosas no solamente en el
momento inicial sino a lo largo del tiempo, controlar un poco la serie
temporal-, creo que será enriquecedor para el sistema. No sé si me he
dejado alguna cosilla, pero he procurado contestar lo mejor posible a lo
que me han preguntado. Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias a usted, señor Jarauta Bragulat. Con
esta extensa intervención concluimos el orden del día de hoy. Ha tenido
suerte, señor Jarauta, porque como era el último, le hemos dejado un poco
más.
El señor PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE CATALUÑA (Jarauta
Bragulat): ¿Es que me he pasado?
El señor PRESIDENTE: No. Eso significa que como estaba usted obsesionado
con el aburrimiento, no nos hemos aburrido; si nos hubiésemos aburrido,
le hubiésemos cortado antes.
Señorías, mañana reanudaremos la Comisión a las diez de la mañana con la
comparecencia de los miembros que SS.SS. conocen, representantes de
sindicatos, representante estudiantil, consejo social de universidad y un
profesor universitario. Les rogaría puntualidad para empezar a las diez
exactas porque, si no, no cumpliríamos el orden del día para una hora
razonable. Gracias.
Se suspende la sesión.
Eran las seis y cuarenta y cinco minutos de la tarde.
Congreso de los Diputados · C/Floridablanca s/n - 28071 - MADRID ·Aviso Legal